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Niños armenios con aspecto demacrado en el patio de un orfanato de Turquía, en 1917.
El exterminio de armenios fue un genocidio en toda regla

El exterminio de armenios fue un genocidio en toda regla

La verdad se impone a la diplomacia: el Papa oficializa el término para definir el asesinato de 1,5 millones de personas por el ejército turco en 1915

Pedro Ontoso

Miércoles, 22 de abril 2015, 00:43

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El Papa ha sido claro y ha hablado sin tapujos sobre el exterminio de 1,5 millones de armenios a manos del Ejército turco en 1915 -el viernes se cumplen cien años- durante la Primera Guerra Mundial: fue un genocidio, el primero del siglo XX. Es verdad que se ha parapetado en la declaración conjunta de 2000 de Juan Pablo II y Karekin II en Etchimiazin, pero para evitar dudas lo ha comparado con las tragedias impulsadas por el nazismo y el estalinismo. Operaciones de limpieza étnica para aniquilar a todo un pueblo. Francisco no se podía callar, ni emplear eufemismos, ahora que miles de cristianos son asesinados en muchas zonas del mundo. El silencio cómplice habría sido atronador.

El lenguaje vaticano utiliza muchos vericuetos para denunciar las cosas y en el caso de las masacres de armenios a veces ha tenido que hacer concesiones. La palabra genocidio era tabú. Juan Pablo II y el Catholicos armenio Karekin II firmaron un comunicado conjunto en noviembre de 2000, en el que se utilizaba de manera explícita esa palabra. El Gobierno de Turquía montó en cólera por el uso de esa expresión. Meses después, Karol Wojtyla, viajó a Armenia. En Erevan, el pontífice polaco evitó la palabra genocidio en sus discursos. Utilizó la expresión armenia 'Metz Yeghérn' (Gran Mal) al referirse a la tragedia. Sin embargo, tras rezar ante el memorial de las víctimas, Juan Pablo II y el líder religioso armenio firmaron otra declaración en la que denunciaban "el exterminio de 1,5 millones de cristianos armenios, en lo que se considera generalmente como el primer genocidio del siglo XX".

En marzo 2006, en un encuentro con el patriarca de los armenios, Benedicto XVI pronunció un discurso sobre la persecución, pero sin emplear la palabra genocidio: recurrió otra vez al nombre de 'Metz Yeghérn'. Un mes después, el entonces arzobispo de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio se reunió con representantes de la comunidad armenia en la diáspora -muy amplia en Argentina- e invitó a Turquía a reconocer aquel "crimen tan abominable", petición que renovó en 2011. Su opinión se recoge en el libro de conversaciones con el rabino de Buenos Aires, Abraham Skorka.

En el verano de 2013, ya como Papa, en un encuentro informal y privado con descendientes de supervivientes, utilizó la frase "primer genocidio del siglo XX", lo que motivó una protesta del Gobierno de Ankara. El pasado 9 de abril Francisco recibió a veinte obispos del Sínodo de la Iglesia Armenio-Católica, presentes en Roma para la ceremonia de proclamación de San Gregorio de Narek como 'doctor de la Iglesia'. El Papa no utilizó el término genocidio, pero habló de "las fuerzas oscuras, capaces de llegar a programar sistemáticamente la aniquilación del hermano". También aludió al hecho de que "las naciones aún no llegan a un consenso razonable de la lectura de tales tristes acontecimientos", en referencia al relato que defiende Turquía. El pasado día 12, la verdad se impuso a la diplomacia y habló de genocidio, de "un exterminio terrible y sin sentido, que es necesario recordar, porque donde se pierde la memoria quiere decir que el mal mantiene aún la herida abierta".

El genocidio empezó el 24 de abril de 1915 en Estambul con el asesinato de 600 notables armenios. A finales del verano, dos tercios de los armenios de Turquía habían muerto "en condiciones terribles", según testimonios y textos documentados. El Vaticano ya se movilizó entonces -la Silla de San Pedro la ocupaba Benedicto XV- para frenar la matanza y las deportaciones, pero sin éxito. Ahora ha comenzado a desempolvar sus documentos secretos, pruebas y testimonios de aquellos acontecimientos trágicos, para que se conozca toda la verdad. En 2013, con motivo de la exposición 'Lux in arcana' (Luz sobre el misterio), el responsable de los archivos vaticanos describió casos de torturas en aquel proceso de exterminio masivo. "Los soldados otomanos hacían apuestas sobre el sexo de los fetos de las mujeres embarazadas antes de descuartizarlas para saber el resultado", denunció con horror monseñor Sergio Pagano.

El historiador alemán Michael Hesemann es uno de los que han estudiado los archivos secretos. El especialista constata los esfuerzos de Benedicto XV y de la diplomacia vaticana, a través del delegado apostólico en Constantinopla, para detener las deportaciones de armenios al desierto de Siria y evitar la masacre. El historiador sostiene que la matanza formaba parte de un plan más amplio para exterminar a todas las minorías no musulmanas en el Imperio Otomano. Lo que había comenzado como una experiencia revolucionaria del movimiento de los Jóvenes Turcos -muchos de ellos ilustrados y formados en París- para modernizar el Imperio, se convirtió en una persecución multiétnica "para preservar la unión sagrada de la raza turca".

La república de Armenia hunde sus raíces en una de las civilizaciones más antiguas del mundo. Su adhesión al cristianismo data del año 301, con lo que se convirtió en el primer país en adoptar este credo como religión de Estado. Roma acoge estos días una exposición titulada 'Armenia, el pueblo del Arca', en el que se presenta el origen de este pueblo, que se formó en el siglo VII a. C. en la cima del monte Ararat (Turquía), donde la tradición católica sitúa el lugar donde se detuvo el arca de Noé tras el Diluvio Universal. Se muestran cruces, piedras preciosas, tapices y manuscritos que sobrevivieron al genocidio. Entonces fueron derribadas más de 1.400 escuelas, 1.860 iglesias, 229 monasterios y 83 residencias religiosas, según se relata en la muestra de la capital romana.

El Gobierno turco no ha podido parar el rosario de países que han reconocido aquellas masacres como un genocidio. Lo han hecho Canadá, Argentina, Bélgica, Francia, Italia, Rusia, Líbano o Uruguay. También el Parlamento Europeo, la subcomisión de Naciones Unidas para la Prevención contra la Discriminación y la Protección de las minorías, la que se encarga de los crímenes de guerra, y el Consejo Ecuménico de las Iglesias. La posición del Ejecutivo de Ankara en esta cuestión es un asunto que traspasa las líneas morales, puesto que más allá de la necesidad de la memoria, de la verdad y de la justicia, el reconocimiento de aquel exterminio como genocidio es una de las principales exigencias de la UE para tramitar la entrada de Turquía en la organización.

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