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Las primeras damas Ida Odinga (Kenia), Laraba Tandja (Niger), Penehupifo Pohamba (Namibia), Thandiwe Banda (Zambia), Maria da Luz Dai Guebuza (Mozambique), Mathato Sarah Mosisili (Lesoto), Sia Nyama Koroma (Sierra Leona), y, sentadas, Adelcia Barreto Pires (Cabo Verde), Chantal Biya (Camerún), Ana Paula Dos Santos (Angola), la reina Inkhosikati LaMbikiza de Swazilandia y Turai Umaru Yar’Adua (Nigeria), en una cumbre de esposas de presidentes africanos en 2009.
El club de las primeras arpías

El club de las primeras arpías

Tienen fama de corruptas, despóticas y derrochadoras y han medrado a la sombra de sus poderosos maridos. África es su hábitat natural, aunque arraigan por todo el mundo

Gerardo Elorriaga

Sábado, 22 de abril 2017, 03:01

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La tentación resulta irresistible arriba, allí donde se concentra el poder sin cortapisas. Los dictadores suelen confundir los recursos nacionales con los propios y entienden que el Tesoro Público es un botín al alcance del más osado. Pero las primeras damas a menudo tampoco resultan ajenas a esta fascinación. Al lado de un gran hombre suele haber una gran mujer, y a la vera de un dirigente con maneras autoritarias encontramos esposas que se dejan seducir por el nepotismo, el soborno y otras formas de corrupción. Las hay que llegan a mandar tanto como ellos, asumen cargos oficiales, presiden con similar despotismo entidades benéficas o políticas, incluso corren la misma suerte que sus cónyuges, caso de Elena Ceaucescu, fusilada por el pelotón de ejecución que acabó con el tirano. Algunas, que abusan impúdicamente de sus privilegios o se implican en la política local, concitan la mayor animadversión. El ranking de las más detestadas comprende first ladies de todo el mundo, aunque predominan las compañeras de jerarcas africanos, presidentes de países nominalmente democráticos pero que practican el autoritarismo y han amasado grandes fortunas mediante el saqueo de sus respectivos erarios y recursos naturales.

Sara Netanyahu I Israel

Irascible, autoritaria y aficionada a los regalos

Que Sara Netanyahu desviara a su villa privada el mobiliario adquirido para la residencia oficial de su marido, el primer ministro israelí, o se quedara con el dinero reembolsado por devolver miles de envases de bebidas compradas con fondos públicos, no supone el mayor de sus problemas. Esta psicóloga se ha construido una imagen de persona irascible, habituada al trato despótico con el personal doméstico. La pareja se encuentra bajo sospecha por haber recibido carísimos regalos por valor de 125.000 euros, como champán rosado y joyas, de un productor de Hollywood al que habrían facilitado la obtención de un visado de residencia en Estados Unidos. Interrogada por la Policía hebrea, la mujer del estadista arguyó que «los regalos son normales entre amigos». Recientemente, la primera dama ha llevado a los tribunales a un periodista por afirmar que había parado una caravana oficial para echar del coche a gritos a su marido en mitad de la noche. La han acusado de tratar despóticamente a sus subordinados, pagarles por debajo del salario mínimo y abusar del alcohol.

Antoinette Sassou Nguesso I Congo

Una carísima fiesta de cumpleaños en St. Tropez

La afición a los obsequios caros y de dudoso origen de la irascible primera dama hebrea se antoja peccata minuta ante los excesos que se le atribuyen a Antoinette Sassou Nguesso, la esposa del presidente de la República del Congo. Muchos de sus súbditos la odian por ser su madre popo u originaria de Benin, pero, en realidad, el prestigio de la también presidenta de la entidad benéfica Asistencia Congo se hundió irremisiblemente hace cuatro años, cuando el país supo de la fiesta celebrada en Saint Tropez por su septuagésimo cumpleaños. La televisión local censuró la cobertura del evento, al que los invitados acudían en jet privado, pero trascendió que el fasto había costado un millón de euros. Según la homenajeada, la factura había sido asumida por sus amigos, pero resulta sospechoso que, incluso entre las élites, la generosidad llegue a tanto.

