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MANUELA DÍAZ
Lunes, 25 de abril 2016, 09:50
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Un río de color verde se abrió paso ayer en el centro de Durango. La primera edición de la Carrera Familiar de la villa que organiza EL CORREO resultó toda una fiesta donde más de 600 participantes tomaron la salida en una oda al deporte social y familiar. En la línea de salida, los más deportistas calentaban aun a sabiendas de que no habría ganador, los padres más osados comprobaban que sus retoños estuvieran bien sujetos al carrito y aitites como Antonio, de 56 años y vecino de Durango, agarraban fuerte la mano de su nieta Aitana de 4, ansioso por compartir con "la pequeña de la casa" su pasión por el deporte y el running.
"Con pruebas como esta todo es a ganar, los niños están encantados, el ambiente es inmejorable y encima colaboras con una buena causa, hasta nos han respetado las nubes y no cae ni una gota", comentaba María Villarino, de 34 años, que participaba con su suegra, cuñados y sobrinos. Y es que los seis euros que aportaron por inscribirse en la prueba que patrocinó Baqué, junto a BBK, Ayuntamiento de Durango, Gobierno vasco, Vodafone, Artea, Coca-Cola y BM, fueron a parar a la asociación de familias con necesidades especiales del Duranguesado Geu Be. Una asociación muy querida en la comarca y que en sus 13 años de vida ha logrado salvar con éxito la batalla de la integración de personas con discapacidad intelectual en la comarca. "Hemos corrido de tú a tú y la gente ha respondido", señalaba Carmen Gerrikagoitia, presidenta de la asociación que aglutina a 54 familias de todo el Duranguesado y 38 voluntarios. El colectivo recibirá los 810 euros recaudados de las inscripciones, donde cada grupo de corredores aportó seis euros. Un cheque que la presidenta de la Fundación Baqué, Esther Eguren; la alcaldesa de Durango, Aitziber Irigoras; y Virginia Sagarduy, de EL CORREO, entregaron en persona a Gerrikagoitia.
A las 11 de la mañana, la marea verde agolpada en Landako comenzó a moverse en dirección al río para, tras pasar por la pista de atletismo, el polideportivo y el centro de salud, regresar al punto de salida. Un circuito de 1,3 kilómetros que no dejó de bombear corredores hasta poco antes de las doce. Los primeros en llegar fueron Aketza Herrero, de siete años, junto a sus padres Alberto y Mertxe. "Ha salido como una moto, encantado de correr con nosotros", apuntaba Alberto de Durango. Al igual que muchos de los asistentes habían participado en otras carreras de EL CORREO, como la de Bilbao o Zierbena. "Si hicieran más, mejor", aseguraba Alaitz Olana, que participó junto a sus hijos Irati y Ekain Bengoetxea, de 5 y 3 años, y su padre Pedro, de 73. Y así será. Tras la prueba, Virginia Sagarduy adelantó que, "encantados de tanta respuesta", habrá nuevas ediciones.
Una cuadrilla de prejubilados, de 61 años y procedentes de Ermua, Matiena y Bilbao, se abría hueco entre Maria Eugenia Olabegoia, de 64 años, y sus nietos Luken y Matin, de 3, que decidieron dejar en casa la camiseta oficial de la carrera y enfundarse la del Athletic. Entre tanto, la duranguesa Ane Larrabeiti, de 32 y con síndrome de Down, se lanzaba en un sprint final a la meta junto a su tía Itziar, de 60. "Ahora tenemos Coca-Cola y baile", recordaba nerviosa tras participar en su primera carrera. Poco antes llegaba Esther Eguren, presidenta de Baqué y principal patrocinador de la prueba, tras haber realizado dos vueltas al circuito. "Con el día que se esperaba me parece increíble que haya participado tanta gente pero Durango es así. Cada vez que se organiza algo aquí, la respuesta es espectacular", señalaba. Los vecinos del municipio "se han volcado en la prueba", insistía la alcaldesa, Aitziber Irigoras.
Y si todos se llevaron un buen sabor de boca, cinco de ellos fueron los afortunados que se ganaron además una bicicleta tras la carrera. "El año que viene repetiremos porque nos gusta el deporte y porque, si vamos a las carreras de otros pueblos, cómo no vamos a hacer una aquí y más con esta causa", explicaba la agraciada Ana Hernández. Además de afortunada, fue una de las osadas porque se atrevió a completar los 7,5 kilómetros de la prueba junto a su sobrino Asier, de 9 años, y su hermana Esti, del club de salvamento de Durango.
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