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Serena Williams felicita a Garbiñe Muguruza por su victoria en Roland Garros 2014.
Los motivos para creer en Garbiñe ante Serena Williams
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Los motivos para creer en Garbiñe ante Serena Williams

La tenista de origen vasco, que no ha cedido un solo set desde su primer cruce, combina un físico privilegiado con una madurez absoluta y recuerda que París fue el escenario de su única victoria contra la número 1

Iñigo Crespo

Sábado, 4 de junio 2016, 00:25

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Garbiñe Muguruza creció con Serena Williams como espejo. La tenista de origen vasco soñaba con parecerse a la estadounidense, llamada a dominar el mundo de manera implacable. Aquella admiración, sin embargo, se ha tornado ahora en una rivalidad feroz. La hispano-venezolana está convencida de que algún día alcanzará el trono del tenis mundial, y sabe que arrebatárselo a la menor de las Williams sería el giro perfecto para la historia que comenzó a construir cuando veía gobernar a Serena con mano de hierro en todas las superficies. Los pronósticos dan la espalda a Muguruza y sería una temeridad vaticinar lo contrario, pero el abismo que un día separaba a las dos contendientes de esta tarde (15.00 horas) se ha convertido en una brecha salvable.

«Puedo darle muchísima guerra», se autoconvence Garbiñe, que se ha ganado el título de aspirante para cualquier torneo y ha alcanzado el cuarto puesto del 'ranking' WTA con sólo 22 años. Y Serena Williams lo sabe desde el día en que la tenista de origen vasco se cruzó en su camino en el Open de Australia de 2013. Muguruza, que camina con paso firme en París sin un set perdido desde la primera ronda, tenía entonces 19 años y la estadounidense la despachó sin complicaciones aparentes (6-2 y 6-0). Pero algo vio en aquella joven con mirada de fuego. «Estoy impresionada», dijo Williams, que auguraba un futuro de campeona a su contrincante.

En ese lejano día, aquella sentencia no parecía pasar de ser un cumplido obligado a la típica pregunta a pie de pista. Pero el tiempo la convertiría en una revelación. La segunda vez que se enfrentaron, precisamente sobre la arcilla de Roland Garros (mayo de 2014), la indiscutible número 1 tropezó sin remedio contra Muguruza con un doble 6-2. «Os lo dije», debió de pensar entonces la titánica dominadora del tenis mundial. Y esa jornada, en la que Garbiñe consiguió su único triunfo ante Serena (van 3-1 en el global) está grabada en el horizonte de la hispano-venezolana, que hoy busca su primer torneo del Grand Slam.

Resultaría paradójico que Muguruza inaugurara su estantería de grandes trofeos en tierra batida. Ella fantaseaba con coronarse en EE UU y confiaba en hacerlo algún día también en Australia, consciente de su dominio en pista dura. Pero la 'nueva Garbiñe', como ella misma se autodefine ahora, ha encontrado un filón en la arcilla. La veterana Samantha Stosur no daba ayer crédito ante las bombas que le lanzaba su joven contrincante, que le enviaba pelotas que pesaban toneladas por su fuerza y el peso que adquirían sobre el terreno mojado. No tuvo opción.

Williams, además, tuvo una semifinal un tanto titubeante contra Bertens, que estuvo a punto de llevarse el primer set. Hay quien dice que la estadounidense arrastra una sobrecarga, pero Muguruza no quiere saber nada de eso. Está lista para encontrarse a la mejor Serena, la que le privó del éxito en Wimbledon el pasado verano, y que aún tiene intacta su cabeza sobre el cemento.

La arcilla ralentiza la bola permite a la jugadora de origen vasco a recomponerse de los misiles de Williams, poco dada a los tantos largos. El saque de la joven promesa, además, es hoy más fiable que nunca, y ha encontrado una madurez mental plena ante la presión extrema. La tierra llama hoy a Garbiñe, que ha sabido adecuar su juego para optar a acabar con la tiranía de la número 1.

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