Borrar
'La Nueve'.
Los 'pingüinos' olvidados que liberaron París

Los 'pingüinos' olvidados que liberaron París

Una brigada integrada por republicanos españoles, conocida como 'La Nueve' e ignorada por la historia oficial, fue la primera en entrar en la capital francesa tras la derrota nazi

Anje Ribera

Martes, 12 de julio 2016, 17:58

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Salieron derrotados de su propia guerra para acabar victoriosos en una ajena. Numerosos republicanos españoles lucharon primero contra Franco y luego, al otro lado de los Pirineos, combatieron a los nazis. Pero cuando acabaron ambas contiendas fueron olvidados, tanto en su tierra, a la que no pudieron volver, como en Francia, donde no se reconoció su contribución al triunfo sobre la Alemania de Adolf Hitler. Lucharon con la esperanza de que, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, también caería la dictadura española. Pelearon contra el fascismo siempre con la creencia de que la victoria llevaría a los aliados a atravesar los Pirineos para llevar la libertad a España. Pero no fue así.

Su contribución quedó documentada el 26 de agosto de 1944, aunque luego fue ocultada durante décadas por el régimen del Generalísimo. Aquella jornada, dos días después de la liberación de París tras cuatro años de ocupación germana, el general De Gaulle desfiló triunfal por los Campos Elíseos. En torno a él, y a los sones de 'La Marsellesa', marchaban miembros del consejo nacional de la Resistencia, oficiales, la población eufórica... y vehículos de la división blindada del general Leclerc, cada uno con un nombre español. 'Guadalajara', 'Brunete', 'Ebro', 'Santander', 'Teruel', 'Guernica', 'Madrid', 'Cap Serrat', 'España cañí' o 'Don Quijote' eran algunas de las semiorugas de 'los pingüinos', el apodo que los militares franceses dieron a las tropas españolas. Todos pertenecían a la novena compañía de la segunda división blindada de la Francia Libre del general Leclerc, conocida popularmente como 'La Nueve'.

Los republicanos españoles encabezaron aquel cortejo histórico, con un puesto de honor, porque horas antes habían sido los primeros en entrar en París a las órdenes del capitán Raymond Dronne, francés que desde el primer momento se posicionó en contra de la ocupación y uno de los pocos galos de la compañía. Enric Pujol, Miguel Ruiz, Ramón Gualda, Amado Granell, Miguel Campos, Manuel Fernández, Luis Royo y muchos otros protagonizaron aquella página de la mayor contienda de la historia de la humanidad.

150 republicanos

'La Nueve' era una compañía compuesta casi íntegramente por republicanos españoles, unos 150, aunque siempre bajo mando galo. Constituyeron sólo una pequeña parte de los miles de españoles que lucharon por la Francia Libre. Su génesis hay que localizarla en la lucha contra el alzamiento del general Franco que acabó con la Segunda República proclamada en abril de 1931. Aunque un ejército mal equipado y compuesto mayoritariamente de civiles resistió tres largos años ante los sublevados, durante la Guerra Civil española las ayudas alemana e italiana acabaron por inclinar la balanza hacia el lado rebelde.

La represión posterior obligó a muchos republicanos, sobre todo comunistas y anarquistas, a esconderse, primero, y a abandonar el país, después. La gran mayoría terminó en Francia tras cruzar los Pirineos. En febrero de 1939 unos 500.000 refugiados optaron por esta vía, entre ellos 150.000 soldados del ejército perdedor. Pero el país vecino del norte cayó en manos nazis poco después de su llegada, estableciéndose al sur un Estado títere llamado República de Vichy, que no vio con buenos ojos la presencia de los españoles ante el temor de que rompieran el equilibrio de la paz vergonzosa firmada con Hitler en Múnich. Los republicanos españoles siempre manifestaron su disposición a empuñar las armas contra el nazismo.

