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L. A. G.
Viernes, 17 de marzo 2017, 00:30
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«A la nueva Administración de Estados Unidos se le atribuye el término hechos alternativos. Pero el Gobierno español es un líder mundial en incorporarlos al tejido de su política científica al tiempo que recorta los fondos y el apoyo», escribe hoy en la revista Nature la astrónoma española Amaya Moro-Martín, que trabaja en el Instituto Científico del Telescopio Espacial, en Baltimore (EE UU). La investigadora responde en un durísimo artículo a otro publicado recientemente en la revista Science & Diplomacy por seis altos cargos de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt).
En su escrito, titulado Cómo os atrevéis a llamarnos diplomáticos, Moro-Martín acusa a los responsables de la Fecyt de presentar una «colección de hechos alternativos» para ocultar lo que no es sino una «fuga de cerebros». Los autores del artículo de Science & Diplomacy afirman que «el Gobierno español ha alistado a estas comunidades de científicos (españoles emigrados) para que sirvan como socios clave para la diplomacia». «Nunca me he considerado una diplomática», replica la astrónoma, que se vio forzada a emigrar por «las circunstancias extremas» de la ciencia en su país. Ahora se acaba de enterar, ironiza, de que esto forma parte «de una deliberada y astuta estrategia política del Gobierno español para enviar científicos al extranjero» con el fin de «sembrar la colaboración internacional y fortalecer, no debilitar, la ciencia española».
«Según los funcionarios del Gobierno (que firman el artículo) este flujo unilateral de talento es parte de la circulación de cerebros que, naturalmente, tiene un impacto positivo para todos», apunta la científica. Ella recuerda, sin embargo, que los investigadores que han tenido que emigrar desde que estalló la crisis lo han hecho por los recortes en I+D y que «la fuga de cerebros que el Gobierno trata de ocultar afecta a todos los científicos». «Los drásticos recortes presupuestarios» han restringido las oportunidades laborales y llevado a instituciones científicas a la bancarrota, lamenta. Y añade que, según el INE, el número de científicos cayó en España en 11.000 personas entre 2010 y 2013.
«Los investigadores españoles necesitan volver a encontrar su voz. Deben demandar a sus legisladores iniciativas con una inversión sostenida que aborden urgentemente el estado crítico de la ciencia en el país. El tiempo de ser diplomático se acabó», concluye Moro-Martín. En 2012, cuando estaba en el Centro de Astrobiología, ya escribió otro artículo en Nature augurando que «las acciones draconianas e irracionales del Gobierno (de Rajoy)» iban a causar «daños a largo plazo en la infraestructura científica española».
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