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Una artista se maquilla.
El sol pierde brillo

El sol pierde brillo

Montajes que ya no sorprenden y otros que no cubren costes ni llenando el aforo ponen al Circo del Sol al borde de una reconversión como la que vivió Disney

Luis Alfonso Gámez

Miércoles, 15 de abril 2015, 00:21

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El Circo del Sol está en venta. Guy Laliberté busca comprador para la compañía que fundó hace más de tres décadas y de la que posee el 90%. Hace un año, aspiraba a deshacerse del 20% al 30% de las acciones de la empresa, cuyo valor total calcula en unos 2.000 millones de dólares, y en diciembre contrató con ese fin a Goldman Sachs. Pero ahora pretende quedarse sólo con el 10%. ¿Por qué? "Los inversores quieren el control. Ninguno de los posibles socios capitalistas reconoce a Laliberté la capacidad para gestionar una multinacional del espectáculo como el Circo del Sol", apunta Donald B. Lehn, director de la Escuela de Circo Carampa de Madrid y presidente de la Federación Europea de Escuelas de Circo Profesionales.

La aventura arrancó en las calles de un pequeño pueblo cerca de la ciudad de Quebec a principios de los años 80. Los Caminantes sobre Zancos de Baie-Saint-Paul encandilaban a sus vecinos: tragaban fuego, bailaban y ejecutaban otras acrobacias a los sones de la música. El fundador del grupo, Gilles Ste-Croix, y uno de sus integrantes, Laliberté, organizaron en julio de 1982 un festival de arte callejero que se convirtió en una celebración anual relativamente popular. Y en 1984 el Gobierno de Quebec les dio 1,5 millones de dólares para que hicieran un montaje conmemorativo del 450 aniversario del descubrimiento de Canadá por el navegante francés Jacques Cartier.

El resultado fue La Gran Gira del Circo del Sol, un espectáculo en el que participaron 73 personas. Se representó con éxito en once ciudades, pero económicamente eso no garantizaba la continuidad del proyecto. Para eso, Laliberté recurrió al Gobierno quebequés y consiguió dinero para un segundo año. Su objetivo era crear un circo diferente en el que cada montaje contara una historia y los artistas realizaran los cambios de escenario para no romper la narración con interrupciones, que tuviera música en directo, y donde no hubiera ni animales ni pista.

El caldo de cultivo

"El Circo del Sol no surge de la nada. Había un caldo de cultivo. Ya existían muestras de un nuevo tipo de circo en Australia, Brasil y Europa. Ahí está, por ejemplo, Els Comediants", explica Lehn. Para él, hubo tres factores que jugaron a favor del nacimiento del Circo del Sol: que en Canadá, un país sin tradición circense, un proyecto así "tenía todo el campo libre"; que iba a contar con respaldo económico de la Administración, porque el Gobierno partía de la idea de que "el país no contaba con población suficiente para mantener su propia industria cultural"; y que Laliberté y sus socios iniciales, Ste-Croix y Daniel Gauthier, tenían una visión capaz de resucitar el circo, entonces sumido en una crisis porque se había quedado anclado en el siglo XIX. "El Circo del Sol renueva estéticamente el espectáculo, pero no es algo aislado. En los años 80 hay también propuestas renovadoras en Francia y Cataluña", dice Vicente Llorca, director de la revista 'Zirkolika'.

Los inicios son más que apurados. Se suceden los problemas financieros, el circo está al borde de la quiebra, el Gobierno de Quebec sale al rescate, Laliberté reprivatiza la empresa, actúan en Los Ángeles en 1987 y tienen un gran éxito. Hollywood llama a sus puertas, pero el empresario se resiste porque no quiere perder el control, y la compañía vuelve a los números rojos en 1990. Gauthier deja la empresa, y Ste-Croix regresa a ella después de haberla abandonado en 1985. Y a principios de los años 90 llega el reconocimiento mundial con montajes como 'Saltimbanco' y 'Mystère'. Para este último, se construye en el casino Treasure Island un teatro a la medida de las necesidades del Circo del Sol.

"Los espectáculos son maravillosos, revolucionarios. El circo vuelve a maravillar a la gente. La clase más acomodada regresa al circo", resume Lehn. Malabarismos, acrobacias, danza, maquillajes y vestuarios imposibles se ponen al servicio de historias cuya escenificación nadie quiere perderse cuando la compañía visita la ciudad. La empresa crece. Los montajes, cada cual más espectacular que el anterior, se suceden. Los 73 empleados del primero pasan a ser 5.000. Hoy, el sueño de Lalibertè da empleo a unas 4.000 personas, de las que 1.700 trabajan en el cuartel general de la compañía, en Montreal, y cerca de 1.300 son artistas y deportistas de 50 países.