Aunque el régimen del mariscal Petain no procedió a deportarlos, sí les obligó a elegir entre realizar trabajos forzados en campos de refugiados rodeados de alambradas que ellos mismos tuvieron que construir o enrolarse en la Legión Extranjera. Unos 10.000 republicanos optaron por esta opción y tuvieron que trasladarse a los protectorados franceses del norte de África. Otros eligieron integrarse en compañías de trabajo y participar en la fortificación de la línea Maginot en la frontera este de Francia. Los menos afortunados no lograron eludir el terrible destino. Privados del estatuto de prisioneros de guerra fueron trasladados al campo de exterminio de Mathausen, donde la mayoría fueron asesinados. Incluso, una parte fueron entregados a los franquistas.

En África

Cuando llegaron a su destino en África, los combatientes españoles, nuevos legionarios galos, se encontraron con refugiados procedentes de toda Europa. Entre ellos, compatriotas que huyeron, hacinados en viejos barcos desde los puertos españoles del Mediterráneo tras la victoria de Franco. Estos últimos fueron confinados en campos del Sáhara, junto a comunistas y gaullistas castigados por el Gobierno de Vichy, y trabajaron en las obras nunca finalizadas del tren subsahariano. Los soldados republicanos inicialmente no fueron bien recibidos en la Legión Extranjera. Los mandos incluso se rieron de ellos porque muchos llegaron calzados con alpargatas. Sin embargo, la oportunidad de demostrar su valor llegó pronto. Y entonces todo cambió.

Desde Londres, el general De Gaulle, máximo líder de la Francia libre, hizo un llamamiento para continuar el combate. Unos pocos oficiales y sólo 2.000 soldados decidieron seguirlo, entre ellos trescientos españoles, que pronto se unieron a los aliados que desembarcaron en las costas del norte de África el 8 de noviembre de 1942 y obligaron al ejército francés de los protectorados a elegir entre continuar fiel a Petain o pasar al bando antinazi. El cambio de chaqueta fue masivo entre el Estado Mayor instalado en Argelia.

Los españoles formaron parte de la primera ofensiva contra las fuerzas del Eje y en diciembre reanudaron su lucha contra el fascismo, aunque bajo otra bandera. Fueron enviados a combatir al frente tunecino para enfrentarse al Afrika Korps de Erwin Rommel, considerado el mejor ejército del mundo. Vestidos y armados como en la Primera Guerra Mundial, con viejos fusiles que apenas funcionaban, muchas veces se vieron obligados a luchar cuerpo a cuerpo con las bayonetas. Dos mil legionarios, españoles y belgas en su gran mayoría, cayeron en aquella ofensiva en Túnez, que finalmente se vio premiada el 7 de mayo de 1943 con una victoria decisiva. 170.000 hombres del Afrika Korps fueron hechos prisioneros. Constituyó la primera venganza de los republicanos.

Desembarco de Normandía

La segunda división blindada de la Francia Libre del general Philippe Leclerc fue la única francesa designada para participar en el desembarco de Normandía. Sin embargo, el general precisaba de 15.000 hombres y sólo disponía de 4.000. Además, se vio obligado a desprenderse de sus soldados más aguerridos, las tropas coloniales, porque los americanos no querían negros en la 'Operación Overlord'. Los españoles se unieron a sus tropas coincidiendo con la llegada de De Gaulle desde Londres a las playas argelinas, en mayo de 1943. Los excombatientes de la república recobraron el espíritu del 36 y, de todas las unidades de combate, una compañía de Leclerc sería totalmente española. En total 150 soldados. Entonces nació 'La Nueve'. Como exiliados, se les permitió portar la escarapela tricolor de la bandera republicana en sus uniformes. El capitán Raymond Dronne, un gaullista de la primera hora, es elegido para dirigirles. Leclerc le recomendó a los uniformados españoles: «Son buenos soldados. No le darán problemas», le dijo al otorgarle el mando. Y así ocurrió.

La fuerzas de la Francia Libre fueron generosamente pertrechadas con material estadounidense, que llegó sin cesar a las playas marroquíes. Miles de armas, camiones, blindados y toneladas de equipamiento que 'La Nueve' recogió en Casablanca. Allí fue donde se decidió que las semiorugas llevaran los nombres de las batallas de la Guerra Civil española o de símbolos de nuestra cultura popular. En abril de 1944 los 15.000 hombres de la división Leclerc embarcaron en Casablanca hacia Gran Bretaña, donde esperaron el 'Día D'. Conformaban un ejército atípico, lleno de voluntarios extranjeros españoles, griegos, italianos, polacos y latinoamericanos que no defendían una bandera sino un ideal.

