Rayos de oscuridad desde Japón
Los miembros de Mono llegan dispuestos a transportar a su público en un viaje emocional, con paradas en el "gozo inmenso" y en el "dolor indescriptible"
Carlos Benito
Miércoles, 6 de mayo 2015, 20:46
Algo en la música de Mono obliga a describirla siempre en términos de viaje, de itinerario anímico, como si el oyente estuviese flotando muy despacio entre nebulosas de sentimiento. Los largos desarrollos de sus composiciones, habitualmente letárgicas y extensas, sugieren paisajes de contornos poco definidos: quizá acuáticos, quizá siderales, quizá simplemente el abstracto territorio de las emociones. Pero el caso es que la mente se deja llevar por su música y acaba vagando entre resplandores de belleza y explosiones de ruido, tan alejadas de las pulsiones básicas y físicas del rock and roll que justifican plenamente ese término tan poco simpático de post-rock. El propio cuarteto japonés suele recurrir a expresiones de movimiento a la hora de referirse a sus trabajos: por ejemplo, de sus dos últimos álbumes, editados simultáneamente a finales del año pasado, han dicho que uno lleva a "ascender por la escalera de lo positivo", mientras que el otro te hace "bajar por la escalera de lo negativo".
Los discos, titulados 'The Last Dawn' (es decir, 'El último amanecer') y 'Rays Of Darkness' ('Rayos de oscuridad'), son un curioso ejercicio de contrarios que pretende reflejar los dos extremos de Mono, lo que su discográfica trata de acotar con la expresión "el gozo inmenso y el dolor indescriptible". El primero es más ligero y luminoso, centrado en el concepto de esperanza, mientras que el segundo suena sombrío y desilusionado, como inspirado en un agujero negro. A pesar de su curioso planteamiento, como piezas opuestas y complementarias, comparten la filosofía de fondo de retornar a la esencia. En sus quince años de carrera, Mono habían ido avanzando decididamente hacia el sinfonismo, hasta un punto en el que parecía inevitable que abandonasen la instrumentación propia del rock: su anterior álbum, 'For My Parents', estaba grabado junto a una orquesta de 25 miembros. Pero, con estas dos nuevas referencias, han recuperado en cierto modo sus sonoridades básicas, con contribuciones puntuales de un cuarteto de cuerda y de la trompeta de Jacob Valenzuela (de Calexico).
De repente, una voz
En un corte de 'Rays Of Darkness', también se produce la inesperada irrupción de la voz de Tetsu Fukagawa, cantante de Envy. Pero no parece que Mono se sientan tentados de renunciar a su rasgo distintivo de hacer música exclusivamente instrumental, que parece la expresión ideal para su melancolía poetizada. "La música instrumental es una experiencia interactiva, porque el oyente debe usar su imaginación ha explicado el líder, Takaakira Goto, en una entrevista con la web '15 Questions'. Nosotros no te damos en bandeja ninguna palabra ni ningún significado, así que tienes que decidir por ti mismo lo que puede significar para ti. La música puede desencadenar el recuerdo de un sueño que tuviste, de algo que te llenó de alegría, de algo de lo que te arrepientes, de un momento de tristeza que superaste o de algo espiritual que no se puede explicar". Mono, desde luego, no hacen música para impacientes ni para amantes del estribillo: lo suyo es una melancolía poetizada y morosa que remite a referencias como Mogwai, un sube y baja de intensidades influido por el 'shoegaze', las bandas sonoras y la composición contemporánea. Entre sus músicos favoritos, 'Taka' suele citar a Beethoven, Led Zeppelin, My Bloody Valentine, Ennio Morricone y, más recientemente, Burial.
La banda japonesa se trae como telonera a una de sus colaboradoras habituales, Helen Money, una chelista de Chicago (cuyo verdadero nombre es Alison Chesley) que se ha especializado en crear texturas crudas y cercanas al metal extremo de vanguardia. Una crítica en la revista 'Decibel' lo clavó al decir que, si Apocalyptica equivalen a Dimmu Borgir por su grandilocuencia, Helen Money viene a ser algo así como Xasthur, el francotirador estadounidense de metal oscuro en baja fidelidad. Su chelo suena en discos de artistas como Bob Mould o Broken Social Scene, ha compartido escenario con aristócratas de lo alternativo como Shellac o Earth y su último (y muy recomendable) álbum está grabado a medias con Jarboe, la excomponente de Swans.