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Nadal celebra su victoria sobre Murray.
Nadal se crece y ya oposita a maestro
Copa de maestros

Nadal se crece y ya oposita a maestro

El balear confirmó su mejoría en la Copa De Maestros, pasó por encima del número dos del mundo

Victorio Calero

Miércoles, 18 de noviembre 2015, 03:59

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Ante Murray se confirmó una realidad: Rafael Nadal es otro, va en serio y aspira a todo en la Copa de Maestros. En otra exhibición ante el número dos del mundo, en su probablemente mejor partido de toda la temporada, el balear venció por 6-4 y 6-1 y se quedó con pie y medio en semifinales. En un torneo en el que Djokovic ha demostrado ante Federer ser humano, Nadal no ha perdido aún un set y lo mejor es que sigue ofreciendo las mejores sensaciones posibles, un nivel al que hacía tiempo no se acercaba. Ya no cunde el pánico cuando juega ante un top 10. Ante Murray estuvo a gusto, como frente a Wawrinka. Se jugó al son de su tenis. Cuajó un meritorio triunfo de un tenista, impecable hasta ahora, que se está gustando en Londres. Es una de las mejores victorias del año para mí, resumió en Movistar Plus.

Nadal sobresalió tácticamente en el duelo. El primer juego del partido sirvió como aviso para el español. Sacó, no metió un primer saque y apenas hizo un punto. Sin 'primeros' no había paraíso. Que se lo digan también a Murray, al que le costó un break inmediatamente después su falta de eficacia con el saque. Era evidente que ninguno de los dos iba sobrado. Más cómodos estaban los dos desde la línea de fondo. El balear tenía un problema cuando su rival pegaba el revés bien plantado en la pista, de ahí que le buscase más su derecha. El partido se jugaba básicamente en ese cruzado. Y esa guerra la estaba ganando el español.

Esa batalla entre su revés y la derecha del número dos del mundo resultó muy positiva para el de Manacor. No se quedó ahí: su táctica fue combinándola con una bola a cada lado. El objetivo siempre era el mismo: evitar que Murray pegase parado, que jugase cómodo. Y le funcionó. Fue acumulando bolas de 'break' que le costó aprovechar. Tuvo tres con 3-2 a favor, dos con 4-3, siempre desaprovechadas. Hasta que se fabricó un 0-40 con 5-4. Ahí ya no perdonó. Fue agresivo y cerró la manga.

Compacto y con mordiente, Nadal siguió a lo suyo en el segundo. Tenía el control del partido. Por eso siguieron llegando los breaks. De nuevo una rotura en blanco, de nuevo su derecha organizando el partido. Y eso que no fue su mejor día con el saque. Apenas colocó el 51% de primeros servicios. Lo suplió perfectamente cogiendo el timón del duelo. La línea de fondo era suya. Ya no le hacía falta buscar solamente el revés de Murray. Estaba desatado. No fallaba y su bola quemaba. Se hacía lo que él quería. Prácticamente nada que pasase en la pista escapaba a su control. Únicamente el servicio del escocés, difícil de sujetar. Pero ni por esas, las roturas caían una detrás de otra. Fue un repaso en toda regla, la confirmación de que Nadal puede soñar con levantar el trofeo de campeón en Londres.

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