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Amparo muestra la carcasa llena de verdín de la cámara que halló.
Cuando Amparo encontró al José de la fotografía

Cuando Amparo encontró al José de la fotografía

Una bilbaína localiza, gracias a las redes sociales, al dueño de una cámara que un río arrastró 17 kilómetros durante 9 meses

Josu García

Lunes, 10 de octubre 2016, 02:12

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Durante nueve meses, el río Cadagua y el arroyo Laceras arrastraron la cámara de vídeo deportiva que José Terreros había perdido en las estribaciones del Kolitza, en Balmaseda. Nueve meses. El tiempo que dura un embarazo. José y su mujer, Marta, fueron precisamente padres hace un par de semanas. La gestación de su bebé coincidió con la accidentada singladura de la Go Pro que el joven de la villa encartada extravió en una desapacible tarde de diciembre. Mientras las manos de la criatura crecían y sus pulmones tomaban forma, el aparato electrónico daba vueltas y vueltas por el cauce fluvial. A la deriva. A merced del agua.

Cosas del destino, el pequeño nació en la misma semana en la que sus padres recuperaron intacta una cámara de la que ya se habían olvidado y que no pensaban, «ni por asomo», volver a ver. «Fueron los días con más suerte de mi existencia», reconoce José. La Go Pro volvió a la vida gracias al empeño de la otra protagonista de esta historia: Amparo Cardona. Esta bilbaína de origen colombiano la halló por casualidad en un área recreativa de Zalla a comienzos del pasado agosto, a un metro de profundidad.

Sólo su honradez y su determinación permitieron identificar y localizar a aquellos dos chicos que asomaban en las fotografías contenidas en la tarjeta de memoria. No había un nombre. Tampoco un teléfono o forma de contacto. Pero Amparo lo logró. Admite que influyó «la suerte» y la cascada de mensajes que colgó en Facebook. Con todos estos ingredientes pudo escribir un inesperado final feliz a esta extraordinaria historia.

Todo comenzó en un lluvioso día de finales de 2015. José pedaleaba por el monte Kolitza con un compañero. Ambos documentaban una ruta para un trabajo de fin de curso. Guía de montaña, el joven balmasedano se estaba sacando también el título de monitor de mountain bike. «Paramos a tomar unas imágenes al lado del arroyo, con tan mala suerte que al guardar la cámara en la mochila, resbaló y se fue al cauce del Laceras, que en ese momento tenía una crecida impresionante».

Los ciclistas se quedaron de piedra. «Todo el curro estaba allí dentro». Esperaron unos días, a que el caudal descendiera. José se pertrechó con un traje de neopreno y recorrió los tres kilómetros que separaban el lecho del río del Cadagua. «Pero no hubo suerte». Fue entonces cuando la dio por perdida. «Llegué a soñar con que quizás algún día apareciera en el mar o en alguna playa. Como algo mágico, de cuento. Pero realmente no esperaba recuperarla. De hecho le busqué una sustituta», explica.

Retratos en Noruega

La vida de José y Marta (y su embarazo) siguió adelante. Nueve meses después, hacia el 10 de agosto, Amparo Cardona se bañaba en el Cadagua, en Bolunburu (Zalla), a unos 17 kilómetros del lugar donde la Go Pro se había caído al Laceras. «Hacía calor y fui a refrescarme. Metí las manos y toqué algo extraño. Aquello no era una piedra», relata. «Lo extraje y era un plástico repleto de verdín. Lo llevé a la orilla y lo abrimos toda la familia. Mi hija, que entiende de fotografía, dijo que era una cámara deportiva y que aún funcionaba». La carcasa estanca había hecho su función. ¡Vaya si había cumplido su cometido! De la tarjeta de memoria extrajeron unas fotografías de unos jóvenes que viajaban de mochileros por los fiordos noruegos.

Ese aparato vale casi 300 euros. Podría habérselo quedado.

Hice lo correcto. Las cosas hay que devolverlas a sus legítimos dueños. Así me han educado.

Y Amparo se tomó muchas molestias. Colgó varios mensajes vía Facebook. «Se ve que iba en serio, porque hizo hasta un collage con varias instantáneas y eso lleva su tiempo», agradece José. «El buen corazón mueve montañas», responde la bilbaína de origen colombiano. Y así fue. Hacia finales de agosto, el guía de montaña empezó a recibir varios mensajes. Habían encontrado su cámara y le habían identificado a él. El joven destaca «la honestidad» de Amparo y su familia.

Sin embargo, en una historia marcada por los buenos sentimientos, también hubo un lado oscuro y sucio. Varias personas intentaron hacerse pasar por José para quedarse con la cámara. «Es verdad. Hubo quien se intentó aprovechar, pero por fortuna no lo consiguieron».

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