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alejandra rodríguez
Martes, 23 de febrero 2016, 08:25
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Nada de nada. En mis tiempos no se hablaba de eso. Dábamos por hecho que una vez que se retiraba el periodo ya no podíamos tener más hijos y se acabó». «Mi ginecólogo me puso tan negro lo del riesgo cardiaco que, sinceramente, pensé que preguntar por cosas como si iba a engordar o si mi pelo iba a perder gracia era una frivolidad». «A mí me angustiaba bastante no saber qué hacer con los sofocos, no quería coger peso y me daba pánico pensar que no iba a poder retener el pis directamente las relaciones sexuales ni siquiera entraban dentro de mis planteamientos, aunque luego me di cuenta de que no quería conformarme y asumir que no iba a disfrutar del sexo nunca más».
Los testimonios de Asunción (por coquetería no concreta su edad, aunque aclara que es algo más de 80), Carmen (68 años) y María (56), respectivamente, son solo una muestra del profundo desconocimiento y de la gran cantidad de tabúes que rodean a la menopausia, una etapa de la vida femenina llena de cambios y síntomas que van mucho más allá de dejar de menstruar y que no por ser inherentes a la vida han de llevarse con frustración.
muy práctico
-Anticípate. En la menopausia hay que empezar a pensar a partir de los cuarenta y pocos. Repasa su historia clínica y detecta tus puntos débiles. Por ejemplo, haber sufrido diabetes gestacional eleva las posibilidades de desarrollarla más adelante. Asimismo, algunas patologías como la artritis reumatoide o el hipotiroidismo pueden agravarse. Invertir en prevención es ahorrar en tratamientos posteriores.
-Lleva un diario. Detallar los síntomas durante los 15 días previos a la menstruación ayuda a saber si existen cambios físicos y emocionales que antes no había.
-Modifica tus hábitos. Si te sobran unos kilos es el momento de librarse de ellos.
-Haz ejercicio moderado de manera regular. Escoge una disciplina que no implique un alto impacto; no es bueno ni para tu sistema locomotor ni para tu suelo pélvico. Pilates es el ejercicio estrella en esta etapa de la vida, pero también están la marcha activa, el baile, el yoga...
-Teje un entramado familiar y personal sólido. Comparte tus inquietudes con tu pareja, tu familia y tus amigos cercanos. Hazles saber cómo te sientes y pide su apoyo.
-Busca un ginecólogo que te escuche. En esta etapa se necesita información y empatía además de revisiones, pruebas y fármacos.
Según constatan los especialistas, incluso entre las mujeres todavía persiste la idea de que el fin del ciclo reproductivo lleva aparejadas una serie de molestias (sequedad vaginal, sofocos, falta de libido, pérdidas de orina, tristeza, irritabilidad) a las que no hay que hacer demasiado caso porque no son importantes en comparación con otros problemas de salud más graves: fundamentalmente el riesgo cardiovascular y la osteoporosis, cuyo riesgo aumenta al perder la protección estrogénica.
Sin embargo, cabe recordar que todo el organismo femenino está plagado de receptores para estas hormonas, de manera que cuando el nivel de estrógenos cae en la menopausia, todas las funciones se ven afectadas, incluso las menos evidentes. «Hablar de estrógenos es pensar automáticamente en la menstruación, la fertilidad pero estas hormonas tienen efecto termorregulador, contribuyen a mantener el sistema musculoesquelético, son responsables del 90% del deseo sexual e inciden directamente sobre el estado de ánimo. Así, cuando su nivel cae aparece un montón de problemas muy serios, aunque es a los que menos relevancia se concede», explica la doctora Carmen Oteo, jefa del servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud Sur de Madrid.
No obstante, la mentalidad tanto de especialistas como de las propias mujeres está empezando a cambiar en este sentido. «Antes una mujer de 50 años, edad a la que suele aparecer la menopausia, era considerada una señora mayor; ahora ni se nos pasa por la cabeza usar esta definición. Las pacientes menopáusicas son jóvenes y, lo que es más importante, dada la esperanza de vida actual, van a estar mucho tiempo siéndolo, así que es fundamental buscar opciones. Es cierto que hasta ahora había un gran hermetismo en torno a ciertos temas porque las mujeres no preguntaban y los ginecólogos tampoco disponíamos de soluciones verdaderamente eficaces», esgrime María Luisa Cañete, jefe del servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Tres Culturas de Toledo.
De esta manera, se han comprobado las bondades de la Terapia Hormonal Sustitutiva, «se ha constatado que no eleva el riesgo de cáncer de mama, como llegó a sugerirse, y bien indicada tiene grandes ventajas para las pacientes», explica la doctora Oteo. Asimismo, existen complementos nutricionales que mitigan los sofocos y mejoran notablemente el estado de la piel y de las uñas. «Estos productos, unidos a algunos cambios dietéticos, así como a la práctica de ejercicio moderado, evitan que la mujer pierda su figura y se vea fea, un factor fundamental para su salud, pero también para su autoestima», añade Laura Kohan, nutricionista en Reino Unido.
Láser vaginal
Finalmente, los especialistas en menopausia están entusiasmados con diferentes tipos de láser vaginal. Si bien en ocasiones se ha trivializado su efecto hablando de rejuvenecimiento genital, lo cierto es que el láser está empezando a dar grandes alegrías en el tratamiento de la incontinencia urinaria de esfuerzo y de la disfunción sexual ligada a la distensión de la vagina. Hasta ahora, las pérdidas de orina se atajaban con la rehabilitación del suelo pélvico y con la implantación quirúrgica de bandas tensoras. La primera alternativa no resulta eficaz en un porcentaje importante de mujeres que ya tienen una incontinencia moderada. La cirugía lleva aparejado un riesgo que no todas las pacientes están dispuestas a correr y «sus resultados en líneas generales no son satisfactorios», refiere la doctora Cañete.
Por su parte, la producción de colágeno en la pared vaginal inducida por el láser ejerce un efecto tensor que eleva la vejiga y reduce la distensión vaginal. Esto alivia la incontinencia urinaria de esfuerzo y mejora las relaciones sexuales, ya que además de disminuir el diámetro vaginal también aumenta el flujo necesario para que el coito no sea doloroso. «Es un método no invasivo, se practica en consulta, no duele y no requiere recuperación posterior a su aplicación. Además solo se necesitan dos sesiones», resume Cañete, quien se muestra convencida de la implantación progresiva de este procedimiento del que las mujeres pueden beneficiarse notablemente «a partir del segundo parto, cuando la vagina queda muy distendida». Entre tanto, es necesario que las propias mujeres se desprendan de la losa que tradicionalmente ha supuesto enfrentarse a la menopausia.
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