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Los trabajadores de la TMB, durante una de sus últimas protestas laborales en Bilbao, junto a unos contenedores.
La TMB de Arraiz recibió restos radiactivos entre los residuos de contenedores en 2015

La TMB de Arraiz recibió restos radiactivos entre los residuos de contenedores en 2015

El Consejo de Seguridad Nuclear visitó la planta, levantó acta de inspección y midió la contaminación del lugar, con resultados «bajos», según la adjudicataria

Jesús J. Hernández

Miércoles, 11 de mayo 2016, 01:22

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Las cintas de cribado de residuos de la planta de Tratamiento Mecánico Biológico están paradas por la huelga indefinida que sus trabajadores iniciaron el pasado 4 de abril. Sólo arrancan a ratos, siguiendo los servicios mínimos de una protesta en que los operarios reclaman la mejora de unas condiciones laborales «que son muy precarias» en la UTE adjudicataria, conformada por Valoriza y Pabisa. El conflicto ha obligado a la Diputación a enviar unas 500 toneladas de residuos urbanos al vertedero de Jata, que se suman a otras 500 derivadas de la colmatación del de Artigas. Mil toneladas diarias que no comprometen la capacidad del mismo -cabrían otras 350.000- pero que se dejarán notar en los resultados anuales del reciclaje en Bizkaia. «Esa gran cantidad que va al vertedero y que ya no pasa por la TMB puede estar llevando a Jata residuos no controlados que se sepultan y que ahí se quedan», advierte Enrique Álvarez, delegado de prevención de los trabajadores. Pone el foco en peligros potenciales que llegan junto a la basura doméstica, como los restos animales que provocaron en 2014 la extensión de un brote de fiebre Q que afectó casi a la mitad de la plantilla. Pero tampoco se olvida de otro susto vivido más recientemente. Un incidente radiactivo.

Según un acta fechada el 20 de abril de 2015 a la que ha tenido acceso EL CORREO, técnicos del Consejo de Seguridad Nuclear inspeccionaron las instalaciones de la TMB, situadas en las faldas del monte Arraiz, a las afueras de Bilbao. Según certificaron, había llegado a la planta de reciclaje foral «material radiactivo que proviene de los residuos sólidos urbanos depositados en los contenedores verdes» repartidos por Bizkaia. Se trataba de «un cilindro con dos bridas triangulares en sus extremos» y que presentaba «un dibujo con indicación de emisión radial de radiación bajo ángulo de 10 grados respecto al punto medio del mismo».

Tres responsables de la UTE explicaron al CSN que había sido detectado durante la segregación de los residuos metálicos del resto de los sólidos «en un pórtico de detección instalado a la entrada de dicha empresa», un control donde había dado «positivo». Al parecer, y siempre según la versión de la empresa, estaba en el interior de «un contenedor de chapajo», un conglomerado de chatarra y restos de aparatos eléctricos y electrónicos.

Después de identificar el residuo y antes de proceder a su «transferencia a la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa)», los técnicos comprobaron que «se había almacenado de forma temporal» con «las condiciones de seguridad requeridas». Concretaron que «la pieza radiactiva se encuentra almacenada en el interior de un bidón de 200 litros, con tapa y cierre de seguridad. Dicho bidón está guardado en el interior de una dependencia accesible, la cual está controlada por prevención de riesgos laborales, siendo la única persona con acceso a dicho recinto». El recipiente fue señalizado con el trébol negro sobre fondo amarillo que advierte del peligro de radiación ionizante. Provistos de un detector de radiación obtuvieron los siguientes «valores de tasa de dosis: 11,0 µSv/h máximo en contacto con una generatriz de la pieza radiactiva. 0,55 µSv/h máximo en contacto con bidón que contenía la pieza. 0,04 µSv/h (fondo) en contacto con puerta y ventana de la dependencia donde está almacenada».

«Animales muertos»

Según la empresa, «una vez identificado, se procedió a su caracterización por una entidad de control acreditada, la cual ha constatado unos valores de radiación baja que no supone riesgo para la salud de los trabajadores». Así puede leerse en el primer acta del comité de seguridad y salud de la empresa, celebrada ese mismo día y a la que asistió Enrique Álvarez por parte de los trabajadores. Según denuncia, «la UTE nos comunicó esta visita a posteriori, y no a priori, como se hace siempre que hay un asunto de este tipo». También se muestra dolido, porque «nos rechazaron la posibilidad de instalar un arco que detectase residuos radiactivos».

Mientras, explica, «la llegada de material hospitalario entre los residuos, como tubos de ensayo, bolsas de plasma y alguna de sangre es continua, casi a diario». La recepción de animales muertos es algo menor, «pero continúa y es frecuente verlos». Las actas de las reuniones entre comité y empresa lo reflejaban a menudo, al menos hasta el comienzo de la huelga en la TMB.

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