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La presencia de medusas es cada vez más frecuente en nuestras costas debido,entre otros, al calentamiento de las aguas.
La salud también se va de vacaciones

La salud también se va de vacaciones

La época estival puede estar llena de sinsabores si no se observan unas pautas 
para disfrutarlo sin problemas. Tome nota.

alejandra rodríguez

Jueves, 13 de agosto 2015, 09:50

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Desde que el pasado 21 de junio comenzase oficialmente el verano, son muchos los que disfrutan de los días más largos, del sol, de la luz... No obstante, la ola de calor que está recorriendo buena parte del país está aguando la fiesta estival de los ciudadanos aplastados por el termómetro. Según advierten las autoridades sanitarias, el calor extremo hace que el organismo ponga en marcha estrategias para refrescarlo y equilibrar la temperatura que repercuten en un menor trabajo muscular y en la aparición de fatiga. Esto es especialmente peligroso en enfermos crónicos (cardiacos y respiratorios, fundamentalmente), ancianos, embarazadas y niños.

Asimismo, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad recuerda que muchos medicamentos agravan los efectos del golpe de calor, así que se deben extremar las precauciones en caso de estar tomando diuréticos, paracetamol, antiinflamatorios no esteroideos y cualquier principio activo que incida en la hidratación, en la función renal o en los niveles de electrolitos.

Sin embargo, no es necesario pertenecer a estos grupos especialmente sensibles al calor para estar expuesto a los innumerables contratiempos de salud asociados al verano. Pero no se alarme, gracias a estas sencillas pautas, el sueño estival no se convertirá en pesadilla.

Piel protegida

Según la Academia Española de Dermatología y Venereología, afortunadamente los españoles somos cada vez más conscientes de que el sol es un agente del que hay que protegerse. El 86% de la población de nuestro país dice tomar medidas frente a los daños causados por el astro rey, daños que van desde las quemaduras y las manchas cutáneas hasta el cáncer de piel y las cataratas, pasando por las insolaciones, multitud de lesiones dermatológicas y el fotoenvejecimiento.

La otra amenaza que trae el calor extremo

  • ALERTA MEDUSAS

  • La presencia de medusas es cada vez más frecuente y, a pesar de su fama, aún no se conoce cómo actuar de forma correcta ante su picadura

  • La presencia de medusas es cada vez más frecuente en nuestras costas debido al calentamiento de las aguas, la merma en la población de tortugas (sus depredadores naturales) y la escasez de precipitaciones en primavera (a menor cantidad de agua dulce en la zona de rompeolas, más probabilidades de que lleguen a la zona de baño). Estos celentéreos en realidad ni pican ni muerden pero tienen un gran poder urticante con solo rozarlas.

  • Según la campaña del Aula del Mar de Málaga, lo mejor es no bañarse en zonas con medusas, para lo cual puede bajarse una aplicación en el móvil que avisa de su presencia, usar una crema solar con factor antimedusas incorporado y no tocar restos de ejemplares muertos que estén en la arena o flotando.

  • En caso de sentir su latigazo hay que lavar la zona únicamente con agua de mar, sin recurrir a remedios caseros como el amoniaco, la orina o el vinagre. Luego hay que poner hielo local envuelto en un paño o toalla en intervalos de 15 minutos.

  • En los dos o tres días siguientes basta con aplicar alcohol yodado para desinfectar la zona.

Sin embargo, según los especialistas, aún seguimos cometiendo errores de bulto con respecto a la fotoprotección. Fundamentalmente, parecemos no tener muy claro qué quiere decir el número del factor de protección solar, no extendemos suficiente producto y no renovamos la aplicación cada dos horas o al salir del agua, tal y como indica el etiquetado de los productos.

Así, para protegernos de los estragos de Lorenzo es necesario usar un fotoprotector en loción o crema que aplicaremos generosamente por todo el cuerpo media hora antes de exponernos al sol. No debemos olvidar en casa gafas oscuras y un sombrero con un ala o visera que proteja cara, nariz, cuello y la parte superior de las orejas.

