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Un ataque en 2014 se saldó con once ovejas muertas.
El lobo pide paso en Carranza

El lobo pide paso en Carranza

Las batidas de enero, con cuatro ejemplares muertos, no acaban con los ataques al sector ganadero, que ha sufrido al menos 80 desde 2014

sergio llamas

Sábado, 6 de febrero 2016, 21:39

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Están condenados a entenderse, pero la convivencia no resulta fácil. El lobo preocupa al sector ganadero en Carranza, que desde hace tiempo viene soportando sus reiterados ataques a los rebaños. El problema ha ido a más en los últimos años. La Diputación cifra en 80 los ataques de lobo que se han denunciado y verificado en el valle desde enero de 2014, y que se han saldado con 194 víctimas entre reses muertas, heridas y desaparecidas, tanto de ganado ovino, como de caprino, vacuno y caballar. El sector ha respondido a las dentelladas con plomo, y en este tiempo ha consumado tres batidas de la mano de la institución foral. La primera tuvo lugar en abril de 2014 y acabó con un macho adulto. Otras dos se efectuaron el pasado mes de enero y supusieron la muerte de cuatro ejemplares más.

Esto no ha saldado las cuentas. Por un lado, los ataques han seguido produciéndose, y por el otro los grupos ecologistas temen que se haya acabado con el depredador natural que requiere el ecosistema vasco al disgregar al único grupo reproductor que se había asentado. Por si fuera poco, las cifras oficiales de la Diputación empalidecen con las que maneja el sector. «Hemos constatado que los ganaderos no giran todas las denuncias porque no estaban siendo efectivas, ya que no recibían a cambio una compensación de ningún tipo», advierte el alcalde del municipio, Raúl Palacio. De ahí que el sindicato agrario de la localidad eleve los números de la institución foral. «No tenemos datos exactos, pero por lo que calculamos habría entre 300 y 400 animales muertos sólo en los últimos dos años. Hay que tener en cuenta que no se trata sólo de los que matan o los que resultan heridos, sino también de los que desaparecen y no se les encuentra o de los que luego se localizan solamente los restos», advierte su representante, Gloria Dehesa.

El recrudecimiento de los ataques, especialmente en los últimos meses, ha acelerado las cosas. El 22 de enero, la Diputación puso en marcha un nuevo protocolo de actuación frente a los ataques de lobo que permitía a los ganaderos afectados solicitar directamente una batida, sin necesidad de utilizar al Consistorio como intermediario. Eso sí, creando un grupo que se encargara de verificar que la autoría de los ataques era obra de los cánidos, y de otro para hacer un seguimiento de la batida. Su aplicación no se hizo esperar. Ni siquiera un día. El 23 se dio caza a tres ejemplares en Carranza, y el 24 se mató a un cuarto.

«Se ha puenteado al Ayuntamiento en la toma de decisiones», lamenta el alcalde del valle, quien recuerda que las asociaciones con las que mantiene contacto la Diputación no representan a todos los ganaderos, ya que no todos forman parte de las mismas. Carranza es la localidad más extensa de Bizkaia, con más de 137 kilómetros cuadrados. En este espacio, las incursiones de los lobos se han repartido por toda la cordillera, con una incidencia especial en dos zonas: el entorno de Armañón, con las pedanías de Ranero y Santecilla como principales afectadas; y el área de Ordunte, con núcleos como Paules o Bernales.

«Estamos en un pueblo ganadero, y aunque sea mayoritariamente de leche y en las zonas bajas, con explotaciones intensivas, lo cierto es que la ganadería de monte y el pastoreo es casi el único y el principal apartado al que se están incorporando los jóvenes. Este tema del lobo no les puede animar mucho, y desde luego que haya lobos no parece que se pueda compaginar con la ganadería de monte», reflexiona la representante del sindicato EHNE.

«Sufren una presión bestial»

  • carranza. El 10 de abril de 2014, después de dos meses de ataques continuados al ganado, la Diputación autorizó la primera batida de lobos en tres años. La intervención se saldó con la captura de un macho adulto en el entorno de Cezura, en Carranza. Las redes sociales se incendiaron con la fotografía del ejemplar abatido en manos de un cazador. Aquella imagen tuvo un efecto inmediato. Hizo que 27 asociaciones ecologistas unieran fuerzas para presentar una petición colectiva al Gobierno vasco reclamando la inclusión del lobo en el catálogo vasco de especies amenazadas. Más de un año después, aún esperan una respuesta.

  • «El lobo es una especie autóctona del País Vasco. No sólo tiene que estar en el catálogo, sino que las administraciones tendrían que hacer todo lo posible para que esté», subraya el portavoz de la agrupación Lobo Euskadi, Andrés Illana. El colectivo, que funciona desde 2001, recuerda que la ley no contempla que una especie pueda ser excluida porque causa daños a un determinado sector económico. «El Gobierno vasco está obligado a responder a nuestra petición, y con eso vamos a lograr que se posicione. También tendrán que pronunciarse las diputaciones», añade.

  • Las batidas celebradas en Bizkaia el pasado mes han puesto en alerta al grupo, que acusa a la Diputación «de dejar unilateralmente al País Vasco sin lobos». Esto se debe a que no se marcaron cupos para su captura y a que se atacó al único grupo reproductor asentado en todo el territorio, según el único censo elaborado. «Este grupo se ha roto. Sus miembros se habrán marchado, habrán vuelto a Burgos para intentar formar otra manada, porque están siendo presionados de una forma bestial», critica Illana, quien recuerda que la agrupación no es radical en la presencia de este animal. «Nunca hemos pedido que se reintroduzca al lobo en el País Vasco. Es que está entrando de forma natural», razona.

  • Estudian denuncias

  • El Grupo Lobo Euskadi también advierte que Carranza pertenece a la Red Natura 2000 y forma parte de una Zona de Especial Conservación. De hecho, el entorno cuenta con ayudas europeas del Proyecto Life Ordunte Sostenible. «Desde luego, exterminar a los lobos, una especie de interés comunitario, no es sostenible, y ya hay gente que se plantea denunciar que se están incumpliendo los compromisos adquiridos para que se retiren las subvenciones otorgadas a la Diputación, que es la que lidera el proyecto en Carranza», mantiene el portavoz.

  • Para la asociación, el único plan de gestión del lobo posible hoy en día es uno de gestión de la ganadería. Proponen medidas que hagan que le resulte más difícil matar ovejas que conejos o corzos, como implantar perros mastines, crear rediles o recuperar la antigua figura del pastor. «El lobo nunca se va a adaptar a la presencia de la ganadería. Tiene que ser al revés», aseveran, por lo que además plantean que el dinero público se invierta en medidas de prevención y no en indemnizaciones.

Bajar los rebaños hasta los pueblos no ha servido. Algunos de los ataques más recientes se han producido en Ranero, a apenas 200 metros de las casas. «Da miedo, porque entran en los pueblos, como quien dice», asegura un ganadero de la zona, Rafael Uribarri. Él vio pasar al lobo a poca distancia el día de la última batida. «Eran las seis de la tarde y pasó a la orilla mía. Era muy grande, exagerado, de color pardo oscuro, tirando a negro. Me temblaron hasta las piernas», reconoce el hombre, quien asegura que en esa zona, junto a las famosas cuevas de Pozalagua, «nunca habían sufrido ataques».

«Se les ha ido de las manos»

Así lo asegura también José Ángel de la Hoz, un pastor afectado hasta en dos ocasiones por los ataques. «La gente mayor, los de 90 años o más, no han conocido el lobo en esta zona, y ahora se les ha ido de las manos. Hay muchísimos», defiende el hombre, que ha pasado las últimas semanas durmiendo en el coche y vigilando sus rebaños con linternas. Pero ni siquiera eso le ha salvado de los ataques. En vísperas de Navidad, los lobos le mataron seis ovejas. Un mes más tarde perdió otra. De nada le sirvió haber estado velándolas hasta las siete y media de la mañana. Para las nueve un vcino le alertó de que una bandada de buitres sobrevolaba sus ovejas. «Nos gusta esto y vivimos de ello, pero es que tengo compañeros a los que les han matado 20, 30 y hasta 40 cabras, terneros y de todo. El lobo es un animal con el que no se puede convivir», se duele.

Igual de afectada está María Teresa Ugarte Mendia. Ella ha perdido cinco ovejas. Tres murieron de manera directa. Otras dos por las heridas. «Las desangró», explica llevándose los dedos índice y pulgar a la yugular. Lo que más le duele, sin embargo, es la yegua de su hijo. Los lobos la atacaron en la noche del 24 al 25 de enero, y le desgarraron una pata. «El veterinario ha venido dos veces. A ver si cura, porque está preñada», explica mientras señala la fea herida en los cuartos traseros del animal. Ahora sólo esperan que aguante hasta el mes de abril, para ver si pare. «A las ovejas tengo que meterlas todas las noches en la cuadra, porque si no me quedo sin ninguna», añade la mujer, quien afirma que las indemnizaciones no solucionan nada. «Lo que tenía que hacer la Diputación era comprar unas ovejas ellos y traértelas», protesta.

Indemnizaciones ineficaces

La cuestión de las indemnizaciones es uno de los capítulos que la institución foral aún tiene pendientes. «Estamos trabajando codo con codo con los ganaderos para actualizar las ayudas con las que compensar los daños producidos por el lobo», aseguran desde la Administración vizcaína. El objetivo es ajustar las ayudas para que no se compensen sólo los hechos objetivables, como la muerte del animal, sino también los daños ocasionados por el estrés que sufre el ganado y que a menudo provoca abortos. Para eso será necesario actualizar los módulos, que se acordaron en el año 2011. Entonces se marcó un valor estimado para las reses de cara a compensar los daños que causaban otras especies animales, así como las enfermedades que se controlaban mediante programas de erradicación. En 2015 la partida fue de 100.000 euros.

La renovación de las subvenciones pasa por dar una mayor cobertura de los daños, pero ser igual de estricta en la constatación de que ese ataque ha sido producido por un lobo. A menudo eso no es fácil de demostrar, ya que los animales no aparecen, o cuando lo hacen sus cuerpos ya han sido víctimas de los carroñeros. «Hay mucha gente que ha dado parte y que no ha cobrado nada, y eso hace que la gente deje de denunciar. Si lo haces tienes que llamar, esperar a que venga el biólogo y el guarda, estar con ellos para que te valoren si la mordedura es de un lobo o de un perro al final pierdes todo el día», critica Dehesa.

Además hay otros requisitos para cobrar las ayudas, y que determinan qué porcentaje de daños se cubren, como tener un agroseguro y haber dado parte. Y cuando se paga, apenas se soluciona nada. La portavoz del sindicato agrario lamenta que la oveja es en sí un animal barato. «El valor que tiene es el que da cuando vendes su leche o te da sus corderos. Como animal muerto vale muy poco», añade.

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