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Eider Burgos
Lunes, 29 de mayo 2017, 02:31
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Calurosa tarde de primavera de 1987. El técnico Vincent Deyglio prepara los micrófonos para una sesión de estudio, cuanto menos, bizarra. En breves llegaría Axl Rose, el líder de voz gatuna de una banda en ciernes que prepara su primer álbum. Pero no vendría solo: le acompañaría Adriana Smith, de 19 años y novia de Steve Arden, el batería. La pareja no tardarían en desnudarse y mantener un encuentro sexual. Ella quería vengarse de su chico, por renegar de ella en público; él, grabar los suspiros de la joven para acompañar al solo de 'Rocket Queen', la canción de cierre de 'Appetite for Destruction', álbum que el 21 de julio de 1987 le convertiría en mito.
La anécdota refleja el espíritu salvaje con el que Guns N' Roses concibió 'Appetite for Destruction', uno de los discos más vendidos en todo el mundo y que le catapultó al éxito instantáneo. Inspirados por Aerosmith, Ramones o los Rolling Stones, los de California quisieron hacer de su carta de presentación la santa trinidad de 'sexo, drogas y rock 'n' roll', y no se quedaron cortos: la heroína en 'Mr. Brownstone', el vino barato en 'Nightrain', los problemas con la policía en 'It's So Easy' o las mujeres complicadas en 'My Michelle' o la misma 'Rocket Queen'. 'November Rain' y 'Don't Cry', ya escritas en la época, se quedaron en el cajón, que con una balada como 'Sweet Child O'Mine' ya era suficiente.
Los Ángeles y sus vicios -alcohol, drogas y 'strippers' incluidas- son la piedra angular del famoso álbum contado en gran parte a través de los ojos de Axl Rose, cuya primera toma de contacto con la gran ciudad le concedió uno de sus temas más famosos, cuando un vagabundo se le acercó y le espetó: «You know where you are? You're in the jungle, baby! You're gonna die!» (¿Sabes dónde estás? ¡Estás en la jungla, cariño! ¡Vas a morir!). No sabía aquel hombre que acaba de recitar los primeros versos de uno de los temas más relevantes de la historia del hard rock: 'Welcome to the Jungle', la canción más demandada de la cadena MTV menos de 24 horas después de su lanzamiento.
Y eso que no fue nada fácil publicar el vídeo. La censura relegó su estreno en televisión a las 4 de la madrugada. El motivo, la perturbadora carátula del álbum, obra del artista Robert Williams que ya la bautizó como 'Appetite for Destruction' antes que el grupo. En ella, un robot que acaba de violar a una joven, que yace en el suelo semidesnuda, está a punto de ser ajusticiado por otro ser metálico. Aunque Rose y compañía alegaron que se trataba de una alegoría de cómo los estamentos sociales más altos abusan de los más bajos y del medioambiente, el álbum al completo fue censurado. Así es como dieron con el dibujo 'oficial': un crucifijo celta con las calaveras de los miembros de la banda en cada uno de sus extremos. El lavado de carátula tampoco pasó todos los filtros, aunque al menos se les concedió estrenarse en televisión de madrugada. El resto, es historia del rock.
«Desde el momento en que tocamos la primera nota, todos los supimos», afirma Duff McKagan, el bajista, que reconoce que con solo veinte años ya se creían «veteranas» estrellas del rock. Y vivían como tal: en el '88, en pleno éxtasis de 'Appetite for Destruction', McKagan llegó a beber litro y medio de vodka diario; luego cambió al vino 10 botellas al día. Su conocida afición llevó a la cadena Fox a bautizar la cerveza de 'Los Simpsons' con su nombre.
Tanto apetito acabó por convertirse en autodestrucción. En 1990, solo tres años después de su debut, Steven Adler era expulsado de la banda porque su extrema adicción a las drogas (solía consumir 'speedball', un combinado de heroína y cocaína) le incapacitaba durante los ensayos del tercer disco, el doble álbum 'Use Your Illusion I' y 'II'. Izzy Stradlin colgaría la guitarra al final de aquel mismo año, en plena gira, por justo lo contrario: se desintoxicó y sus compañeros se convirtieron en una mala influencia. Slash aguantó hasta el '96, hastiado del creciente ego de Axl Rose, que no se presentaba a los conciertos y acaparaba todo el control, y de las desavenencias con los nuevos miembros de la banda. Cuando Duff McKagan se descolgó un año más tarde, Rose quedó como el único miembro original.
La firma de Guns N'Roses ha seguido amparando al cantante durante veinte años, que no logró lanzar nuevo material hasta 2008 con 'Chinese Democracy'. Diez años tardó en grabarlo. «Es por 'Appetite For Destruction' que le costó tanto sacar 'Chinese Democracy'», contaba el exproductor de la banda, Tom Zutaut, en una entrevista. «Está intentando lanzar un disco que cambie el mundo tanto como lo hizo 'Appetite', que sea incluso mejor». Difícil, cuando de tu álbum debut es el mejor vendido de la historia en Estados Unidos y acumula la friolera de más de 30 millones de copias despachadas en todo el mundo.
«Cuando era un niño, estaban esos cuatro discos eternos: 'Dark Side Of The Moon', de Pink Floyd; 'Sticky Fingers', de los Rolling Stones; el 'Rocks' de Aerosmith o el 'Led Zeppelin IV'», rememoraba Slash en una ocasión. «Nosotros conseguimos hacer uno de esos discos, es todo lo que podría haber deseado».
El concierto de este martes en el nuevo San Mamés supone el retorno de la formación original 27 años tras abrirse su primera grieta. Retorno, a medias, porque ni Adler ni Stradlin participan en la gira 'Not In This Lifetime'. El nombre del tour, por cierto, 'No en esta vida', es la respuesta que concedió Axl Rose a un periodista cuando, ya con la formación rota, le preguntó si volvería a tocar alguna vez con la banda primigenia. Haciendo honor a su personalidad volátil, el angelino ha roto su palabra. El 30 de mayo, San Mamés será una jungla.
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