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A las diez de la mañana ha arrancado la segunda jornada de fiesta en Bilbao tras una larga noche de fiesta que muchos no han querido perderse. Diana de txistularis y txupin, citas solo aptas para madrugadores. Ayer a las siete de la tarde, con puntualidad británica de la que podemos presumir los bilbaínos, se lanzó el txupinazo desde la balconada del Arriaga. La sensación, que era la imagen de siempre; la certeza, que cada edición de la Aste Nagusia es única.
Marijaia, esta vez de azul, aunque no azul Bilbao, asomó al balcón del Arriaga y se desató la fiesta en toda la ciudad. Para hacernos una idea bastaba la vista desde arriba, con la plaza del abarrotada en una tarde festiva que lució también soleada pese a las nubes matinales.
Ahí arriba saludaba Marijaia, en un protagonismo armoniosamente compartido con las otras dos protagonistas principales de la Aste Nagusia: la pregonera Nati Ovelleiro, representante de la plataforma Ongi Etorri Errefuxiatuak (Bienvenidos Refugiados), con uniforme amarillo; y la txupinera, Ane Ortiz, de Askapeña, de rojo.
«Es difícil que no se te caiga alguna lágrima, es muy emocionante», confesaba minutos antes de las siete Nati, que ayer leyó un pregón «consensuado» que recordó muy especialmente «a la gente que está escapando del horror». Empezó lanzando un cariñoso abrazo «al pueblo de Cataluña» y se sumó a la intensa campaña contra las agresiones sexistas que han llevado a cabo comparsas y Ayuntamiento: «Besos, caricias, ternura... baina 'erasorik ez'. Ni un susto más en las esquinas, La calle es de todas», advirtió en medio de una ovación cerrada.
En euskera y castellano, la representante de Ongi Etorri Errefuxiatuak hizo una lectura original y reivindicativa: «Menos papeles y menos ley mordaza»; recordó que la Aste Nagusia son «la parada, el mantero, el ecologista, la comparsera, el estudiante...»; y reiteró el carácter de Bilbao como «ciudad acogedora, no solo en fiestas» para terminar diciendo que «en Bilbao nadie es ilegal».
La txupinera, de Askapeña, auguraba unas fiestas «inolvidables» que ella va a vivir al otro lado de la barra, porque normalmente le toca trabajar sirviendo cañas. «He pedido a la comparsa que me deje hacer algún turno, aunque sea solo una hora». Fue la encargada de lanzar un txupín que sabe que es solo un encargo transitorio: «El txupín no es mío, es de todos los bilbaínos», advirtió emocionada.
Y esos bilbaínos (y más) a los que aludía la txupinera, lo celebraron desde abajo, en una plaza del Arriaga que quedó limpia en un visto y no visto. De eso se encargaron los servicios municipales de limpieza, que también lanzaron algún manguerazo a los que desoyeron un reiterado llamamiento al txupinazo limpio y se embadurnaron de harina y huevos, para acabar luego lanzándose a la Ría.
El txupinazo inauguró ayer nueve días de festejos que pese a encontrarnos aún en los inicios ya están en pleno apogeo. Todavía estamos en las jornadas de sumar y en esta segunda la actividad estrella es el desfile de la ballena, a las seis de la tarde por la Gran Vía. En el apartado musical, la gran cita es Amaral, que actuará en Abandoibarra a las once y media.
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