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El servicio apenas es demandado por los vecinos.
Menos hamacas en Brazomar

Menos hamacas en Brazomar

La empresa que lo gestiona en los arenales de Castro ha decidido reducir en un 40% el perímetro que ocupan, tras el rechazo originado entre gran parte de los bañistas y la quema nocturna del mobiliario

erlantz gude

Martes, 22 de julio 2014, 00:52

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La empresa que gestiona las hamacas instaladas en los arenales de Castro ha decidido reducir en un 40% el perímetro que ocupan en Brazomar, tras el rechazo originado entre gran parte de los bañistas y la quema nocturna del mobiliario. Tomás Gutiérrez, representante de la concesionaria Faro Beach, confía en que, así, queden en una «anécdota» los problemas padecidos durante la primera semana que ha estado el servicio en funcionamiento. Por otra parte, solicita a la Demarcación cántabra de Costas que disminuya el canon que deben abonar por la adjudicación, ya que las sesenta tumbonas actualmente desplegadas se alejan de manera sustancial de las más de doscientas que tienen permitidas.

Otra de sus demandas, explica, es que el organismo les consienta ubicar las hamacas y sombrillas en el lugar seleccionado por los bañistas y no sólo dentro del espacio acotado. Entienden que esta medida reduciría notoriamente las molestias al descongestionar la superficie del arenal utilizada y maximizaría la calidad del servicio. «Hasta ahora no se nos obligaba a remitirnos a un margen exclusivo, pero este año han valorado que es mejor así por una cuestión estética», afirma. El objetivo de la compañía es solventar las protestas surgidas en Castro y Santander sin entrar en conflicto con la Administración ni con vecinos y turistas. De hecho, Gutiérrez apunta que pretenden aumentar su apuesta en el municipio fronterizo, hasta el punto de interesarse, desveló, por la situación del hotel Miramar, ubicado sobre la playa de Brazomar y que permanece cerrado.

Jaime Liendo, responsable de supervisar el servicio en este arenal de 10.00 a 19.00 horas, asegura que los castreños de toda la vida son quienes menos recurren a las tumbonas. «Sólo las habré alquilado a una decena de vecinos», admite. Los turistas, en cambio, agradecen el material y recuerdan su contrastada presencia a lo largo del litoral peninsular. La inglesa Helen McComb se muestra encantada con la posibilidad de disfrutar, «antes de ir a Mallorca, de una comodidad así en Castro». Sin embargo, al proyecto le cuesta despegar, porque, a la falta de costumbre, se unen los escasos días veraniegos. Liendo expone los 62 clientes que registró el primer domingo y los 40 del día de El Carmen como motivos para la esperanza.

A pesar de que las sesenta tumbonas se han dividido en dos sectores, dejando un amplio hueco para que la gente acceda a la playa con mayor comodidad y extienda la toalla en una zona privilegiada anteriormente atestada de este mobiliario, aún hay quienes consideran que estorban. Agradecen la reducción, pero inciden en que Costas debería autorizar que las hamacas estuvieran apiladas hasta que los clientes las alquilasen y, acto seguido, las pudieran acomodar en la parte del arenal que estimasen oportuna. «De lo contrario, parece que se apropian de un porcentaje de la playa», aducen. Entretanto, las sesenta tumbonas instaladas en Ostende se libran de la polémica debido a las mayores dimensiones del arenal.

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