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Luis López
Domingo, 28 de agosto 2016, 01:56
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A uno no le queda más remedio que sentirse un poco ridículo cuando lleva casi dos horas sentado en el suelo en una postura bastante incómoda sobre un cojín de terciopelo finísimamente bordado, al lado de un jeque catarí que sólo habla de sus visitas ...
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