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Lunes, 5 de febrero 2018, 00:54
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Jonatan Caminero, encargado del restaurante italiano Garbatella del centro comercial Artea, está más pendiente de la cartelera cinematográfica que de la estilosa carta que da la bienvenida a los clientes que se acercan a sus mesas. La suya se la sabe de memoria y la primera le provoca quebraderos de cabeza desde finales del año pasado, cuando se comenzó a barruntar la posibilidad, luego confirmada, de que Cinesa abandonaría el complejo tras 20 años de actividad. Los hosteleros lo tienen claro. Sin los cines, su vida sería «un drama», y sus negocios, «una ruina. Sin el ocio, aquí no nos comemos nada. No podríamos vivir. Desde que se empezó a hablar que cerraban los cines, hay días que hemos servido solo a dos y tres clientes, no más. Los domingos seguimos abriendo por ellos, ya que nos traen gente», reconoce.
La marcha de la cadena líder de exhibición cinematográfica en España, que el domingo llevó a cabo las últimas proyecciones ante la negativa de la propiedad de Artea a renovarles el contrato de explotación, tiene en vilo a cientos de hosteleros y comerciantes. «El boca a boca nos está haciendo un daño terrible. No te puedes imaginar. Mucha gente ha dejado de venir en las últimas semanas a Artea. Da igual que hoy (por el domingo) sea el último día. Para nuestra desgracia, lo estamos notando muchísimo, sin haberse ido aún. Son fundamentales», lamenta Caminero, que pide que Yelmo tome el relevo cuanto antes.
Es también el deseo de Begoña Zubizarreta, gerente de Krunch, establecimiento que realiza también las mayores recaudaciones los fines de semanas y los miércoles, coincidiendo con el ‘día del espectador’. Esos días pone a un empleado más en la barra -3 en total- porque no dan abasto. Entre el intenso frío reinante este fin de semana y el estreno de películas como ‘Cavernícola’ y ‘El hilo invisible’, la afluencia ha crecido de forma notable.
«¡Han vueltos las colas! Es una delicia ver a tantas personas, porque luego muchas toman o comen algo aquí. Con el cine trabajamos mucho más, sobre todo cuando hace muy mal tiempo», se felicita Zubizarreta, que confía en que la actividad cinematográfica se reanude pronto para mantener el pulso comercial. «Se rumorea que Yelmo podría hacer las obras en fases para no tener cerradas todas las salas», expresa. Pero la impresión de los comerciantes es que nadie les quita «dos o tres meses de obras, como mínimo», hasta la reapertura del recinto. «De ahí, para arriba».
20 años sirven para crear una fuerte fidelidad entre los aficionados. Es el caso de la barcelonesa Roser Cearres, que mantuvo su cita quincenal de acercarse a ver una película. «Me encanta», afirmó. Ayer se acercó con su exmarido y tocó ‘El corredor del laberinto: La cura mortal’, un thriller de acción y ciencia ficción. El joven boliviano Favio Antequera, empleado como cocinero en el restaurante Donga, pegado a los cines, y su amiga Iraia dudaron un buen rato mientras echaron un vistazo a la programación: «¿Apostamos por una de acción, de terror o una comedia?», se preguntó. «A ella le gustan más las ‘pelis’ románticas», bromeó Favio.
Los empleados apenas soltaron prenda. «Claro que nos da muchísima pena marcharnos, pero no podemos decir más, porque no nos dejan hablar», justificó Álex, encargado de las nueve salas. Según UGT, de los 19 empleados que trabajaron hasta ayer en Artea, uno se queda sin trabajo y seis han preferido desvincularse de la empresa y acogerse a las indemnizaciones, mientras que los 12 restantes serán recolocados en los espacios de Max Ocio (Barakaldo) y Zubiarte (Bilbao).
Yelmo mantiene un mutismo absoluto sobre los planes para Artea. La dirección del macrocentro comercial de Leioa tampoco ha aportado demasiadas pistas, por lo que se han disparado las expectactivas sobre la posibilidad de que la cadena acometa en Bizkaia un proyecto similar al llevado a cabo el pasado diciembre en la localidad madrileña de San Sebastián de los Reyes.
Estrenó en el complejo Plaza Norte 2 una sala con capacidad para 108 espectadores y servicio de restaurante servido por camareros. El menú va más allá de las tradicionales palomitas y ofrece una amplia selección de tabla de ibéricos, hamburguesas gourmet y ensaladas. La entrada y comida sale por 30 euros.
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