Borrar
El pago a través del móvil está ampliamente extendido entre los suecos.
¿Cómo se vive sin dinero en efectivo?

¿Cómo se vive sin dinero en efectivo?

En España el 46% de las transacciones económicas se hacen con monedas y billetes. En Suecia solo el 5%. Allí las gominolas y el billete del autobús se pagan a través de una aplicación del móvil. Nos lo cuenta un vasco que vive en Estocolmo, donde ha descubierto «la versión 2.0 del bote de toda la vida»

Yolanda Veiga

Martes, 5 de julio 2016, 17:56

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

'Money, money, money', cantaba ABBA. Y en el videoclip se intercalaban imágenes de lujosos descapotables, con descorches de champán y montones de monedas, nuevas, brillantes, como un botín recién descubierto. Los suecos manejaban 'money'. Lo siguen haciendo. Antes en 'cash', ahora de plástico. El dinero en efectivo solo representa el 2% de la economía nacional y están a un tris de hacer desaparecer por completo las monedas y los billetes, en favor de las tarjetas de crédito y las aplicaciones de móvil, que los suecos usan hasta para pagar un paquete de chicles.

Lo cuenta Aimar Pascual, un bilbaíno de 36 años que acaba de mudarse a Estocomo después de cuatro años viviendo en Londres. «En España jamás he pagado una cerveza con tarjeta, pero aquí es lo normal. Una cerveza, un café, hasta unas gominolas que no me costarían más de dos euros al cambio». En Suecia lo del 'cash' es cultural, pero en Dinamarca es ley. Desde el 1 de enero los comercios daneses pueden negarse a aceptar dinero en metálico, que quedará completamente eliminado en 2030. En Suecia no está legislado pero están más acostumbrados incluso que los daneses a pagar con tarjeta y solo el 5% de las compras pequeñas se hacen con monedas y billetes, frente al 25% de Dinamarca (antes de entrar en vigor la ley). En España las transacciones en efectivo todavía suponen el 46%, según datos del Colegio Vasco de Economistas.

El salto al 'plástico' no es solo una cuestión cultural, también es una herramienta en la lucha contra el fraude. En 2012 el Gobierno español limitó los pagos en efectivo a 2.500 euros, pero los economistas piden más pasos. «¿Qué utilidad tienen los billetes de 500 euros? El primer paso sería suprimirlos porque son los menos usados y además están asociados a actividades ilícitas: droga, tráfico de mujeres...». El BCE dejará de emitir este tipo de billetes a partir de finales de 2018. La cara B de las transacciones sin billetes es la pérdida de la intimidad. «Cuando pagas con tarjeta o con el móvil estás dando mucha información. Qué has comprado, quién, cuándo, el dinero gastado... Es más rápido, cómodo y seguro pero pierdes anonimato. Habría que desarrollar un sistema que ofrezca garantías para que no sea fácil acceder a esa información o prohibir la explotación comercial de esos datos», sugieren en el Colegio Vasco de Economistas.

En Suecia se podría llenar un libro más gordo que el listín telefónico con los extractos de los pagos con tarjeta. Porque si no todo, casi todo se paga así. «En un supermercado el chico que estaba delante de mí en la cola abonó dos refrescos con tarjeta, otro un paquete de patatas, otro más un helado, apenas hay máquinas de la 'OTA' que acepten monedas y en el autobús hace más de diez años que no las cogen tampoco», explica Aimar. Y a propósito del autobús rescata una anécdota vivida el verano pasado en Granada junto a Patricia Assarson, su pareja, natural de Suecia. «Subimos al mirador de San Nicolás para ver la puesta de sol con la Alhambra de fondo y la autobusera se metió el billete directamente en el pecho. Imaginamos que sería para evitar que le robaran pero lo hizo delante de nosotros, sin disimular».

A él le hizo gracia el detalle pero su novia no daba crédito. Confirmó que 'Spain is different'. Muy diferente, porque los abuelos de Patricia, que tienen 90 años, hacen la compra por internet y también las gestiones del banco. Por comodidad y por otra cuestión que un sueco da por normal pero a un español no se le escapa: para evitar el contacto físico. «Aquí hay una cadena de hamburgueserías tipo Mcdonalds que se llama Max, es sueca y tiene máquinas expendedoras para hacer el pedido. Pagas con tarjeta y te da un numero para recoger tu pedido. Lo hacen para no tener que hablar con el que recoje el pedido. Eso de evitar el contacto es algo que había visto en una serie de Netflix. Era sobre un americano que se muda a Suecia por amor y a la hora de salir de casa miraba por la mirilla para comprobar que no había otro vecino bajando la escalera. Yo pensaba que era una exageración para hacer el 'sketch'. Pero no, de hecho mi pareja lo ha hecho alguna vez. Y a mí me entra la risa».

Otro 'choque' cultural que ha vivido Aimar en los seis meses que lleva viviendo en el país nórdico: ha descubierto «la versión 2.0 del bote de toda la vida». «En Suecia es costumbre que cuando se sale de trabajar los compañeros de la oficina se toman el 'fika', un café con algún pastelito. Paga uno todas las consumiciones con su tarjeta pero inmediatamente los demás le transfieren el dinero a través de una aplicación del móvil. Aquí cada uno se paga lo suyo, lo de invitar no se lleva».

El móvil, de hecho, se está convirtiendo en el modo habitual de pago. «He visto a más de uno usar su aplicación de móvil para recargar la tarjeta del autobús y después pagar el tique. También hay máquinas expendedoras para recargar el billete del bus que solo aceptan tarjetas y dos lugares donde aún se puede pagar en metálico: las ventanillas de las paradas de metro y las 'pressbyra', que son las típicas tiendas como en España donde te venden periódicos, tabaco, chucherías...».

Aimar viajará este año a España, otra vez a Andalucía, de donde es originaria su familia. «Mi novia casi siempre va sin dinero en efectivo en la cartera y yo cada vez llevo menos, sobre todo desde que me fui a vivir a Londres, donde apenas se paga en metálico. Pero en España no se me ocurriría. Por lo menos llevo 10 o 20 euros para comprar esas cosas pequeñas, una cerveza, un café, un pintxo de tortilla...». Le ocurre que cuando vuelve a Suecia siempre lleva unos euros que le han sobrado y los cambia por coronas. Y le cuesta darles salida. «Tenemos una pizzería al lado de casa y una noche pagué una pizza con un billete de 500 coronas suecas, unos 50 euros al cambio. El chico que me atendió tuvo que ir a buscar cambios porque no están acostumbrados a que alguien pague con un billete tan 'grande'».

Diez veces más pequeño que esos de 500 que circulan por España, el país junto con Austria que más los utiliza. Las encuestas dicen que que el 56% de los europeos no ha visto jamás uno. Una proporción a buen seguro más alta entre los suecos.

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios