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El aceite es el producto que más se ha encarecido los últimos ocho meses.
Freír unas patatas enciende… el bolsillo: la otra cara de un IPC negativo

Freír unas patatas enciende… el bolsillo: la otra cara de un IPC negativo

El aceite se ha encarecido más del 20% en un año por la mala cosecha, mientras la caída del petróleo ha reducido el precio de los carburantes, la electricidad y el gas, y ha dado un poco de tregua a la economía doméstica

Yolanda Veiga

Lunes, 18 de abril 2016, 01:46

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¿Peligra la dieta mediterránea? Sus cualidades son innegables y no existe riesgo de desabastecimiento de la huerta, pero el precio de sus elementos más básicos se ha encendido de forma alarmante. De hecho, encabezan la lista de los productos que más han subido en el último año -entre un 5% y un 20%-, a pesar de que la inflación en España ha caído un 0,8% en ese periodo y acumula ocho meses en negativo. Un retroceso fruto del abatamiento del petróleo -los carburantes han bajado un 14,4% en este tiempo-, que contrasta con el alza del aceite (20,6%), las patatas (14,5%), la fruta, las hortalizas y los alojamientos hoteleros (11,2%) por el 'boom' del turismo, según el IPC de marzo que acaba de hacer oficial el Instituto Nacional de Estadística.

La inflación global está en numeros rojos (-0,8%), pero la subyacente, que excluye los bienes más volátiles (la energía y los alimentos frescos), ha aumentado un 1,1%. «Que esta estuviera también en negativo sería muy preocupante. Al consumidor le puede parecer estupendo, pero no es bueno para la economía», advierte Joseba Barandiarán, miembro de la Junta del Colegio Vasco de Economistas. No le sorprende mucho la foto 'fija', una imagen que empieza a resultarnos familiar, con la bajada del petróleo en el centro de la imagen. «Es fundamental y provoca la bajada también del butano, el gasóleo, el carbón... y de servicios como el transporte o la calefacción. Si tú puedes calentar la casa con electricidad o gas natural y una de las dos se abarata un 50%, lo otro también tendrá que hacerlo si quiere ser competitivo», explica el economista.

En el otro extremo, el aceite, que se ha encarecido un 20,6% en doce meses. Un arreón que tiene explicación: «El año pasado la cosecha de aceituna fue muy mala por la sequía que hubo en Jaén, Córdoba... España es el principal productor de aceite y si la cosecha es escasa el precio sube inmediatamente porque no solo hay menos, es que la gente se anticipa a comprar porque sabe que subirá más. Si este año la cosecha es buena los costes se abaratarán automáticamente. Son productos que fluctúan, que basculan mucho, porque dependen de las condiciones meteorológicas», explica Barandiarán.

No parece tanto el caso de la patata, un producto mucho más estable pero que ocupa esta vez el segundo lugar en el listado de incrementos significativos con un llamativo 14,5% y que ha convertido unas patatas fritas en casa en un menú casi de lujo. También tiene 'truco': «La patata no está sujeta a un precio, depende de la demanda y la oferta. Ha habido menos siembra, menos producción y por eso el precio tiene ese componente alcista», explica Javier Fernández, presidente de la Asociación de Productores de Patata de Siembra de España.

¿Por qué se ha sembrado menos?

Porque el año anterior hubo un exceso de producción y acabamos vendiendo por debajo de coste. Si ahora vendemos a 50 céntimos el kilo, el año anterior se empezó con treinta y tantos y el precio se derrumbó enseguida. Francia tenía mucha patata almacenada que sacó muy barata y eso obligó a todos a bajar los precios.

Y la demanda, ¿también fluctúa?

No, es bastante estable, pero desde hace años tira a la baja. Ahora estaremos en los 21 kilos por habitante y año, cuando hace dos décadas superábamos los 50 kilos. Pero llegaron los alimentos precocinados y comieron mucho terreno porque la gente no cocina. A ver si los chefs de la tele animan a la gente a comer patatas.

«Amazon no vende cafés»... al menos de momento

  • Ha subido el precio del café un 1,1% (aunque la leche ha bajado un 3,6%), los refrescos (1,8%), la cerveza (1,1%), el vino (0,7%)... ¿Y saben por qué? Porque no se pueden comprar en Amazon. La explicación, así expresada, resulta chocante, pero en palabras de Joseba Barandiarán tiene toda la lógica «Hace unos años nadie compraba ropa por internet. Ahora sí. Unos zapatos, una camiseta, un disco... Las tiendas no solo tienen la competencia de los otros establecimientos de la misma calle, a esto se ha unido la competencia de las tiendas virtuales. Hoy se pueden comprar muchísimas cosas en Amazon, pero Amazon no me va a traer un café o una cerveza. Voy a seguir teniendo que ir a tomarlo al bar. Estos bienes no son 'movibles', dependen de un lugar físico al que ir, el bar, y por eso tienen tendencia al alza».

Comemos cada vez menos patatas... y menos pescado, que también está más caro (un 3,3% más el fresco y un 4,3% el congelado, frente a las bajadas en torno al 2% de la carne) pero salimos más de vacaciones. Al menos más que durante la época más dura de la crisis. De ahí que las tarifas de los hoteles dibujen una línea 'in crescendo': 11,2% en el último año. «El país está tirando a saco del turismo. No habrá comunidad que no haya batido este año su récord de visitantes. El Norte de África y Grecia están como están y eran los destinos tradicionalmente competencia de Baleares y el Mediterráneo, que se están llenando de turistas». En todo caso, advierte el economista, estas subidas no se deben tanto a que se hayan disparado los precios, sino a un 'reajuste' natural tras años de caída. «Durante la crisis el sector hotelero sufrió mucho y bajó precios incluso a la mitad. Ahora eso se está revirtiendo».

El precio de los coches también ha subido, y ocurre un poco parecido. «Las matriculaciones igual han crecido un 20% en el último año y es una subida importante que, indudablemente, lleva a precios más altos. Cuando ves que entra más gente al concesionario no hay tanta presión por vender y puedes vender más caro».

Se compran más coches (y más caros) y la gente se va más de vacaciones porque el consumo interno, aunque contenido, «apunta a una recuperación». «El Euribor está a cero y la gente dispone de más dinero porque paga menos de hipoteca. Además, la gasolina cuesta menos y como cogemos el coche todos los días, se nota el ahorro. Y los impuestos directos en muchas comunidades, aunque no en Euskadi, también han bajado».

La mitad de los diez productos que más han bajado de precio son teléfonos, cámaras de fotos, ordenadores... La tecnología es cada vez más barata.

Y lo es pese a que la calidad va mejorando. Pero es un mundo en el que todo cambia muy rápido, se queda obsoleto y hay mucha competencia. Las compañías telefónicas sacan tarifas cada vez más bajas. Ayer mismo veía una oferta nocturna con precios muy baratos. Y funciona porque tiene público, por ejemplo los adolescentes, a los que seguro que les compensa pagar menos aunque solo pueda descargarse cosas y hablar con sus amigos por la noche. Pensemos ahora en los GPS para el coche. ¿Quién necesita uno ahora que todos los móviles incorporan un navegador? Y lo mismo ocurre con las cámaras de fotos. Cada vez más gente hace fotos con el teléfono.

Los datos de la variación anual del IPC tienen también una lectura 'local', por comunidades. Y abundan las diferencias. En Euskadi, por ejemplo, los aceites se han encarecido un 22,7% pero las patatas algo menos que la media: 10,6%. Y la calefacción y el alumbrado se ha abaratado, pero no tanto como en otras comunidades: -11,7%. «Para hacer una lectura exhaustiva de los datos habría que saber qué precios están tomando como referencia para la medición y qué circunstancias 'locales' pueden alterarlos. Pongamos el ejemplo de una ciudad donde va a llegar una nueva empresa de supermercados con precios más aratos. Es muy probable que eso obligue a las ya existentes a bajar también los suyos y alteraría la estadística porque es una causa puntual. O quizá en Navarra sale que los productos farmaceúticos son más baratos que en ninguna otra comunidad pero se explica porque hay el doble de farmacias. O en Badajoz el billete del autobús cuesta más pese a que ha bajado la gasolina. ¿Y eso por qué? Pues porque el Ayuntamiento podría necesitar ingresos y en lugar de reducir las tarifas las han mantenido o incluso las ha subido. Esas circunstancias locales explican muchos de los cambios, aparentemente inexplicables, entre comunidades».

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