Playa de La Madelaine

Tras una cómoda estancia en una base inglesa instalada a medio camino entre Hull y York, la hora de 'La Nueve' llegó dos meses más tarde del desembarco de Normandía. El 4 de agosto desembarcaron en las inmediaciones de la playa de La Madelaine. Su primera misión fue rodear a la resistencia alemana por el sur, pero el objetivo prioritario era París. De Gaulle dejó claro a Leclerc que la división francesa tenía que ser la primera en entrar en la capital, antes que los americanos.

El avance inicial fue rápido y relativamente plácido hasta que el 12 de agosto 'La Nueve' se topó con una fuerte oposición del enemigo en el pueblo de Ecouché. Constituyó su primera gran batalla en suelo francés. Los españoles combatieron en primera línea de fuego. Seis días a sangre y fuego. Allí se convirtió en héroe Miguel Campos, que capturó a 129 prisioneros con su sección, sin sufrir ni una sola baja. Liberó a ocho americanos y regresó con un botín de trece vehículos, cinco coches y un remolque.

Sin embargo, un disparo de infantería le alcanzó mientras comía y sufrió unas heridas de las que no se recuperó. Junto a él murieron otros cuatro brigadistas. La batalla finalizó el 19 de agosto, pero los americanos retuvieron a Leclerc, porque prefirieron seguir el avance rodeando la capital. Tuvo que intervenir De Gaulle, para quien la liberación de París por los franceses libres era fundamental. Finalmente consiguió la autorización de Eisenhower.

El 23 de agosto la División Leclerc se puso en marcha. Parecía que ya sus 4.000 vehículos recorrerían sin mayores obstáculos los 250 kilómetros que restaban. Pero a falta de diez, la división se volvió a ver bloqueada por una defensa germana, corriendo el peligro de que la cuarta división americana pudiera adelantarle esa misma noche. En la capital la insurrección había comenzado el 19 de agosto, dirigida por las fuerzas del interior, comunistas en su mayoría, que tomaron la Jefatura de Policía, el ayuntamiento y varias comisarías. Por ello, para Leclerc no quedaba otra salida que pasar.

Costara lo que costara

El general ordenó llamar al capitán Dronne y le encomendó que 'La Nueve' entrara en París costara lo que costara. «Diga a la resistencia que mañana toda la división estará allí», le dijo. Más de un centenar de republicanos españoles en una docena de semiorugas, apoyados por tres tanques Sherman, se lanzaron a la carretera a las siete y media de la tarde. A las nueve y veinte, el 'Guadalajara' llegó a la plaza del Ayuntamiento. Hicieron historia. Se puede considerar que aquella noche del 24 de agosto París fue liberada, aunque la guarnición alemana no se rindió hasta la tarde del día siguiente.

Esa jornada el diario 'Liberation' en su portada personificó a los españoles en la figura del teniente Amado Granell, fotografiado junto al líder de la resistencia francesa Georges Bidault y el prefecto del Sena. Pero la historia que cuenta el periódico es otra a la ocurrida veinticuatro horas antes. El capitán Dronne se convierte en Bromme y el 'Guadalajara' en el 'Romilly'.

En el ayuntamiento, De Gaulle pronunció un discurso histórico que parecía el de la victoria final, pero la guerra continuó. También para 'La Nueve'. Para ella, los combates más duros estaban aún por llegar. En ellos pagó un terrible precio. Cuarenta muertos y más de cien heridos entre París y las lagunas de Alsacia. En mayo de 1945 los últimos españoles de la división asaltaron el 'Nido del águila' de Hitler, su refugio alpino. Ellos querían seguir hacia España para derrocar a Franco, pero la lógica de la guerra fría se impuso. El Generalísimo no sólo se salvó, sino que se convirtió en aliado del mundo libre, un amargo trago para quienes tanto lucharon por la libertad.

Tras ocho años de combates sólo sobrevivieron dieciséis españoles, que se quedaron como extranjeros en la Francia que habían contribuido a liberar. La mayor parte de ellos murió sin poder volver a España. De su lucha contra los nazis sólo quedan restos en los cuadernos de campaña del capitán Dronne, que su hija Colette conserva intactos en su casa de La Sarthe. En ellos se puede leer que los españoles eran «soldados diferentes a los demás porque luchaban por un ideal, no por una bandera».

