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Talentos que no se duermen en los laureles

Talentos que no se duermen en los laureles

La Olimpiada Científica de la UPV encuentra la excelencia en cinco bachilleres vizcaínos. «El tesón distingue a un listo de otro», dicen

sergio garcía

Sábado, 2 de junio 2018, 16:15

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«No basta con ser inteligente, hay que currárselo. De hecho, es el tesón lo que distingue a un listo de otro». Guillermo Valverde, 17 años, alumno de Jesuitas, quiere ser físico y además apunta maneras. Bueno, para ser exactos las clava. Acaba de proclamarse Medalla de Oro en las Olimpiadas Científicas 2018, celebradas en la UPV/EHU y a las que han asistido 200 chavales de medio centenar de centros de toda Euskadi. No ha sido el único premiado. Gabriel González (Geología), Erik Terrés (Matemáticas), Javier Herrero (Química), Ignacio Ibarrondo (Biología) y el propio Guillermo (Física) sostienen las ramas de ese árbol del saber que gira en torno al 'fullereno' de la Facultad de Ciencias y Tecnología de Leioa, la representación de una molécula compuesta por 12 pentágonos y 20 hexágonos punteada de átomos de carbono en torno a la que gira la vida universitaria. Chicos de segundo curso de Bachillerato, de Bizkaia y que estudian en castellano dibujan el perfil de los laureados este año, tres de los cuales proceden de las aulas de Urdaneta, uno de Jesuitas y otro de Escolapios.

Para llegar hasta aquí todos han tenido que pasar por un rosario de pruebas, teóricas y prácticas, algunas hasta de siete horas –en turnos de tres y media, mañana y tarde– como fue el caso de Erik. Y preguntas que se las traían. Como explicar el ciclo larvario del krill, la frecuencia en el vacío del haz de luz, las dimensiones de la celdilla unidad de la pirita... O el cálculo de la energía reticular. Porque a ver, que levanten la mano todos los que sean capaces de siendo R+ el conjunto de los números reales positivos, hallar todas las funciones de f:R+->R+, tales que f(x+f(y))= f(xy+1), para todo x,y>0.

«Demasiadas horas»

Pues eso. Que Erik quiere dedicarse a la inteligencia artificial. Y aptitudes no le faltan. Este chaval de Bilbao confiesa su fascinación por las matemáticas, «un lenguaje propio, pura elegancia y belleza, que permite dar soluciones sencillas a problemas difíciles». La revelación que despertó la vocación es diferente en cada caso: en el de Ignacio fue pensar un día cómo las unidades más pequeñas se coordinan para crear la vida; o en el de Gabriel cómo funciona la Tierra y de qué esta hecha. También el avance tecnológico que más les ha cautivado. Para Ignacio es el Da Vinci, esa máquina que permite hacer cirugías con mucha precisión; o el acelerador de partículas que hay en Ginebra, con el que sueña Guillermo; o las redes neuronales que se basan en la estadística, con las que se enfrasca Erik.

Guillermo Valverde, Gabriel González e Ignacio Ibarrondo. SERGIO GARCÍA
Imagen principal - Guillermo Valverde, Gabriel González e Ignacio Ibarrondo.
Imagen secundaria 1 - Guillermo Valverde, Gabriel González e Ignacio Ibarrondo.
Imagen secundaria 2 - Guillermo Valverde, Gabriel González e Ignacio Ibarrondo.

Las horas de estudio, sin embargo, no es el parámetro más tenido en cuenta por estos chavales, a los que –y en eso hay que reconocerles madurez a ellos y a sus compañeros– nunca les han tratado de empollones, ni cerebritos, ni bichos raros. «A mí en clase hasta me aplaudieron mis compañeros cuando se enteraron de que había ganado el premio», dice Javier, «encantado» con el ambiente de Urdaneta. «Otros te hacen la pelota para que luego les ayudes, claro», bromea Guillermo, a quien tampoco le resulta extraño que le digan «tú eres muy listo, así no vale». Gabriel, Erik o el propio Guillermo estudian en clase, «todo lo más los deberes que te manda el profesor», y consagran sus esfuerzos a las asignaturas que cursan «por obligación». Javier, por el contrario, admite que en época de exámenes está amarrado a la mesa hasta cinco horas. «Es que las cosas de memorizar me cuestan mucho –se disculpa–, yo soy más creativo».

Erik Terrés.
Erik Terrés. SERGIO GARCÍA

Su principal queja para con los planes de estudio apunta a que «se fomenta poco el pensamiento lógico, todo no se reduce a aplicar fórmulas». La mayoría considera que pasan «demasiadas horas» en clase, que hay que desarrollar el gusto por las materias en lugar de estar tan pendiente de los resultados y que existen herramientas pero muchos no saben usarlas. «No puede ser que la única práctica de física haya sido un péndulo», dice uno.

Fuga de cerebros

Todos son conscientes de que es importante formarse con los mejores y que eso, a veces, obliga a marchar fuera, aunque les gustaría que aquí hubiese más oportunidades y no estar condenados a ganarse las habichuelas en el extranjero. «La investigación –advierte Gabriel– está fatal pagada, y eso es un error grave». De la misma opinión es Guillermo: «Me indigna cuando hablan de la fuga de cerebros, ¡pero es que aquí nadie pone un duro!». Y Erik sentencia: «Al Ministerio de Educación ni se le ocurre becar estas Olimpiadas. El menosprecio de la ciencia es absoluto».

Javier Herrero.
Javier Herrero. SERGIO GARCÍA

El tan cacareado informe PISA también sale en la conversación. «No es una buena referencia. Yo no estoy descontento con la educación que recibimos –interviene Gabriel–, quizá sí con cómo se evalúa». Para Erik, «la sociedad está dicotomizada:los que se sacrifican y quienes prefieren salir y disfrutar el fin de semana. Establecer medias a partir de ahí no significa que no haya talento». «Quizá falte desarrollo de pensamiento crítico, lógico, pero creo que hay una formación muy completa», tercia Javier.

En lo que todos coinciden es en lo que decía Guillermo del papel que juega el esfuerzo, ese ingrediente que sumado al talento no garantiza el éxito, pero ayuda. «No hay otra fórmula». Con o sin raíz cuadrada de pi.

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