Solo en Las Vegas, el Circo del Sol tiene radicadas ocho unidades que interpretan otras tantas obras: 'Mystère', en el casino Treasure Island desde 1993; 'O', en el Bellagio (1998); 'Zumanity', en el New York-New York (2003); 'Kà', en el MGM Grand(2005); 'Love', en The Mirage(2006); 'Criss Angel believe', en el Luxor (2008); 'Zarkana', en el Aria (2011); y 'Michael Jackson: one', en el Mandala Bay (2013). Unas 9.000 personas asisten cada noche a esos espectáculos en la capital mundial del juego, donde la compañía obtiene la mitad de su recaudación mundial, que ascendió en 2013 a 850 millones de dólares frente a los 1.000 millones de un año antes. Otras tres unidades tienen base en la Riviera Maya, el parque Disney de Orlando y Montreal, y el resto está de gira.

De músico callejero a turista espacial

  • Guy Laliberté (1959) sintió la llamada de la pista de niño tras asistir a un espectáculo del Circo Ringling Bros en Quebec, su ciudad natal. Leyó la biografía de P.T. Barnum, el empresario circense del siglo XIX famoso por promover todo tipo de engaños, y cuando acabó la escuela empezó a tocar la armónica y el acordeón en las calles. Después de un corto periodo como empleado de una central hidroeléctrica, abandonó ese trabajo para revolucionar el mundo del circo junto con sus amigos Daniel Gauthier y Gilles Ste-Croix. En 1984, los tres crearon el Circo del Sol con el apoyo financiero de las institciones canadienses. Con el tiempo, LaLiberté se hizo con la propiedad total de la empresa. Jugador de póquer y filántropo, cuenta con su propia estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, en 2009 viajó a la Estación Espacial Internacional (en la imagen, de AFP) y ahora ha decidido salir del foco.

El problema es que en los últimos años los costes de producción se han disparado hasta el punto de que 'Zarkana' pierde dinero a pesar de ser un éxito de público y la gira del 'Michael Jackson Inmortal World Tour' tuvo que suspenderse a pesar de ser el séptimo espectáculo más rentable de todos los tiempos. Otros han caído del cartel prematuramente porque el público les ha dado la espalda, como 'Iris' -con un coste de producción de 100 millones de dólares y centrado en el mundo del cine-, que se estrenó en el teatro Dolby de Los Ángeles en septiembre de 2011 y se retiró en enero de 2013. Y algunos recientes no han seducido ni al público ni a la crítica. ¿Está el modelo agotado? Lalibertè dice que no y esgrime a su favor los más de 14 millones de entradas que vende al año. "Si algún espectáculo no funciona, es comprensible", justifica Llorca.

"Crear, crear y crear"

"Es consecuencia de la demanda por crear, crear y crear, de un crecimiento demasiado rápido en un ámbito donde no hay los suficientes artistas ni escritores. No hay autores suficientes que manejen el lenguaje del circo y tengan ideas rompedoras. Eso ha desembocado en la mediocridad. No es algo que se solucione acudiendo a grandes directores para que hagan circo porque igual no entienden el lenguaje del circo", sostiene Lehn. En opinión del presidente de la Federación Europea de Escuelas de Circo Profesionales, el Circo del Sol se enfrenta a lo mismo que Disney cuando, por ñoñas, sus películas y héroes dejaron de atraer a las nuevas generaciones: la necesidad de cambiar para mantenerse en lo más alto, algo que exige producciones innovadoras que el público sienta la necesidad de ver.

"No creo que el Circo del Sol esté en crisis. Es una de las multinacionales del entretenimiento más grandes del mundo, con 'shows' que ven miles de personas cada noche", dice el director de 'Zirkolika'. Lehn cree, sin embargo, que el proyecto del artista callejero que fue Lalibertè tiene que renovarse y asegura que los posibles inversores han dejado claro que hay que cambiar al piloto. Lo que eso exigirá nadie lo sabe, pero igual el primer paso es recuperar un laboratorio de I+D que ya no existe. "Ahora confían en que eso lo hagamos nosotros en las escuelas. Ya no forma parte de su modelo", advierte.

Un modelo, por otra parte, difícil de mantener porque no sólo no hay tantos escritores capaces de idear historias maravillosas y sorprendentes como las que necesita esta máquina de hacer dinero, sino que tampoco hay los suficientes artistas. "Somos una 50 escuelas circenses de alto nivel en el mundo y no podemos cubrir las necesidades de artistas de primera fila para todos los espectáculos que tiene el Circo del Sol. Porque muchos ven su paso por la compañía como algo temporal. Seguro que no conoces a ningún artista del Circo del Sol por su nombre. Son anónimos. Eso no pasa en las compañías más pequeñas que hacen el circo más moderno", dice Lehn.

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