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El Santander ha vendido el número 4 de la Gran Vía. Jordi Alemany
COMPRAR EDIFICIOS

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Se vende la antigua sede del Hispano Americano

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Lunes, 30 de abril 2018

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No me sucede a menudo, pero a veces pienso en los grandes fondos de inversión. Cuando lo hago, recuerdo una novela de Robert Harris. Se titula 'El índice del miedo'. Su protagonista diseña junto a un socio un algoritmo tan sofisticado para reaccionar fulgurantemente a los vaivenes de los mercados financieros, y para generar él mismo esos vaivenes, que termina ganando dinero de un modo enloquecido, astronómico, imparable. Al final, ni siquiera él entiende por qué está ocurriendo. Y su alegría va transmutándose en terror.

Otra de las cosas en las que no pienso habitualmente es en comprarme un edificio. Y eso que ahora hay en la ciudad una enorme oferta a ese respecto. Ahí está por ejemplo la torre del BBVA. A la venta. El inmueble es céntrico, amplio, muy exterior. Un rascacielos con pedigrí. O la manzana del Iruña, ya me dirán. Menuda ubicación. Y, disponiendo de una manzana entera, tendría uno al fin espacio para todas sus cosas. Teniendo una manzana, incluso puedes reservar algunos pisos para reproducir tus casas anteriores. Puede parecer una extravagancia, pero piensen en lo mucho que simplifica las mudanzas.

El problema de la compra de edificios, además de lo de pagarlos, es que tienes que echarle mucho empuje. Si no, se te adelanta un fondo de inversión. Son rapidísimos y están en su momento. Ahora sabemos que el Santander ha vendido el número 4 de la Gran Vía, lo que fue la sede del Banco Hispano Americano, por sesenta millones.

Parece que los fondos que tienen puesto Bilbao en el punto de mira no son de temperamento especulativo, sino que quieren los edificios para destinarlos al alquiler. Es lo que se lleva ahora. El domingo leíamos en estas páginas que se buscan con cierta ansiedad inmuebles en las calles 'prime'. Como la Gran Vía, que está adquiriendo una curiosa naturaleza de tablero movedizo. «Nos ha llegado la hora», le leíamos el domingo al director de Planificación y Vivienda del Gobierno vasco. Y la verdad es que no se sabía si era bueno o malo. Los fondos persiguen, como es lógico, la rentabilidad, de modo que enlazan el futuro de zonas tan importantes con el suyo propio. La alternativa es que los edificios en venta los compremos quienes llevamos a la ciudad en el corazón, pero ya digo que eso, al final, es mucho lío.

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