Las ONG Sherpa y Transparencia Internacional han contribuido a hundir reputaciones y enemistar a los dirigentes con sus pueblos. Hace diez años, una denuncia de ambas entidades sobre bienes mal adquiridos cuestionó el origen de la inmensa fortuna de tres longevos presidentes de la región, entre ellos el de Sassou Nguesso. La demanda desvelaba el desvío de fondos, generalmente procedentes de las regalías sobre la exportación de petróleo, y el monopolio del clan familiar sobre todos los sectores económicos punteros. Según el esquema difundido por la investigación, el padre gobierna y la esposa e hijos controlan las compañías nacionales y expanden sus negocios a la construcción, la hostelería y las comunicaciones. La animadversión hacia Antoinette se extendió al primogénito Denis Christal, popularmente conocido como Kiki Le Petrolier (Kiki el Petrolero).

Chantal Biya I Camerún

Una segunda esposa que derrocha mal gusto

A veces, la mejor defensa es un buen ataque. Cuando el prestigio de Chantal Biya se vino abajo, no dudó en responder con una denuncia que provocó el encarcelamiento de su responsable. El libro La bella de la república bananera: De la calle al palacio recordaba que en 1994, una humilde mulata de 23 años se convirtió en la prometida del presidente camerunés y luego en la segunda esposa del mandatario, ya con 61, para aprovechar una ocasión única en la vida de una camarera de Camerún. La obra retrataba su opulento tren de vida y, por faltar supuestamente a la verdad y el honor, su autor, Bertrand Teyou, acabó entre rejas. Las organizaciones de derechos humanos lo calificaron de preso de conciencia y el revuelo propició una mayor divulgación del presunto libelo.

Más allá de los asuntos judiciales, la opinión pública detesta la extravagancia y escaso sentido del ridículo de la primera dama, por otra parte adalid de la lucha contra el sida. Resulta altamente improbable que Chantal o Chantou, como es conocida popularmente, conozca a la cantante española Martirio, pero puede rivalizar con ella en tocados imposibles. El vestuario kitsch, el maquillaje excesivo y los peinados leoninos le han proporcionado un estilo propio e incalificable, que destaca aún más en sus intervenciones ante los medios, espontáneas y carentes de mesura. Sin embargo, es una buena clienta de Dior, Chanel y Hermés, ya que reside buena parte del año en alguna de sus numerosas posesiones francesas.

Grace Mugabe I Zimbabue

Inmensamente rica por las minas de diamantes

La perspicacia y la iniciativa empresariales caracterizan a estas señoras presidenciales, don que también ostenta Grace, la esposa del zimbabuo Robert Mugabe, el dictador más longevo a sus 93 años de edad. A pesar de la dramática ruina que sufre la república africana, ella ha manifestado una extraordinaria capacidad para amasar una enorme fortuna -al parecer procedente de la industria diamantífera, según revelaron los documentos de Wikileak-, erigir palacios y comprar posesiones en Hong Kong y Malasia, posiblemente como refugio si el rumbo político del país cambia abruptamente. Pero la animadversión no sólo procede de un ritmo de vida en desacuerdo con la miseria nacional. El pueblo, y sobre todo la comunidad académica, se escandalizó cuando a la hábil emprendedora se le otorgó el título de doctora en Sociología tan sólo dos meses después de matricularse en el programa universitario y, al parecer, sin entregar tesis alguna.

Asma al Asad I Siria

Bella y refinada pero quemada por la guerra

Asma al Asad no encaja en el perfil habitual de la odiada primera dama. A esta distinguida siria con acento british no se la relaciona con el tráfico de poder y el despilfarro. Frente al mal gusto habitual de las advenedizas, ella expresa el refinamiento adquirido en el seno de una familia acomodada y la vida cosmopolita en su Londres habitual. Pero quien fuera icono regional de estilo, en dura pugna con Rania de Jordania, se ha convertido en otra mala de libro por razón de su cónyuge. Occidente no perdona al matrimonio la ocasión perdida para democratizar Siria, sumido en una devastadora guerra civil que ha ocasionado más de 300.000 muertos.

