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«La vida me trajo a África y no me ha dejado irme»

«La vida me trajo a África y no me ha dejado irme»

Iñigo Martínez, director de Moshi Maasai Experience, fue a Tanzania para subir al Kilimanjaro y ayudar a una ONG y, cuatro años después, dirige una compañía de turismo

IRATXE GÓMEZ BRINGAS

Domingo, 18 de septiembre 2016, 01:21

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Su meta era subir al Kilimanjaro. No lo hizo la primera vez. Volvió para alcanzar la cima de la montaña más alta de África. Pero tampoco lo consiguió. Iñigo Martínez se quedó tan prendado de Tanzania que dejó en pausa toda su vida en Bizkaia para embarcarse en una gran aventura. El Kilimanjaro podía esperar porque se quedó a vivir en sus faldas, en la ciudad de Moshi, donde reside desde hace cuatro años. «La primera vez que vine aquí, ningún amigo me podía acompañar. Así que aproveché el viaje para contactar con una ONG y ayudar en un proyecto durante 15 días, además de subir a otro volcán y conocer Zanzíbar», recuerda. Su experiencia como voluntario fue tan fructífera que al regresar a su pueblo natal, Arrigorriaga, pensó que quería profundizar más en la cultura y la gente de Tanzania. Compró un billete de ida y vuelta para siete meses, pero con idea de cambiar la fecha de retorno. No llegó a utilizarlo.

Su trayectoria profesional nada tenía que ver con la naturaleza, el turismo y mucho menos con África. Hizo un grado medio de electromecánica y trabajó durante casi seis años de fontanero. El cambio fue brutal. Durante su segunda estancia en Tanzania conoció a su actual socio, que es tanzano, experto en hacer de guía y en safaris. Antes de empezar el proyecto empresarial con él, Martínez colaboró durante siete meses en la construcción de un colegio. «Trabajar con los niños de aquí es lo más bonito que te puede pasar. Te engancha», confiesa. Esa sensación cambió su rumbo y decidió emprender un negocio en tierras del swahili, el idioma que se utiliza cuando dices hakuna matata.

En ningún momento se planteó crear una empresa. Dejó que todo fluyera. «La vida me ha traído a África y no me ha dejado ir. Solo quería escapar de la monotonía». La actitud de la gente le ganó e hizo que alargara su estancia hasta la actualidad. «Tú vas a ayudar, pero son ellos los que te echan un cable a ti. La experiencia que tú ganas no te la quita nadie». Entre él y su socio empezaron a desarrollar la idea de montar una compañía de turismo aprovechando la cantidad de gente que acude a África en busca de un viaje distinto. Llevan tres años con Moshi Maasai Experience (www.moshimaasaiexperience.com), pero los comienzos no fueron fáciles; sobre todo, en el aspecto burocrático.

Expedición al volcán

Este vizcaíno no procede del sector del turismo, pero su pasión por la montaña, la escalada y la naturaleza le animaron a seguir adelante con el proyecto. «Para mí, es un sueño. El trabajo te motiva a seguir día a día». Además, tuvo la suerte de aliarse con un socio local que le ayudó a que «las puertas se abrieran». «Yo quería crecer con alguien de aquí. Ese era mi objetivo», apunta. El idioma le complicó un poco el arranque. «El swahili no es un complicado, pero te corta caminos no saberlo. Ahora ya lo manejo con fluidez». La mayoría de sus clientes proceden de España, y un alto porcentaje de Euskadi. Cada vez reciben más solicitudes de Estados Unidos, Holanda o Alemania.

Entre las experiencias que ofrece la compañía de Martínez está ascender al techo de África, el Kilimanjaro, o hacer cima en Mount Meru. Pero una de las propuestas más entrañables para este vizcaíno es la expedición al volcán Ol Doyno Lengai. Allí nace la compañía y Martínez alardea de ser «el blanco que más veces lo ha subido», hasta 23 ha contado él. «Es mi lugar favorito. La montaña de los dioses masáis de la que un día me enamoré sin remedio. Fue uno de los primeros sitios donde empezamos a trabajar y donde la comunidad masái me abrió las puertas, y ahora me siento más a gusto que si estuviera en casa. Como dice National Geographic este es el último lugar de la tierra, y yo siempre digo que si no has visitado Natron, es que no has estado en África».

El objetivo de cada viaje es que no sea monótono. Para ello organizan también safaris, pero fuera del convencional del turista maleta. Se mezcla con aventura, con camping y safaris a pie. En las temporadas altas, Iñigo se pasa el día en la oficina organizando todo el papeleo y los paquetes contratados por los clientes. Pero en su tiempo libre también ejerce de turista por el país. «Me gusta hacer de guía. No me aburro nunca. Disfruto de los safaris al mismo nivel que mis clientes», revela.

Con todo, todavía hay mucha gente que le pregunta cómo se ha quedado en Tanzania. «No necesito mucha tecnología ni grandes centros comerciales. Tengo todo lo que me gusta, el deporte y la naturaleza. Aquí me siento libre. Es un país grande con muchas llanuras y mucho espacio». Él ha cambiado Bilbao por Moshi, una ciudad de 150.000 habitantes. «Cuando regreso a Bizkaia, cojo un tren de cercanías y veo asientos vacíos, no me lo creo». En África es más habitual que los autobuses vayan repletos de gente, cabras, gallinas...

En cuanto a los recursos, a veces tienen cortes de luz, pero «están mejorando las instalaciones de todo el país». Y el agua en la ciudad de Moshi se puede beber del grifo sin ningún problema. Pero lo mejor de todo es la gastronomía. «La agricultura es la fuente más grande de negocio». Y eso se nota en la cantidad de frutas y verduras frescas que Martínez encuentra en los mercados. «Todo es más natural. También es cierto que suelo comprar a la gente local que vende sus productos».

Este vizcaíno no puede obviar que Tanzania se trata de un país pobre. «En temas de salud hay muy pocos recursos. En el hospital tienes que pagar y muchas familias no se lo pueden permitir». Aun así, «veo a la gente feliz», reconoce Martínez. De ahí que entre sus pensamientos no está regresar al País Vasco. «Estoy muy a gusto aquí. Más ahora que el negocio ha despegado y quiero disfrutarlo. Volveré una vez al año, pero de momento me queda tiempo en África».

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