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Luis López
Domingo, 13 de mayo 2018, 01:11
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Mucha gente que viene de fuera detecta en los bilbaínos la sana cualidad de vivir al borde del entusiasmo. Siempre dispuestos a celebrar cualquier logro meritorio como si fuese un hito histórico. Hay ilusión y confianza. Eso está muy bien, pero tiene el mismo riesgo que ir a ver una película largamente esperada y respaldada por críticas unánimemente elogiosas: puede decepcionar, porque es muy difícil que la realidad esté a la altura del ideal que nos hemos fabricado.
Algo así ha ocurrido con las finales de rugby. Sin discusión, un logro enorme para la ciudad. Pero, sin discusión también, con un impacto menos arrasador de lo previsto, pese a que a última hora de la tarde de ayer Bilbao parecía vivir una Aste Nagusia adelantada. La llegada de 50.000 extranjeros y 30.000 visitantes del resto de Euskadi y España llenó los hoteles, pero no ha sido suficiente para satisfacer las expectativas que se habían generado en otros sectores como el hostelero.
Héctor Sánchez, Presidente de la Asociación de Hosteleros de Bizkaia
«El viernes fue un día bastante normal, y hoy (por ayer) hubo más gente. Sobre todo, después del partido. Eso es lo que esperábamos para los dos días». El presidente de la Asociación de Hosteleros de Bizkaia, Héctor Sánchez, valora la actividad generada por el rugby, pero también dice que no ha sido «excepcional». De hecho, algunos empresarios se han pillado los dedos porque tras reforzar plantilla y abastecerse de género no han cosechado los frutos esperados. «El viernes ha defraudado las expectativas; la gente que ha dado de alta a cuatro personas más» para atender los miles de aficionados «sí han sufrido una pequeña pérdida». «Esperemos que con lo de esta noche (la de ayer) se compense algo».
Como es habitual, el asunto va por barrios. Contra todo pronóstico, el Casco Viejo y la zona de Diputación tuvieron un ambiente algo «flojito». Pero locales de ocio nocturno en la zona de Mazarredo hicieron una caja «un 70% superior a la de la pasada semana».
Aitor Elizegi, Presidente de BilbaoDendak
Está bien eso de ver el vaso medio lleno, y es precisamente lo que hace también Aitor Elizegi, presidente de BilbaoDendak. «No ha habido tanta gente como se esperaba, la cosa ha estado suave, pero la ciudad ha demostrado que está preparada para acoger este tipo de eventos». Es decir, una vez superada la prueba de las finales de rugby, «podemos estar tranquilos porque vamos a hacerlo bien en citas internacionales próximas, como serán los MTV o la Eurocopa 2020».
Pero, ¿qué hay del negocio en el comercio bilbaíno? ¿Cómo han vivido las tiendas de la ciudad una cita tan largamente esperada? «Ha habido más movimiento que un fin de semana normal. Para el comercio ha sido un fin de semana especial, y eso está bien en esta temporada del año, porque los meses de mayo y junio ya son buenos para la actividad».
Pero, ¿la gente que viene para estas cosas se va de tiendas? ¿Qué va a comprar un irlandés que viene a ver el rugby? «La gente siempre compra recuerdos: se lleva unos pasteles, unas botellas de txakoli, una camiseta del Athletic... Yo cada vez que viajo me vengo al menos con un par de recuerdos». Eso sí, esa actividad comercial «se concentra en zonas muy determinadas, como el Casco Viejo y el Ensanche», además del entorno de los puntos calientes como San Mamés.
A juicio de Elizegi, las expectativas para esta semana eran «mayúsculas», e incluso «nos habíamos alarmado en exceso» ante la posible avalancha de visitantes. Pero se felicita por que Bilbao ha «absorbido fenomenalmente» a la gente que ha atraído el evento y por que -esto hay que tenerlo en cuenta- ante la falta de camas en la ciudad, se ha repartido en un radio de acción de casi cien kilómetros a la redonda. En este sentido, sí apunta que quizás habría que plantearse que las habitaciones en los hoteles no sufran los «picos de precios» que se han dado.
Álvaro Díaz-Munío, Presidente de Destino Bilbao
En los hoteles no ha habido sorpresas: «Ha estado muy bien: llenamos el viernes y el sábado» se felicita Álvaro Díaz-Munío, presidente de la asociación hotelera Destino Bilbao. Y, pese a colgar el cartel de completo, las jornadas se han desarrollado sin agobios. «Ha habido mucho movimiento, pero la gente que trae el rugby es muy tranquila, todo lo contrario que la del fútbol».
Lo que pasa con la cuestión hotelera en Bilbao es que la oferta se queda algo escasa cuando hay eventos de relumbrón, porque en el área metropolitana únicamente se ofrecen algo más de 4.000 habitaciones. Así que, como ya se sabía, buena parte de las decenas de miles de visitantes que han llegado estos días se han repartido por el entorno y han llegado a Santander, Vitoria o San Sebastián. Precisamente ese bien escaso que es el alojamiento ha hecho que los precios se hayan disparado por estas fechas en Bilbao. Una situación de cuyo riesgo alertan los expertos por la imagen que se traslada y la sensación que deja en los visitantes. Sin embargo, Díaz-Munío rechaza que la situación se haya desmadrado. Primero, replica a quienes piden que se controlen los precios: «Las empresas no podemos pactar estas cosas», ya que atentaría contra la libre competencia. En cuanto a las subidas, «no nos puede sorprender que un hotel venda a 300 y 400 euros las habitaciones en un acontecimiento como este, que son dos días». Ocurre en todas las ciudades que pasan por situaciones similares. «Este fin de semana se llena, se llenan también las ciudades de los alrededores, y qué vamos a hacer, ¿vender las habitaciones a cien euros?». Además, recuerda que toda la actividad que genera el negocio está sujeta a los correspondientes impuestos, de tal manera que redunda en beneficio de todos.
Lo malo es que en casos puntuales la avaricia de unos pocos puede empañar la imagen de la mayoría. Ayer, un grupo de visitantes de Valladolid protestaba porque les habían anulado su reserva realizada hacía meses por 80 euros, para luego comprobar que la sacaban a la venta por 400. Tuvieron serios problemas para encontrar techo. Finalmente lo hicieron en Laredo.
Vicente Reyes, Diputado de Transportes
Una de las grandes preocupaciones que tenían las administraciones era garantizar la movilidad en una ciudad tomada por decenas de miles de forasteros. «Por primera vez las tres instituciones (Diputación, Ayuntamiento y Gobierno vasco) nos hemos coordinado de forma generosa y sin reservas, y eso ha supuesto un gran aprendizaje de cara a otras situaciones similares que vengan en el futuro», se felicita Vicente Reyes, diputado de Transportes y presidente de la Autoridad de Movilidad de Bizkaia. «Ha habido absoluta normalidad y los medios han sido más que suficientes». Es más, el metro, que funcionó 24 horas, «tuvo muy poca gente por la noche». Bizkaibus también operó sin incidencias, igual que «Euskotren y la Línea 3, que también tuvieron pocos usuarios». Pese a ello, el diputado no cree que se haya pecado por exceso, y considera que los servicios que se han dado han sido «oportunos y suficientes». En la reunión que las tres administraciones tendrán la semana que viene analizarán cómo se ha cerrado todo este asunto.
Borja Musons, Presidente de Radio Taxi
Este fin de semana el Ayuntamiento permitió que saliese a la calle el doble de taxis que un fin de semana normal. «Ha habido unos 700 circulando por Bilbao», constata Borja Musons, presidente de Radio Taxi. Pero, visto lo visto, duplicar la cifra ha sido un exceso porque «el viernes ha habido sólo un 15% más de servicios que un viernes normal, y hoy (por ayer) el incremento ha sido mayor, pero únicamente de un 25%», explicó a última hora de la tarde. «Hay meneo, pero no tanto como se esperaba». Y menos si se tiene en cuenta el «intrusismo» de profesionales de otros municipios que llegan al caladero de la capital en busca de clientes. Eso hace que la porción de tarta se reduzca. «Y no nos sentimos arropados por la Policía Municipal, que no hace nada para atajar esta situación».
Eso sí, estos días los servicios están siendo diferentes: abundan las carreras interurbanas porque buena parte de los visitantes se han alojado fuera de la ciudad; una situación interesante porque también son trabajos más jugosos.
Imanol Pradales - Diputado de Desarrollo Económico
Las finales de rugby sí han sido importantes, y lo seguirán siendo. El impacto más inmediato podría superar los 30 millones de euros, recuerda el diputado de Desarrollo Económico, Imanol Pradales. «Ese es el resultado que ha dejado la misma cita el año pasado, y en Bilbao se han vendido más entradas». Pero, sobre todo, hay que tener en cuenta el impacto a futuro que genera una cita como esta. «Sobre todo en dos mercados fundamentales para nosotros, el de Francia y Reino Unido. La exposición televisiva para la imagen de Bilbao va a superar las 8.000 horas, y los 38 millones de personas de audiencia en esos dos países». Una campaña de promoción con semejante repercusión «nos costaría decenas de millones».
Esa promoción internacional es vital si la ciudad quiere entrar de lleno en el circuito de los grandes eventos internacionales. «Ya estamos haciendo un buen currículum», constata Pradales. Y eso vale no sólo para captar los MTV o la Eurocopa, sino también para atraer inversiones. «Cuando una empresa quiere hacer una implantación tiene en cuenta muchas cosas. Si aquí ven que hacemos bien las cosas, es un elemento que también entra en la coctelera a la hora de tomar la decisión».
Javier Muñoz - Presidente de la federación de asociaciones de vecinos
«Se ha generado una expectativa falsa, tal vez producto de la fanfarronería», se despacha Javier Muñoz, presidente de la federación de asociaciones de vecinos de Bilbao. Y sí, admite que es «muy crítico» porque «nos jugamos el futuro de Bilbao». A su juicio, eventos como las finales de rugby suponen una apuesta «no por el deporte, sino por el espectáculo», y critica que las administraciones se vuelquen en hacer de la ciudad «una sala de fiestas» porque la actividad que generan estos eventos «ni se reparte entre los vecinos ni entre los barrios».
En cuanto a las afecciones para la ciudadanía, destaca que se limitaron los servicios para los vecinos del entorno de San Mamés (como el acceso a parkings y a transportes públicos) durante tres horas antes y después de los partidos, «cuando en los del Athletic son sólo 45 minutos». Sin embargo, la restricción acabó resultando «excesiva» porque al final «no había tanta gente y los propios policías permitían pasar» pese a no haber transcurrido el tiempo establecido. «Yo no he visto a 100.000 personas por Bilbao».
Hay dos maneras de dar esta noticia: en positivo sería que las finales de rugby han aumentado un 38% las visitas al Guggenheim; y en negativo, que sólo 3.000 de los 80.000 visitantes han aprovechado para conocer el icono que representa el antes y el después de Bilbao. Según datos facilitados por el museo, la semana pasada entraron 7.583 personas entre el jueves, el viernes y el sábado (hasta las 14 horas). Esta semana la cifra se ha elevado a 10.480. Un 38% más gracias, sobre todo, a franceses, británicos e irlandeses. Eso sí, el personal de atención al visitante coincide con la percepción general a la hora de ensalzar la «amabilidad y buen humor» de los aficionados al deporte del balón ovalado.
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