El índice de protección solar indica el tiempo que podemos estar bajo el sol hasta que nuestra piel comience a quemarse. La cifra se obtiene multiplicando el factor solar por 5 (por 4 si se quiere ser especialmente precavido). Así, el factor 20 nos garantizaría 100 minutos de seguridad. No obstante, los baños, el roce de la ropa, el sudor... merman esta capacidad protectora, por lo que no hay que escatimar ni en la frecuencia de aplicaciones ni en la cantidad de producto que empleamos.

Los bebés no deben exponerse al sol directamente y tampoco es suficiente con que estén debajo de una sombrilla, ya que la radiación ultravioleta se refleja en la arena o el agua de la piscina y les puede dañar igualmente. En el caso de los niños un poco más mayores, las medidas fotoprotectoras deben redoblarse con cremas, gorras, sombreros e incluso ropa apta para el baño especialmente diseñada para evitar la radiación ultravioleta. Y sí, los niños también deben usar gafas de sol desde que son bebés.

Ojos más vulnerables

Son dos, tienen que durarnos toda la vida y son especialmente susceptibles a los peligros del verano, pero nuestros ojos son los grandes olvidados en esta época del año. Cada temporada, los oftalmólogos repiten que hay que adquirir gafas de sol en establecimientos de confianza si queremos evitar conjuntivitis y problemas mayores y avisan de que las gafas de sol de mala calidad son incluso peores que no llevar nada.

Por otro lado, es necesario que los usuarios de lentillas extremen las precauciones a la hora de bañarse; sobre todo en agua dulce. Según el doctor Jesús Merayo, de la Universidad de Oviedo, los portadores de lentes de contacto «tienen la superficie ocular más desprotegida frente a la acción de agentes lesivos, además de sufrir frecuentemente de pequeñas erosiones y úlceras así que es más fácil que bacterias y parásitos causen problemas».

Este experto alerta contra la acción de las amebas que pueden estar incluso en el agua del grifo y cuya colonización puede ocasionar patologías muy serias e, incluso, ceguera. Por todo esto, los usuarios que no puedan prescindir de lentes correctoras en la playa o la piscina deben usar gafas (de sol y para nadar o bucear) debidamente graduadas.

Tragedias acuáticas

Algunos juegos acuáticos pueden acabar en tragedia. Bañarse en el mar cuando ondea la bandera roja, saltar desde rocas, competir a ver quién se adentra más en el mar, hacer ahogadillas, las acrobacias en los trampolines... son responsables de traumatismos, lesiones musculotendinosas, ahogamientos y lesiones medulares.

El Servicio de Neurorrehabilitación del Hospital Nisa Aguas Vivas ha recordado que 20 centímetros de agua bastan para que un niño se ahogue y que los menores deben permanecer permanentemente vigilados, incluso aunque lleven flotadores y manguitos, ya que estos dispositivos pueden desinflarse o causar que el pequeño vuelque y quede con la cabeza sumergida.

La Asociación Española de Pediatría explica que «entendemos como vigilancia adecuada la situación en la que la longitud hasta el niño es menor que la del brazo; es decir, cuando podemos alcanzarles con la mano».

Asimismo, abogan porque los menores aprendan a nadar cuanto antes para evitar sobresaltos.

Dolor articular, el precio de ir a la moda

Las sandalias planas y las chanclas son las protagonistas de los armarios veraniegos. Sin embargo, existen riesgos por abusar de este calzado, habitualmente demasiado blando, plano y sin sujeción suficiente.

Concretamente, el Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana advierte de que el uso de chanclas puede ocasionar dolores, cansancio y sobrecargas debido a la excesiva tensión a la que se someten músculos y tendones del pie cuando tratamos de sujetar la chancla en su sitio. Esa falta de sujeción repercute además en torceduras, esguinces e, incluso, juanetes yfracturas por estrés mecánico.

«Este tipo de calzado debe usarse únicamente en la playa o la piscina y durante trayectos cortos; ya que de lo contrario nos exponemos a sufrir dedos en garra, molestias en el metatarso [parte central del pie] y fascitis plantar, una patología bastante dolorosa», Explica Estela Pérez, podóloga de la clínica iQtra de Madrid.

Esta especialista también recuerda que debemos limitar las caminatas con zapatos demasiado planos o aquellos cuya plantilla es muy blanda o está confeccionada en materiales como la goma o el plástico.

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