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Rubia como la cerveza

"En las cerveceras que recuerdo admitían que los clientes llevaran la comida de casa, o la merienda, eran espacios al aire libre"

Miguel gonzÁlez san martín

Domingo, 13 de julio 2014, 01:13

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Las cerveceras fueron lugares amplios, ajardinados y amenos donde no era imprescindible tomar cerveza, a pesar de la denominación. Podían pedirse refrescos, por ejemplo, o cerveza con gaseosa, lo que más tarde se llamó una clara, cuando pareció indispensable ponerles nombres a las cosas. En las cerveceras que recuerdo admitían que los clientes llevaran la comida de casa, o la merienda, eran espacios al aire libre, amplios incluso en la ciudad, lugares donde las familias echaban la tarde. Probablemente ya entonces algunas elaboraran su propia cerveza, como se hizo siempre, con trigo, cebada, lúpulo, esas hierbas que milagrosamente, mediante un proceso de elaboración que no debe de ser excesivamente complicado a juzgar por las variedades, se convierten en cervezas flojas, tipo Pilsen, o tostadas de diez o doce grados, tipo belga, pasando por los estratos intermedios que vayan saliendo y singularizando los diversos lugares de su elaboración.

Mi amigo Juan traza la frontera de la civilidad a partir de la afición con que los distintos países sigan consumiendo bebidas bárbaras como la cerveza o lleven ya catorce o quince siglos pegándole al vino, y no digamos a los destilados espirituosos. No obstante, conviene estar atentos. En Munich por ejemplo, no estoy citando cualquier nombre propio relacionado con las cervezas, estas se siguen elaborando con las fórmulas de antiguas órdenes monásticas, franciscanos, agustinos, etc. El Papa alemán Benedicto sigue pidiendo que le envíen cerveza de Munich, parece que su favorita es la weizenbier tostada, aunque no le hace ascos a la inglesa Spitfire, a pesar de su nombre de avión inglés de la II G. M.

Recuerdo bien la cervecera de La Salve, que hoy estaría bajo el puente por el que se tiró Viñaspre. Parece que para primeros de agosto volverá a producirse una cerveza con ese nombre, La Salve, una cerveza de Bilbao, y es verdad que ya venía faltando una marca local, como tantas otras que se están elaborando en los más diversos lugares. Confiemos en que sea estupenda. Probaremos, prost!

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