Borrar
Trabajadores se protegen con mascarillas durante una de las últimas protestas realizadas en el edificio.
Hacienda gastará 8 millones en cambiar la climatización de su sede en Bilbao tras 20 años de quejas

Hacienda gastará 8 millones en cambiar la climatización de su sede en Bilbao tras 20 años de quejas

Los funcionarios celebran «esta victoria», pero lamentan «haber sufrido durante lustros faringitis, catarros, picor de oídos o conjuntivitis» por la «insalubridad del aire»

Josu García

Viernes, 5 de febrero 2016, 01:32

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La Diputación invertirá casi 8 millones de euros en cambiar el sistema de climatización y ventilación de las plantas tercera, cuarta y quinta del edificio de Hacienda, ubicado en San Mamés. Los trabajadores que desarrollan a diario su labor en el interior del inmueble han acogido el anuncio de que esta costosa obra se llevará finalmente a cabo como una victoria. Eso sí, «un triunfo agridulce», matizan desde el sindicato LAB. «Estamos satisfechos porque la reforma tendría que acabar con los graves problemas que presenta este edificio enfermo, pero tenemos un punto de tristeza porque han sido necesarios muchos años de pelea, de poner en riesgo nuestra salud, y hay compañeros que se han jubilado y no van a poder ver el resultado».

«Rinitis, conjuntivitis, faringitis crónicas, catarros, picor de oídos...». Los funcionarios forales sostienen que llevan más de dos décadas padeciendo y denunciando «la insalubridad» del aire que respiran dentro de la sede de Hacienda. Las protestas se habían intensificado en los últimos tiempos, con concentraciones de empleados en la parte pública del bloque -algunos luciendo incluso máscaras de gas-, y sólo cesaron cuando la plantilla fue informada de la intención de llevar a cabo una remodelación integral. También presentaron un escrito rubricado por 592 firmas de las 950 personas que componen la plantilla. Tanto Osalan como la Inspección de Trabajo habían estudiado el caso y habían urgido a tomar medidas contra el escaso grado de humedad relativa existente y la insuficiente ventilación de las oficinas.

Finalmente, el nuevo Gobierno foral ha movido ficha. Destinará casi 8 millones de euros a llevar a cabo una reforma estructural de todas las conducciones, las máquinas y los sistemas de climatización. El operativo podría arrancar este mismo verano. Tiene un plazo de ejecución de tres años, aunque la Diputación confía en que la intervención pueda estar concluida antes del 31 de diciembre de 2018.

La historia de la sede de Hacienda se remonta a principios de los años 90, cuando el inmueble que el departamento foral ocupaba en la Gran Vía (Edificio Sota) comenzó a quedarse pequeño. Se planteó entonces una operación urbanística de permuta, con la compañía Bami, propietaria por entonces de las actuales dependencias. El cambio de cromos no se materializó, en parte porque hubo voces que se levantaron contra aquel «pelotazo urbanístico». La institución territorial acabó comprando a tocateja unos 20.000 metros cuadrados del inmueble por 4.500 millones de las antiguas pesetas (27 millones de euros).

El traslado se produjo en noviembre de 1994 tras una reforma importante. El edificio era prácticamente nuevo, pero había sido construido con la idea de darle un uso industrial, relacionado con la feria de muestras. «No estaba pensado para oficinas», asegura LAB. De ahí provienen, en gran medida, todas sus dolencias. Afirman desde el sindicato soberanista que los problemas no tardaron en aparecer y, pese a que se aplicaron diversos parches, el personal empezó a sufrir «grandes cambios de temperaturas» y «afecciones en las vías respiratorias».

Traslado abortado

Los sindicatos, liderados por LAB, pasaron a la acción. Recogieron casi 600 apoyos y reclamaron la realización de una serie de estudios. Por aquel entonces, nadie de la cúpula foral les tomó en serio. En parte porque los responsables de la Administración territorial tenían en mente construir dos imponentes rascacielos en Abandoibarra y centralizar allí todos los servicios de la institución. En cierta forma, pensaron, lo de San Mamés iba a ser una solución temporal. Sin embargo, aquel proyecto fracasó estrepitosamente por lo que los funcionarios de Hacienda no se han movido de su sitio en los últimos 22 años.

El malestar de los empleados se transformó en alarma cuando comenzaron a conocerse algunos datos. «Ni siquiera la propia Diputación ni los responsables del edificio sabían cómo era el proceso de renovación del aire. Al parecer se cambiaba el flujo totalmente por las noches, pero no en invierno», apuntan desde LAB. Asimismo, los niveles de humedad estaban muy por debajo de lo exigido.

En 2008 se denunciaron varios casos de lipoatrofia, una enfermedad laboral relacionada con los edificios enfermos. Se encargaron diversos análisis y se detectaron altos niveles de electricidad estática, así como la presencia de ozono y formaldehído (sustancia que puede resultar tóxica). «Algo muy preocupante», apuntan desde LAB. Posteriormente entraron en escena Osalan e Inspección de Trabajo. Fue el momento en el que, según fuentes sindicales, la Diputación dio su brazo a torcer. Ahora, los trabajadores soportarán casi tres años de obras, pero «estamos encantados».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios