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AIDA M. PEREDA
Jueves, 28 de julio 2016, 12:11
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Iñaki desconoce qué fue lo que se le pudo pasar por la cabeza a un transeúnte que caminaba por Sestao en la medianoche del pasado viernes para propinar un puñetazo a uno de sus perros y, acto seguido, enzarzarse a golpes con él. «Me ha sorprendido mucho, porque es alguien que conozco de vista. Los dos vivimos en el mismo barrio y nunca habíamos tenido ninguna riña ni nada», señala el agredido, que según las recomendaciones médicas debe guardar reposo entre 40 y 60 días para que su esternón, partido tras el ataque, se suelde. Además, tiene rotos los huesos de la cuenca del ojo izquierdo, el tabique nasal fracturado y las cervicales dañadas.
Como todas las noches, sobre las once y media, este vecino del barrio de Kueto, de 37 años, bajó a sacar a sus dos perros, un doberman llamado 'Ares' y un grifón mezcla terrier de nombre 'Nemo'. A la espera de que el más pequeño de los canes hiciese sus necesidades, lo soltó en el jardín que hay al lado del colegio público de la zona y se sentó en un banco que hay justo al lado a esperar, con el móvil en una mano y el doberman atado en la otra, relata. «Entonces, pasó este individuo por la acera y vi cómo, sin más ni más, le metía un puñetazo al grifón con todas sus ganas y lo dejaba grogui», agrega.
Iñaki se levantó rápidamente. «'¡Deja al perro tranquilo!', le grité, pero entonces cogió, se dio la vuelta, y empezó conmigo», cuenta. 'Ares' se cuadró a dos patas para defender a su amo, pero éste prefirió echarle para atrás para que el can no atacase y así evitar mayores problemas. «Me comí un puñetazo directo a la cara y un montón de golpes y patadas. Mientras trataba de guardar el teléfono en el bolsillo de las bermudas, conseguí devolverle uno de los puñetazos y defenderme como pude. Amenazaba con matarme, pero se calmó un poquito cuando le inmovilicé en el suelo y comenzó a caerle sobre la cara toda la sangre de mi nariz y de mi ojo izquierdo. Para entonces, yo ya no veía nada», indica.
En esos momentos el denunciante sólo pensaba que «con la cara rota» y todo aún podía irse de viaje a la Warner con su mujer, embarazada, y con su hija. «Había prometido llevarla por su sexto cumpleaños y, justo a la mañana siguiente del incidene, teníamos planeado ir para allá aprovechando el puente festivo», apunta. La preocupación era aún mayor pensando que un coche pudiese atropellar al doberman, que había escapado hacia la carretera, así que Iñaki gritó pidiendo ayuda. En ese instante, según su testimonio, su atacante aprovechó para agarrarle del pelo. «Se hinchó a pegarme hasta que me cogió del cuello y me tiró hacia atrás. Ahí es cuando me rompió el esternón», detalla la víctima. En su opinión, este individuo «sabía lo que hacía. Iba a matarme. Si me parte el esternón hacia dentro me perfora el pulmón, el corazón o lo que sea y ahí me quedo», señala aún consternado.
Una cuadrilla paró la agresión
Por fortuna, una cuadrilla que pasaba por la zona y vio lo que ocurría intercedió rápidamente para separarles. «Uno de los chicos le arrastró cien metros hacia abajo y entonces fue a por él, pero se cansó y giró en dirección a su casa, aunque por el camino fue interceptado por la Policía local», prosigue. Iñaki fue trasladado al hospital de Cruces, donde pasó la noche y fue sometido a todo tipo de pruebas para determinar el alcance de las lesiones. El lunes interpuso una denuncia en la comisaría de Sestao y ahora se encuentra a la espera de juicio.
«Estoy preocupado por mi mujer y por mi hija, porque este tipo no ha sido detenido ni nada y vive a 300 metros de mi casa», admite con preocupación. A su esposa le da miedo sacar a los perros y han tenido que echar mano de amigos para pasear a 'Ares' y a 'Nemo', que «ya está mejor, pero ha pasado unos días triste, raro y vomitando. Es ya mayor y el golpe le ha afectado mucho, al principio no subía ni bajaba las escalera», confía Iñaki.
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