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Raúl López, el nuevo fichaje del Athletic... O no.
Bienvenido, Raúl García

Bienvenido, Raúl García

En serio, ¿no es raro que el Athletic haya fichado al base del Bilbao Basket?

Pablo Martínez Zarracina

Lunes, 14 de septiembre 2015, 01:22

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Reconozco que tampoco tenía muy claro quién era Raúl García. Sabía que jugaba en el Atlético de Madrid y todo lo demás, pero nunca había reparado mucho en él. En gran medida porque, al escuchar "Raúl García", yo siempre pensaba, de un modo automático, ciego, infalible, en Raúl López, el base del Bilbao Basket. Esto es por supuesto absurdo, pero es también mi cerebro: una complejísima y desconocida maquinaria neuronal, la computadora más poderosa del mundo puesta al servicio de un único objetivo: el lapsus.

La confusión no tiene ningún fundamento. Raúl García es un jugador de fútbol y Raúl López uno de baloncesto. Raúl García es moreno, navarro y aguerrido, mientras que Raúl López es rubicundo, catalán y talentoso. Cierto que ambos se llaman Raúl y son deportistas de éxito. Desde ese punto de vista, habría sido más preocupante que, al escuchar hablar de Raúl García, me hubiese puesto a pensar en Ludwig Andreas Feuerbach. De hecho, pensar en Feuerbach habría sido preocupante aun no estando Raúl García de por medio.

Hasta aquí la relación que Raúl García y yo hemos tenido durante estos últimos años, sin que él por otra parte estuviese al tanto de lo que ocurría. Raúl López también lo ignora todo. Imaginen la sorpresa que se estarán llevando hoy, los dos, al enterarse de este escándalo: nuestro triángulo secreto de confusas identificaciones.

Por supuesto, la cosa ha cambiado ahora que Raúl García ha fichado por el Athletic. Ha sido un fichaje importante y controvertido. Se ha hablado mucho de él y yo también he dicho mis cosillas al respecto. Al principio fueron cosillas alarmadas: "¿Pero qué hace el Athletic fichando a un jugador de baloncesto, aunque sea uno muy bueno que hasta jugó en la NBA?"

Luego ya comencé a pensar con claridad. Puedo conseguirlo, más o menos, si vigilo de cerca a mi cerebro. Teniendo muy en cuenta que Raúl García es en realidad Raúl García, escuché lo que se decía sobre su estilo de juego y su identificación con el Athletic. También leí algunas entrevistas con el propio Raúl García y analicé con cuidado lo que los analistas analizaban a su vez sobre el caso Raúl García. La verdad es que pasé unos días así, pensando mucho en Raúl García. Y teniendo bastante claro, modestia aparte, que Raúl García era precisamente Raúl García: un futbolista moreno, navarro y aguerrido.

Todo iba bastante bien. Y lo reconozco: me sentía orgulloso. Estaba apuntalando certidumbres en torno a Raúl García. Sin equivocarme. Hasta que el jueves salí de casa y casi me doy de bruces con Raúl García. "¡Madre mía, Raúl López!", exclamé entonces. Sucedió junto a la Alhóndiga. Yo bajaba al súper y él acudía a un evento gastronómico, o algo así. Él me miró asustado. Yo me vine abajo. Me había vuelto a pasar. Y esta vez en las mismas narices de Raúl García. La conclusión es que ya sé que no podré evitarlo. Debo asumirlo: confundo de un modo insalvable a Raúl García con Raúl López. Como el destino es un bromista, ahora los tengo a los dos jugando en la ciudad.

Me gustaría que se entendiese que este es un artículo dolorosísimo para mí. He tocado fondo. Y ha llegado el momento de las confesiones tremebundas. También confundo a Gary Cooper con Gregory Peck. Lo he hecho siempre, de un modo automático, ciego, infalible. Apenas los distingo, ayúdenme. Porque yo no sé cómo va a acabar esto y no descarto terminar confundiendo a Gregory Peck con Raúl García. Imagínense esos artículos: "El centrocampista estuvo muy bien contra el Real Madrid, desde 'Moby Dick' no le habíamos visto combatir a ese nivel". Lo gracioso es que hace muchos años me entrevistaron en un periódico y me cambiaron el nombre. Pedro, decían. El cabreo que agarré, lo que pude decirle al redactor. Pobre idiota. No, si me refiero a mí. Todavía pensaba que los nombres servían para algo en los territorios, tan confusos e imprecisos, de la identidad.

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