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Luis Gómez
Jueves, 1 de junio 2017, 01:43
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Hydra Moyua, emplazado en el número 35 de Alameda Recalde, irrumpió en 2002 como el gimnasio más lujoso de Bilbao. Rompió moldes en Bizkaia por sus vanguardistas instalaciones y la selectiva oferta dirigida a un público de alto poder adquisitivo en materia de deporte, salud y belleza. El equipamiento fue el primero del sector que se posicionó como «premium» e implantó unas tarifas notablemente superiores a las de los demás centros de la ciudad.
Quince años después de su apertura, el equipamiento, perteneciente a una sociedad que controla otros tres locales en el centro comercial Artea de Leioa, Pamplona y Vitoria, echa el cierre. La dirección convocó hace solo una semana a los empleados para informarles de la mala marcha del negocio.
El anunció cayó como un jarro de agua fría entre los quince trabajadores entre personal administrativo y monitores, que ayer se quedaron en la calle. Ninguno esperaba que les llamaran para comunicarles el inminente cierre de las instalaciones. «No es verdad que el gimnasio fuese mal. Habíamos notado la crisis, como la competencia, pero seguíamos contando con una importante cartera de clientes. Podríamos haber seguido perfectamente sin ningún tipo de problemas», explicó ayer una encargada.
Renovación del alquiler
Además de advertirles de las dificultades económicas, la dirección les informó también de la «infructuosas negociaciones» que desde el pasado enero mantenían con los propietarios del inmueble para la renovación del alquiler. «Finalmente no han fructificado y ante la inminente finalización del contrato de arrendamiento nos vemos obligados a tomar la decisión del cese de la actividad», comunicó el responsable del centro. Hydra Moyua se comprometió ayer a devolver «de manera escrupulosa» las cantidades adelantadas por los clientes, a los que el cierre también ha pillado de sorpresa.
Pese a tener las horas contadas bajó la persiana a las 22.30 horas, la fachada del gimnasio seguía anunciando cursos de fisioterapia, pilates, zumba, bikram-yoga y distintos tipos de programas de salud «con resultados garantizados». En el interior, reinaba una profunda tristeza, tanto entre los trabajadores como entre algunos clientes. «¿Dónde voy a ir yo ahora, después de haber estado tanto tiempo con vosotros?», lamentó José, un cliente próximo a los 70 años que acudía todos los días de la mano de un cuidador.
El semblante de los empleados denotaba preocupación y «mucha angustia. Nos tememos que este cierre estaba planificado desde hace meses, porque no es normal que ejecuten la clausura en solo una semana. No nos han dado demasiadas explicaciones. Esperamos que nos paguen, al menos, las nóminas de este mes», reclamaron.
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