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La compositora María Rodrigo, en 1907, al frente de la orquesta del Real Conservatorio Superior de Madrid.
Las compositoras se hacen oír más que nunca

Las compositoras se hacen oír más que nunca

Las óperas de la madrileña María Rodrigo, muerta en el exilio, y de la finlandesa Kaija Saariaho revolucionan al público en Madrid y Nueva York

Isabel Urrutia

Lunes, 5 de diciembre 2016, 02:53

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Todavía resuenan en el Auditorio Nacional los aplausos y vítores con motivo del reestreno de la ópera 'Becqueriana', de la compositora madrileña María Rodrigo (1888-1967). Se interpretó por primera vez en el Teatro de la Zarzuela, allá por 1915, y hasta ahora nadie se había acordado de ella. Solo el empeño del director de orquesta José Luis Temes que supo de su existencia por su colega Odón Alonso ha conseguido sacarla del olvido.

Se trata de la primera ópera escrita por una mujer que se presentó en España. Inspirada en la Rima XI de Bécquer ('Yo soy ardiente, yo soy morena'), apenas dura un acto y resulta totalmente inclasificable. Lo mismo suena a un musical de Disney que a las fanfarrias de Wagner. «María Rodrigo es única. Nació para romper esquemas y es una pena que se haya perdido gran parte de su obra», se duele José Luis Temes.

Lo cierto es que bien merecería un 'biopic' para la gran pantalla. Fue niña prodigio del piano, se codeó con lo más granado de Alemania Richard Strauss, Wilhelm Furtwängler y Carl Orff entre otros y muy pronto se convirtió en la primera española que podía permitirse el lujo de vivir de la creación musical. Toda una hazaña. Y además, mantuvo durante mucho tiempo una relación estrechísima con un médico latinoamericano bastante más joven que ejercía de su protector. No todo fueron pentagramas en su día a día.

Exiliada al poco de estallar la Guerra Civil, terminó echando raíces en Puerto Rico. Acompañada siempre de su hermana, Mercedes la primera psicóloga de España, se ganaba la vida como docente y siguió componiendo. Formaba parte de un círculo de intelectuales españoles muy inquietos, de la talla de Juan Ramón Jiménez, María Zambrano y Francisco Ayala. La nostalgia y el desarraigo no mermaban las fuerzas de ninguno de ellos. María Rodrigo tenía casi 70 años cuando ayudó a Pablo Casals en la fundación del prestigioso festival con sede en San Juan que lleva el nombre del chelista catalán. Para entonces, ya había dejado de escribir música pero continuaba volcada en la enseñanza de los más desfavorecidos.

Una joven que hinca el diente a Wagner

  • En Barcelona siempre se ha rendido culto a Wagner. El conocimiento de las óperas del compositor alemán (y de todo el repertorio germano) es muy profundo. Pero todavía es más curioso que ninguna mujer haya dirigido en el Teatro del Liceu de Barcelona una ópera de Wagner. Hasta ahora. El próximo mayo, será la joven ucraniana Oksana Lyniv asistente de Kirill Petrenko en Múnich la encargada de abrir camino a las maestras de la batuta que conocen al dedillo las partituras de Wagner. Se pondrá al frente de la orquesta del Gran Teatre del Liceu en las funciones de 'El holandés errante' y los aficionados mirarán con lupa cada uno de sus gestos.

Murió a los 79 años, sin descendencia y olvidada por sus compatriotas. Hasta que llegó el maestro José Luis Temes para colocar las cosas en su sitio. Tras su reestreno el pasado lunes, se grabará en breve la ópera 'Becqueriana' con la orquesta del Real Conservatorio Superior de Madrid. En este centro dio ella clases cuando soñaba con triunfar en Europa y ponerse al frente de la Filarmónica de Berlín. Ni se imaginaba lo mucho que debería rebajar sus ambiciones con el tiempo.

Hasta el Buckingham Palace

A principios del siglo XX, el mayor halago que podía recibir una compositora era que apuntaba maneras de hombre. Así se explica que Ethel Smyth, primera mujer que estrenó una ópera ('Der Wald', 1903) en el Metropolitan de Nueva York, se diera por satisfecha al saber que un crítico ponderaba «su toque masculino». Y eso que Ethel Smyth era una sufragista inglesa que defendía el feminismo a machamartillo. Mucho ha nevado desde entonces. Han tenido que pasar 103 años para que una segunda compositora protagonice una 'première' en la Gran Manzana. Se llama Kaija Saariaho (Helsinki, 1952), tiene 64 años y lleva media vida en París.

El montaje de su ópera 'L'amour de loin' acaba de ser uno de los hitos de la temporada en Estados Unidos. Ya lo fue en Europa, cuando se estrenó en el Festival de Salzburgo hace 16 años. Fue una experiencia casi mística. El público salía con un nudo en la garganta y la sensación de haber levitado un palmo del suelo. La historia adaptada por el novelista libanés Amin Maalouf se inspira en un poema medieval del trovador Jaufré Rudel. «Habla del amor y la muerte. Nada original, es cierto. Pero... ¿hay algo más importante?», recalcaba Saariaho el pasado miércoles, en vísperas del estreno en la Gran Manzana.

Todo gira en torno a tres protagonistas de carne y hueso (un trovador, un peregrino y la condesa de Trípoli), sin perder de vista una entidad omnipresente y mágica: el Mediterráneo. El mar se recrea con más de 40.000 focos de iluminación LED. No se han escatimado gastos ni atrezzo para satisfacer las exigencias del director de escena Robert Lepage. Y la batuta no irá a la zaga, en manos de la finlandesa Susanna Mälkki, de 45 años, titular de la Filarmónica de Helsinki y una experta en música contemporánea.

«No hay vuelta atrás. Las mujeres ya comienzan a ocupar el lugar que se merecen a todos los niveles. ¡Si hasta la reina de Inglaterra tiene ahora una maestra de música! Y no es un dato baladí, ni mucho menos. Hasta marzo, era Peter Maxwell Davies y acaba de tomar el testigo la compositora inglesa Judith Weir», detalla Luis Suñen, eminente crítico musical y literario, además de exdirector de la revista 'Scherzo'.

La función de maestra de música de Isabel II no es lo más cotizado del gremio de las compositoras, pero puede verse como un síntoma de los nuevos tiempos. Ya no se les cierran ni las puertas del Buckingham Palace. Una buena noticia.

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