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Westbrook y el turco Kanter celebran una canasta
Oklahoma renuncia a la moda
análisis nba

Oklahoma renuncia a la moda

Los Thunder se sitúan a un paso de la final del Oeste con dos ‘cincos’ a la vez que invierten la tendencia moderna al juego de pequeños

Ángel Resa

Miércoles, 11 de mayo 2016, 12:51

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En esta vida a cualquiera le pueden acusar de antiguo por no seguir la senda que marca la moda. Por lo visto en los dos últimos partidos de la serie más atractiva de la NBA, la que enfrenta a Spurs y Thunder en la semifinal del Oeste, existen equipos y cuerpos técnicos que pasan del qué dirán. El baloncesto moderno ya hace años que abrazó el small ball (quinteto pequeño) con la fuerza de los convictos. El mayor representante de esta tendencia, Golden State Warriors, sublimó la campaña anterior el concepto. Perdía 1-2 el cruce definitivo por el anillo contra Cleveland y Steve Kerr movió piezas. Quitó a una torre (Bogut) para meter en el tablero titular a un alfil (Iguodala), abrió el campo e ideó espacios, desconcertó al rival que carecía de referencias interiores donde fijar la atención y viró el título hacia Oakland

Ahora, en plena apuesta general por los jugadores relativamente más bajos, Oklahoma adelanta a San Antonio (2-3) a contraestilo, invirtiendo las costumbres nuevas. Billy Donovan ha alineado muchos minutos a la pareja de cincos (Adams y Kanter) que ha proporcionado a su conjunto numerosas segundas opciones en la batalla crucial por el rebote. Los admirables Spurs, que sólo habían cedido un encuentro en su pabellón durante toda la campaña regular, se encuentran ahora con el culo apoyado sobre el pretil. La serie retorna al Chesepeake Energy (enérgicos son los hombres locales) y, de perder, el cuadro texano despedirá prematuramente el ejercicio. Un cuadro, el de Gregg Popovich, que con el relevo generacional en el orden jerárquico ha cedido parte de esa armonía basada en el pase que viene deleitando desde hace tiempo a los buenos aficionados.

Bolas extras

Donovan ha experimentado con un dúo de torres gemelas que le rinde jugosos dividendos. Mediante la inclusión de Kanter en el lugar de Serge Ibaka, ala-pívot con querencia progresiva a moverse fuera de la zona, los Thunder han provisto de bolas extras al dúo letal que componen Russell Westbrook y Kevin Durant. El base es uno de sus jugadores que recomiendan a su técnico tener un desfibrilador a mano. El timonel más veloz, atlético e imparable en carrera de todo el campeonato necesita el vértigo de la ruleta rusa para imponer ese ritmo demencial que lo mismo procura el olimpo que dispara un tiro en la sien propia. El alero, la estética en estado puro, aporta cierta templanza y un talento formidable sin rebajar el voltaje inmenso que necesita su equipo para marcar diferencias.

En este cruce entre la física (Oklahoma City) y la menor química de la esperada (San Antonio) triunfan momentáneamente el vigor y la electricidad del relámpago que precede al trueno, traducción de Thunder. Los Spurs de los eternos Parker-Ginobili-Duncan mantienen parte de sus esencias irrenunciables, pero con el ascenso de Kawhi Leonard (para quien firma, el jugador más completo de la NBA) y el fichaje de LaMarcus Aldridge (dueño elegante de una técnica impoluta) han modificado su filosofía. De ejército del aire por el gusto a mover la pelota de unas manos a otras a escuadrón terrestre. El baloncesto de San Antonio parece ahora más previsible cuando Leonard un tres y medio reclama el balón en el poste bajo y gana un hueco en la zona a base de botes. Y si Aldridge lo pide también de espaldas para bailar a su par con reversos o lanza suspensiones de cinco metros. La bola de los Spurs toca bastante más el suelo de lo que lo hacía cuando volaba por la atmósfera cerrada del pabellón.

El trío que ha encarnado el juego soberbio del club texano apura, en diferentes grados, su carrera antes de ingresar en la historia por la cámara de los honores. Parker, el más joven de la terna, aún aporta mucho a la filosofía grande de toda una dinastía, propietaria de cinco títulos en los últimos dieciséis años. Pero Ginobili, con los minutos racionados a las puertas del retiro, ya no es el escolta formidable sobre el que San Antonio ha fundamentado parte de su éxito. Cierto que sigue añadiendo compromiso, inteligencia defensiva y valor adelante y, sin embargo, se nota que ha emprendido el camino de vuelta. Y qué decir de Duncan, el mejor cuatro de todos los tiempos, quien en esta serie muestra las costuras de un traje antes impecable. Lento y con la jubilación a la vuelta de la esquina genera lástima ver el declive de un cuarentón grandioso. Esta temporada ha llegado la elegancia infinita de LaMarcus para preparar un relevo que se adivina inminente. Y quizá con el fichaje de Gasol I, una posibilidad cierta entre otras opciones, los Spurs construyan otro big three de campeonato: Leonard-Aldridge-Pau. Aún no ha claudicado el bloque reverencial de Popovich, pero la rebeldía de Oklahoma City ante el imperio de la moda tiene a San Antonio contra lo que queda de El Álamo.

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