Bun Rany I Camboya

Ordenó el asesinato de la amante de su marido

La historia de Bun Rany, la más desconocida, es digna de una telenovela latinoamericana, pero, en realidad, se trata de un drama oriental. La esposa de Hun Sen, primer ministro camboyano, compartió con su marido penalidades sin cuento. Ambos pertenecían al Khmer Rojo, una guerrilla que decidía absolutamente sobre el destino de sus miembros y tuvieron que llevar su noviazgo en secreto porque tal costumbre, un tanto occidental y decadente, era repudiada por el mando. Además, el joven miliciano perdió el ojo izquierdo en combate y sus superiores decidieron que no era apto para casarse con su amada. Tras vencer las reticencias, consiguieron el permiso, pero las desgracias se sucedieron. Su primer hijo falleció el día del alumbramiento al caer de las manos de una enfermera y la sublevación armada del marido contra el régimen provocó el encarcelamiento durante dos años de la mujer. El triunfo de Hun Sen sobre la dictadura comunista permitió la liberación de la mujer y el reencuentro definitivo de ambos.

La historia tenía los mimbres para generar una epopeya familiar, pero el poder parece empozoñar incluso a los salvadores de la patria. A lo largo de los últimos veinte años, el que fuera el más joven dirigente del mundo se ha convertido en un tirano, la principal figura de otro régimen sumido en la corrupción. Su esposa ha sido acusada de utilizar su título de vicepresidenta de la Cruz Roja en el país para canalizar la red clientelista del Gobierno, aunque la acusación más grave es digna de ese culebrón que anunciábamos.

La mayor sombra sobre Bun Rany aparece ligada con un asesinato. En 1999, la popular actriz camboyana Pisith Pilika fue tiroteada mientras hacía compras en un mercado de la capital y falleció siete días después. El escándalo llegó cuando el semanario francés LExpress acusó a la mujer del primer ministro de ser la inductora del crimen, ya que la víctima y Hun Sen mantenían un idilio en secreto. La aludida anunció una demanda por difamación que no llegó a materializar. El caso sigue sin resolverse por la Policía.

Simone Gbagbo I Costa de Marfil

Del poder absoluto a la destitución y la cárcel

Pero, sin duda, la relación de amor y odio intensos alrededor de las esposas de mandatarios tiene a Simone Gbagbo como principal ejemplo. Costa de Marfil se halla dividida en torno a la inocencia o culpabilidad de la mujer del presidente en los disturbios posteriores a las elecciones de 2010. La antigua líder sindical y activista en pro de la democracia llegó al poder en 2000, tras el triunfo en las urnas de su marido Laurent. Diez años después, ambos se opusieron a cederlo tras la victoria de la oposición. Tres mil personas murieron en los cinco meses de contienda civil. A Simone, denominada la Hillary Clinton del trópico, se le achacó la creación de escuadrones de la muerte encargados de amedrentar a los rivales políticos.

El matrimonio acabó apresado en su residencia oficial y sus captores lo retrataron, temeroso y humillado, sobre el lecho conyugal. Él fue enviado a la Corte Penal Internacional de La Haya y ella, juzgada en su propio país. En 2015, la antigua mujer fuerte de Costa de Marfil fue condenada a 20 años de reclusión por la comisión de delitos perpetrados durante el conflicto postelectoral, y el Tribunal Supremo de su país acaba de absolverla de la Comisión de Crímenes contra la Humanidad. Simone es la excepción que garantiza la impunidad de la que gozan estas primeras damas, amadas por sus publicitados actos de beneficencia y odiadas por su lujoso tren de vida, su corrupción y su arrogancia.

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