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Incómodo momento en el que Merkel le ofrece la mano y Trump ignora el ofrecimiento delante de los fotógrafos.
Trump: por sus gestos le conocerás

Trump: por sus gestos le conocerás

No quiso darle la mano a Angela Merkel, pero a Theresa May se la dejó roja tras el apretón. Un experto en comunicación no verbal revela el significado de la gestualidad de un presidente de EEUU «con aires de superiodidad, paternalista, enfadado, distante, solitario...»

Yolanda Veiga

Lunes, 20 de marzo 2017, 17:42

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A los fotógrafos no se les escapó el detalle de las manos de Theresa May. Los dedos rojos por el apretón de manos de su anfitrión, Donald Trump, en el recibimiento, hace un mes, en la Casa Blanca. Ni el ligero desconcierto de Shinz Abe, primer ministro japonés, cuando el presidente de Estados Unidos le cubrió la mano con las dos suyas. No confundan con el afecto, ese gesto es «como cuando el jefe te da una palmadita en la espalda, es un 'tic' clarísimo de superioridad, lo que está haciendo es reforzar su jerarquía». La 'lectura' la hace César Toledo, especialista en comunicación no verbal, que analiza en este reportaje el recital de muecas de Trump y les atribuye significado. Obvio el gesto, feo, que tuvo el otro día con Angela Merkel. En el encuentro que ambos mandatarios mantuvieron el pasado viernes en el Despacho Oval la canciller alemana se ofreció a estrecharle la mano para los fotógrafos y Trump no solo ignoró el ofrecimiento, ni la miró.

'Tirones' y 'palmoteos'

Seguro que algo dice el protocolo acerca de los saludos entre presidentes. Habrá una distancia mínima a respetar, una duración del apretón e incluso una intensidad. Y en todo se pasa, por exceso, Donald Trump. «A veces palmotea la mano a su interlocutor, le pone la otra por encima, en un gesto un poco condescendiente, de un paternalismo malo. No es lo mismo que te encuentres con un amigo por la calle y os sujetéis las manos, incluso los antebrazos, en una especie de abrazo no dado, a que lo haga el presidente de Estados Unidos». Así saludó al primer ministro japonés, Shinz Abe, en el primer encuentro que ambos mandatarios mantuvieron en la Casa Blanca a mediados de febrero. En otra de las imágenes captados por los fotógrafos, se ve a Trump «tirar» de su homólogo japonés. «Es un saludo intimidatorio que, además, puede desestabilizar a la otra persona. Es más agresivo que otra cosa y, con él, trata de mostrar su superioridad». Claro que siempre puedes salir peor parado porque al palmoteo y al tirón, Trump añade una tercera modalidad de saludo, el apretón hasta no dejar que corra la sangre. Lo sufrió la primera ministra británica, Theresa May (se aprecia la rojez en la foto) en el recibimiento que le hizo Trump. Otro gesto que acompaña a las manos: «no mira a los ojos cuando saluda», advierte César Toledo. Es exactamente lo que hizo con Merkel el otro día, ignorar el ofrecimiento de su mano sin mirarla siquiera.

La sonrisa 'recta'

Un caricaturista no tendría dificultad en retratar a Donald Trump con esa sonrisa 'recta' que luce. «Nunca muestra una sonrisa auténtica ni una cara de alegría porque la reprime con los labios». A César Toledo le recuerda «al emoticono de la sonrisa hacia abajo». Y explica que las sonrisas de verdad se representan con el otro dibujito, el de «las comisuras hacia arriba». «Es una contención emocional, falsa, nunca se ríe de verdad». Así que pocas patas de gallo le van a salir. «Dicen que a partir de los 40 tenemos la cara que hemos puesto siempre porque el rostro ha quedado marcado por las arrugas de expresividad. Y las patas de gallo le salen solo a la gente que se ha reído mucho». No es el caso de Trump.

Dientes, dientes

Queda mal la comparación, pero César Toledo invita a pensar en un perro enfadado... «mostrando los dientes». Los enseña también Trump a menudo. «Cuando hablamos no se nos ven los dientes. Si estamos enfadados asoman un poco los de abajo, y cuando estamos muy enfadados mostramos también los de arriba». Es ya una expresión «característica» de Trump, que en comunicación no verbal tiene un significado muy claro: «Esa mueca se vincula al enfado, a la ira». Y otro gesto que 'completa' a los dientes: «los labios hacia afuera, en forma de embudo».

Brazos a modo de «látigo»

César Toledo insiste en la «agresividad» como gesto definitorio de la gestualidad del presidente de Estados Unidos, que acompaña las muecas faciales con el movimiento de los brazos. «A veces da golpes en el aire con un brazo, como si fuera un látigo. Además, cierra los puños y nunca abre los brazos de verdad. Los deja pegados al codo, al cuerpo, lo que demuestra su poca apertura».

¿Está Ok o no está Ok?

A propósito de los brazos, el gesto del Ok, que hace precisamente con el brazo pegado al cuerpo. Lo utiliza a menudo «para remarcar los datos que está dando» y aunque en el lenguaje universal es un gesto positivo, «a él le queda agresivo, exigente», interpreta César Toledo. «Parece que en lugar de darte un dato te lo está recriminando, que está echándote una bronca».

Un paso por delante, o dos, o tres

No se atreve César Toledo a hacer una lectura muy en profundidad, pero parece obvio que no es un gesto muy conciliador, el que tiene Donald Trump cuando camina. «Siempre va por delante de los demás, incluso de su propia esposa, de Obama...». Sin poner calificativos, el especialista cree que algo tiene que ver con «la falta de normas de educación». También indica «falta de empatía» y algo recurrente en su lenguaje gestual, la «superioridad». «Trump está acostumbrado a ser el jefe, la persona de más rango, por eso camina por delante». También puede tener que ver, aventura Toledo, con una personalidad «solitaria», alguien «al que le gusta marcar las distancias» y que «rehúye el contacto físico». Entonces se acuerda de una imagen, ciertamente significativa. «Hay una escena con su pareja, en la que ella le felicita tras el juramento. Se dan un beso, pero es un beso en el aire. Era un momento especial y en esos momentos te sale algo más físico». Rebuscando en el archivo fotográfico comprobamos que es la forma habitual de besarse en público.

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