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Juan Celaya, durante un acto en 2004.
Adiós al empresario del rayo vasco

Adiós al empresario del rayo vasco

Fallece a los 95 años el industrial y mecenas de la cultura vasca Juan Celaya, presidente de Cegasa, Tuboplast e Hidronor

Julio Arrieta

Jueves, 11 de agosto 2016, 01:11

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El empresario Juan Celaya, quien fuera presidente ejecutivo de Cegasa, Tuboplast e Hidronor, murió en la madrugada de ayer a los 95 años en su localidad natal, Oñati. El industrial guipuzcoano reflejó como pocos la figura modelo del emprendedor vasco. De hecho, la palabra recurrente para definirlo solía ser arquetipo, es decir, un patrón ejemplar de una realidad. Celaya encarnó, en efecto, todas las características que adornan la figura idealizada del empresario euskaldun: el apego irreductible a las raíces, la iniciativa, la capacidad de trabajo y el compromiso con la cultura y el deporte vascos.

Ayer, las primeras noticias que recogían su deceso dedicaban casi tanto espacio a los logros empresariales de Celaya como a su apoyo a las ikastolas, su relación con la diáspora vasca, de la que afirmaba sentirse parte, y al patrocinio de la primera expedición vasca al Everest (en 1974), que aunque no alcanzó la cumbre causó más impacto social que la que sí acabaría haciéndolo en 1980.

Si para dos generaciones por lo menos la palabra pila evoca la imagen de un pequeño cilindro azul de plástico que genera electricidad, es por Juan Celaya. Nacido en 1920, se crió en el caserío familiar de Oñati. Tras doctorarse en ingeniería en Bilbao, se incorporó en 1959 a Cegasa (de Celaya-Emparanza-Galdós Sociedad Anónima), empresa fundada por su padre en 1934 gracias a la inspiración de un pariente vasco chileno. Bajo su dirección nació y se popularizó la pila por excelencia, la de toda la vida, la azul con la marca Tximist (de tximista, rayo en euskera), en la que se sustituía el defectuoso envoltorio de cartón que hasta entonces cerraba las celdas galvánicas por el más eficaz de plástico.

Este avance dio paso a otra empresa liderada por Celaya, Tuboplast, cuya función inicial era proporcionar las envolturas plásticas, que fue seguida por Hidronor, dedicada a la recuperación, tratamiento y gestión de residuos industriales. Gracias a la innovación que supuso la introducción del plástico y a una red de distribución ejemplar que llegaba prácticamente a cualquier pueblo, Cegasa se convirtió en un notable emporio que, sin embargo, acabaría haciendo aguas en 2014 cuando la firma, con fábricas en Vitoria y Oñati, presentó concurso de acreedores. Para el anecdotario queda que entre sus trabajadores estuvo durante 14 años el actual secretario general de ELA, Adolfo Muñoz, Txiki.

El carácter emprendedor de Celaya le llevó a adentrarse en otros sectores. Así, fue copropietario de Bodegas Lan y de Conservas Ulecia. En la actualidad presidía el consejo de administración del Grupo Noticias. Soltero y sin hijos, Celaya era propietario de un pequeño enclave alavés, Larrinzar, pueblecito que quedó deshabitado tras la construcción del embalse de Ullibarri Gamboa y que el empresario convirtió en su refugio personal.

Reconocimientos

Mecenas euskaltzale entregado, apoyó la creación de ikastolas y de UZEI (Instituto Vasco de Servicios Universitarios), así como la Euskal Kulturaren Aldeko Fundazioa (Fundación Vasca en favor de la Cultura), institución que presidió. Toda esta labor le hizo merecedor de una lista de reconocimientos impresionante. En 2000 recibió el Premio Sabino Arana y la distinción Lan Onari del Gobierno vasco. Dos años después recogió el premio Antton dAbbadia entregado por la Diputación guipuzcoana, institución que un año después le otorgó la Medalla de Oro de Gipuzkoa, junto al obispo emérito de Donostia José María Setien y al periodista Iñaki Gabilondo.

Precisamente la Diputación de Gipuzkoa fue la primera institución que reaccionó tras la muerte de Celaya. El diputado general, Markel Olano, le definió como «persona ejemplar» e «incansable empresario, emprendedor y euskaltzale». «Su compromiso decidido, generoso y efectivo ha servido para impulsar numerosas iniciativas ligadas a la cultura, la lengua vasca y el deporte». Desde la Diputación de Álava, Pilar García de Salazar, teniente de diputado general y diputada de Desarrollo Económico, lamentó la pérdida de «un empresario de primer nivel. Un hombre que eligió asentarse en Álava para ser miembro activo de nuestra sociedad y de nuestro tejido industrial», además de gran amante y defensor «de todo lo relacionado con Euskadi y los euskaldunes». El funeral se celebrará hoy a las siete de la tarde en la iglesia de San Miguel Arcángel, en Oñati.

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