Los olvidados de la victoria

¿Por qué la Historia no ha querido recordar sus nombres? Fueron los olvidados de la victoria sobre los nazis, víctimas de una cortina de silencio y olvido. Héroes en tierra extraña, la historia oficial negó su existencia, al igual que la de los africanos. Siendo vencedores, también fueron perdedores. Durante décadas, los españoles que participaron en la liberación de Francia fueron ninguneados por la historia oficial. El país galo, tras el fin de la ocupación, quedó dividido por el colaboracionismo de muchos de sus ciudadanos. El general De Gaulle optó por apoyar una versión de los hechos que favoreciera el sentimiento nacionalista como forma de orgullo y unión. Los historiadores trataron de mitificar a la resistencia, invisibilizando la enorme participación de soldados extranjeros.

El único reconocimiento de aquella época tuvo lugar el 26 de septiembre de 1944, cuando Charles de Gaulle entregó en Nancy la Croix de Guerre y la Medalla Militar al subteniente canario Miguel Campos, al sargento catalán Fermín Pujol y al cabo gallego Cariño López. Nadie se enteró. Los homenajes públicos llegaron tarde, mucho más tarde. Hubo que esperar casi sesenta años, hasta agosto de 2004 para que París reconociera a sus olvidados libertadores. Sólo pudieron acdir Manuel Fernández y Luis Royo, junto a Rafael Gómez Nieto, los últimos supervivientes de 'La Nueve'. Ellos, por fin condecorados con la Legión de Honor, descubrieron una placa conmemorativa colocada junto al río Sena.

Algún tiempo después, el 3 de junio de 2015, 71 años después de la liberación, Felipe VI rindió homenaje en la capital francesa al puñado de soldados republicanos españoles que rindieron a los últimos alemanes que ocupaban París. En la actualidad, la Ciudad de la Luz también cuenta con un parque situado en la parte trasera del ayuntamiento en memoria de los combatientes republicanos. En España existe una asociación dedicada a glosar la actuación de 'La Nueve'. Atesora múltiple material gráfico y audiovisual. Los únicos combatientes de la novena compañía de la segunda división blindada francesa que siguen con vida son Rafael Gómez y Luis Royo, ambos nonagenarios.

La investigadora Evelyn Mesquida sostiene que los integrantes de 'La Nueve' fueron «los hombres de las cuatro traiciones: las grandes democracias europeas abandonaron su causa, Francia les maltrató al principio internándolos en campos de concentración, no lograron el apoyo logístico para luchar contra Franco una vez derrotado Hitler y, finalmente, también la Francia Libre de Charles De Gaulle les condenó al silencio».

Cine y literatura

La historia de 'La Nueve', aunque fuera sólo tangencialmente, ha sido recogida por numerosa bibliografía. Entre otras publicaciones se puede citar a 'Los olvidados: los exiliados españoles en la Segunda Guerra Mundial' (1969), de Antonio Vilanova; 'Republicanos españoles en la Segunda Guerra Mundial' (1975 / 2014), de Eduardo Pons Prades; 'Españoles en la Segunda Guerra Mundial' (1990), de Luis Reyes; 'Cinco historias necesarias' (2015), de Alfonso Viciana; 'La guerra en singular' (2004), de Antonio Arévalo; 'La última gesta' (2005), de Secundino Serrano o 'La Nueve. Los españoles que liberaron París' (2009), de Evelyn Mesquida. Destaca por su innovación la novela gráfica 'Los surcos del azar' (2013), del valenciano Paco Roca. El historietista realiza una reivindicación de los republicanos españoles exiliados que terminaron ayudando a liberar París. En el mundo audiovisual es muy instructivo el documental 'La Nueve, los olvidados de la victoria' (2009), dirigido por el argentino afincado en Francia Alberto Marquardt. Reconstruye la historia de la brigada española a través de entrevistas con dos de los supervivientes, el catalán Manuel Royo y el asturiano Manuel Fernandez, e imágenes de archivo.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios