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Una camarera prepara un gintonic en el 'Alambique'.
Una noche de marcha por Galerías Urquijo

Una noche de marcha por Galerías Urquijo

EL CORREO recorre las zonas de ocio nocturno para testar el ambiente en la capital vizcaína. En Indautxu «el día fuerte es el sábado» y en la puerta de los pubs los camareros invitan a chupitos. La caña, a cuenta del cliente... a 4 euros

Iban Garbayo

Jueves, 12 de mayo 2016, 01:23

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La noche cae en Bilbao. Son las 23.30 horas y decenas de personas suben y bajan por las escaleras de la estación de metro de Doctor Areilza. Es viernes 6 de mayo, y el termómetro marca 20 grados. Temperatura muy agradable para la fecha en la que nos encontramos. Así que una chaqueta, una camiseta y unos vaqueros son más que suficientes para abordar una noche que se promete larga. Y que vamos a pasar en la zona de Urquijo, uno de los epicentros de la marcha de la capital vizcaína. Este es el primer reportaje de una serie que va a realizar EL CORREO sobre el ocio nocturno en Bilbao para comprobar si, efectivamente, como vienen denunciando clientes y hosteleros, la noche de Bilbao ya no es la que era.

Un vendedor ambulante se mezcla con las cuadrillas y trata de vender unas gafas de colores a unas jóvenes que disfrutan de las primeras copas en una pequeña terraza aprovechando que la noche es cálida. Las chicas se lo piensan y ahí las dejamos porque en el cruce del Azkuna Zentroa con la calle Iparraguirre se escuchan unas voces. Es una chica, que para un espectacular Audi blanco y se hace una foto con el conductor. De lejos no se distingue quién es, pero se acerca y distingo al delantero del Athletic Aritz Aduriz, que seguro se dirige a casa porque el domingo hay partido en Las Palmas. Tras él, otros dos vehículos de alta gama que hacen girar la cabeza y que conducen Balenziaga (Williams va de copiloto) y Beñat.

Va a ser medianoche y arrancamos la ronda en el 'Alambique', un precioso garito enfrente de la entrada de las galerías cuyas luces rosas deslumbran entre la oscuridad de la calle. En la puerta se arremolinan varios grupos amigos del mismo perfil, mujeres y hombres de entre 25 y 40 años, muy preparados. A la entrada una chica ofrece una promoción de ginebra Seagrams, que rechazamos porque acabamos de de empezar la 'guardia'. Encantada con que un periodista ande de faena por la zona (me acompaña una amiga), se ofrece a presentarnos al dueño del local, Jon. Saluda sonriente y pone una cerveza. Y sí, esta se acepta.

Se aleja un momento y observo el interior del local. La gente está sentada en los sofas del interior o charlando tranquilamente en la barra. La música no está muy alta, y el lugar es acogedor. «Llevo doce años al frente junto a mi socia. Tenemos la gran suerte, con lo mal que está la noche, de que la gente aquí es sobresaliente. Nunca he tenido que llamar a la Policía. Toco madera, pero todo el mundo que viene se porta muy bien», explica.

Dirán lo mismo los dueños de varios bares de Galerías. Están cansados de la mala fama que tiene la zona y afirman pagar justos por pecadores. Jon cuenta que tienen permiso de apertura hasta las 2.30 horas. «¿Más flexibilidad? El problema es que está mal organizado. La gran mayoría de locales tienen que cerrar a la una o a las dos, así que yo me conformo con el mío. Los matinales -los 'afters'- son las que generan los conflictos. Creo que sería mas beneficioso alargar los horarios de algunos de estos bares, antes que mandar a la gente a los otros que son donde se producen los líos». Sobre las quejas vecinales, el dueño del 'Alambique' les entiende pero les pide «comprensión». «Son dos días a la semana en los que el ocio nocturno genera mucho trabajo, y eso es muy bueno. Al final, el resto de la semana Bilbao está muerto».

Nadie mirando el móvil

Me doy una vuelta por el local y observo que Jon tiene mucha razón en una cosa que ha dicho: «Me encanta que en mi bar pasa algo que no pasa en otros, que la gente habla». Es verdad, porque no hay nadie pegado al móvil o bailando como si no hubiera mañana. El ambiente es de charla. «Vengo aquí por el ambiente y por el trato que recibo. Llevo más de dos años viniendo de continuo, y en mi caso no me fijo en lo que cuestan las cosas. Miro más el trato que recibo que lo que me cobran. Aquí te sientes como en casa», explica Antonio, bilbaíno de 38 años.

Apuramos la caña y seguimos la ronda, que son ya las doce y cuarto. En Galerías Urquijo no hay un tumulto de gente a la entrada, solo un túnel largo prácticamente vacío en el que la música de varios establecimientos retumba en las paredes, nada que ver con la estampa de hace unos años, en la que el barullo empezaba en el propio túnel. No hay apenas gente y al entrar en los bares aquello parece Salou o Benidorm, con invitaciones a chupitos en la misma puerta. Cristian, dueño del 'Big Ben', es uno de los que ofrece chupitos. Cuando me presento como periodista de EL CORREO, pregunta de inmediato por Luis Calabor, fotoperiodista y encargado de cubrir sucesos en este periódico, que más de una vez ha estado cubriendo algún suceso por allí. Esta vez les explicamos que no vamos por esa razón y entramos. Dentro, la música está altísima, los cañones de luces no paran de dar vueltas, nada que ver con el 'Alambique'. Diez o doce personas se encuentran en el interior. Varias parejas y un grupo de tres jóvenes ajenos a todo e hipnotizados con la máquina tragaperras. Poco después sacarán 20 euros, clin, clin, clin.

Una camarera sirve el chupito prometido a la puerta: vodka caramelo. Una caña cuesta 4 euros. Echo un ojo al local y una máquina expendora llama mi atención. ¿Es posible que sea lo que creo que es? Efectivamente. Justo al lado de una de chicles, se ofrece al cliente la posibilidad de adquirir un tanga por 2 euros. «¿A gusto?», pregunta el dueño y saca otro chupito. Hora de ir al baño... y allí hay otra máquina: la de preservativos. Bajamos y la simpática camarera sirve una tercera ronda de chupitos mientras charla de manera distendida con dos amigas. Se le escucha decir que está «bastante aburrida» porque los viernes, efectivamente no parecen el mejor día en esta zona.

Felicitamos a Cristian porque de verdad muestra gran habilidad para captar clientes, y confirma lo que decía la camarera. «Hace unos años teníamos gente jueves, viernes y sábados, pero ahora solo se sale un día por semana. Y en esta zona es el sábado la jornada que más gente se reúne. ¿El motivo? La economía», explica. En doce años al frente del negocio, Cristian afirma lo mismo que el dueño del 'Alambique'. «Nunca he visto una movida nocturna, por la mañana es diferente». Una afirmación que la corrobora un cliente que se dispone a entrar al 'Big Ben'. «Hay ciertos garitos que abren de madrugada que son los que generan los conflictos. Yo me suelo marchar a las tres o cuatro de aquí y me entero de las cosas que pasan al ver los periódicos por la mañana. Ya ves ahora el 'descontrol' que hay», explica de forma irónica.

A las dos y media damos por finalizada la guardia del viernes. Hasta ese momento no se ve ninguna patrulla de la Policía pasar por la zona ni en los locales hay portero de seguridad porque «no se necesitan». Nos vamos con la promesa de volver al día siguiente, a ver si está más animado el ambiente.

¿Habrá mazmorras?

Y de entrada sí, el sábado por la noche hay mucha más gente en la calle. En Galerías parece que tenían razón, el sábado es el día. Bilbao anochece con la misma temperatura y la misma brisa agradable que la noche anterior y arrancamos la ronda en el 'Art Bilbao' (Alameda Recalde) con una copa a 8 euros. Un ambiente muy similar al del 'Alambique' se respira en el establecimiento. Gente que no supera los 40 años y muy preparada también. Un lugar de copas perfecto, antes de ir a 'romperse' a cualquier discoteca o pub de la zona. A la 1 de la madrugada enfilamos hacia Galerías. Los dueños de 'Big Ben' , 'Bambuddha' y 'Senador' continúan al pie del cañon, tratando de captar clientela, que hoy hay más. Varios jóvenes con ganas de fiesta entran en en 'Bambuddha', un bonito local decorado con símbolos budistas que atiende Katrine: «Los viernes son un goteo de gente, pero poca. Hoy en día se sale un día a la semana, que normalmente suelen ser los sábados», explica. El 'Bambuddha', al igual que el 'Senador', tienen licencia de bar, por lo que tienen permiso de apertura hasta las 2.30 horas. «Está claro que se queda corto, por lo que nos vemos obligados a abrir de lunes a domingo», expresa resignada.

Avanzamos por Galerías y nos saluda Cristian ('Big Ben'). Comenzamos a ver la luz al final del túnel y la calle Telesforo Aranzadi asoma con varios locales abiertos: 'Café Nassau', 'Terra Rock'... Se nota que la gente está animada y hay multitud de personas en la entrada de todos los establecimientos. Entramos en el 'Bluesville' y parece que acabáramos de salir de Bilbao. Las paredes están decoradas con todo tipo de elementos que recuerdan a un castillo medieval. Candelabros antiguos, luz tenue... es como retroceder en el tiempo. ¿Habrá mazmorras también? Llegamos hasta el final, hasta el baño, y lo descartamos.

«El bar cierra a las cinco de la mañana», cuenta un grupo de chicas que no paran de dar saltos. «Claro que aguantamos así toda la noche», aseguran y de fondo suena reggaetón: 'Picky' de Joe Montana. No nos quedamos a comprobarlo hasta las cinco, pero tienen pinta de que sí, de que aguantarán a ese ritmo. Ellas y los que están en este local y los de las cercanías, como el Budha, un local cuestionado por la decisión judicial de revocar el cierre cautelar decretado por el Ayuntamiento de Bilbao por sobrepasar en 142 personas su aforo máximo, de 390. Tres patrullas de la Policía Municipal hacen guardia a las puertas, donde el movimiento va 'in crescendo' a partir de las dos o las tres de la madrugada.

Efectivamente en Galerías los sábados son el día grande de la semana. Pero los dueños de los locales no renuncian a que se amplíe a los viernes. Ni a eso ni a devolver el brillo de antaño a la zona, empañado por los conflictos que generan los locales de marcha matinal, que abren en torno a las ocho o nueve de la mañana.

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