Borrar
Pos eso

Pos eso

Bailaremos en el infierno

josu eguren

Lunes, 4 de mayo 2015, 15:26

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Aunque están presentes en todos y cada uno de sus fotogramas merece la pena detenerse en la lista de dedicatorias de un largometraje con el que Sam Ortí culmina toda una vida dedicada a la animación: Aardman Studio, Bill Plympton, Paco de Lucía, Metallica, Ray Harryhausen..., que de una forma más o menos explícita se hacen extensivas a Tobe Hooper, Steven Spielberg, Clive Barker, William Friedkin, Matt Groening Posiblemente quepan muchos otros, pero los principales, los más reconocibles, se integran de una forma clara y diáfana en la relectura en prosa cañí de una España adicta al papel couché y la telebasura, a la que el director valenciano comprende y respeta en sus tradiciones. Que el momento clave de la película, un zapateado a muerte en el que una folklórica se mide con el Diablo, remita sin tapujos a Cruce de caminos, de Walter Hill, es otro motivo de celebración. Es posible hibridar los clásicos del cine pop ochentero con el folklore que la modernidad ha desterrado por casposo y descubrir en el proceso una vía de autenticidad que va más allá del simple gesto paródico. Puede que en varias ocasiones fracase en el intento, pero no es menos cierto que Sam muere matando, sin renunciar a una sola de las facetas cómicas que lo hacen reconocible en un campo en el que la uniformidad es uno de los peligros que acechan cada plano.

El animador valenciano no duda en samplearse a sí mismo trayendo al presente imágenes de Vicenta, su obra más conocida, donde participó un coro de voces (Santiago Segura, Anabel Alonso) que repite y se amplía por medio de las colaboraciones de Álex Angulo y Mariví Bilbao.

En lo negativo, es difícil soslayar la arritmia de un metraje que se beneficiaría de un trabajo exhaustivo de edición: plantearlo es sencillo, lo imposible es forzar al director al recorte de planos en los que cada segundo puede equivaler a jornadas de trabajo. El stop motion en España no tiene futuro, es obligación del aficionado hacerlo presente brindando con Pos eso por la memoria de aquellos caídos como O Apóstolo a los que machacó una enloquecida distribución.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios