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La risa puede ser provocada por la ansiedad, la tensión o, en casos de risa patológica, por una actividad cerebral excesiva debida a una lesión nerviosa.
Risa y humor, en la salud y en la enfermedad

Risa y humor, en la salud y en la enfermedad

El primer domingo de mayo se celebra el Día Mundial de la Risa, una buena excusa para conocer mejor un fenómeno biológico con numerosos beneficios para la salud que a veces se convierte en la alarma de que algo no funciona bien en el cerebro

pilar manzanares

Jueves, 30 de abril 2015, 11:59

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Durante gran parte de nuestra historia el humor ha sido bastante impopular. Platón lo prohibió en La república, ya que distraía a la gente de asuntos más serios. No era el único, los antiguos griegos consideraban que la risa era peligrosa porque conducía a la pérdida del autocontrol. Para Hobbes, el humor era una parte necesaria de la vida de la gente de intelecto inferior porque les proporcionaba la oportunidad de sentirse mejor consigo mismos. Afortunadamente, hoy en día ya no es así y el humor, junto con la risa, no sólo están bien valorados sino que de ellos se ha beneficiado la medicina y la psicología. Un experimento llevado a cabo por los psicólogos Herbert Lefcourt y Rod Martin en 1986 con personas discapacitadas a las que se les mostraron chistes gráficos que aludían a su situación mostró cómo los sujetos que más se reían eran los que mejor se habían adaptado a su estado. En comparación con los demás, éstos mostraban mayores niveles de vitalidad, más autocontrol y mejor opinión de sí mismos. «Los resultados no son sorprendentes a la luz de otras investigaciones. Por ejemplo, las mujeres que utilizan el humor como mecanismo para sobrellevar la extirpación de un pecho en caso de cáncer demuestran un menor estrés postoperatorio», escribe el neurólogo Scott Weems, autor del libro Ja , en relación a un estudio publicado en 1993.

Pero, ¿qué es la risa? ¿Y el humor? Vayamos por partes. En primer lugar, la risa es un fenómeno biológico que produce cambios transitorios en la expresión facial, propiciados por la contracción de determinados músculos. También va acompañada de sonidos particulares y variaciones en los movimientos de la respiración, producidos por la activación de otros músculos faciales, laríngeos y respiratorios. En total, al reír activamos 430 músculos de nuestro cuerpo, lo que no cabe duda de que es un interesante ejercicio. Esta expresión que suele ser de alegría, también tiene otras connotaciones o desencadenantes: humor, gesto social, significado de desprecio o burla, risa simulada, desencadenada por cosquillas Y también, como veremos, ser el síntoma de algunas enfermedades.

El footing interior

  • BENEFICIOS

  • La risa beneficia al cuerpo porque es un ejercicio aeróbico que gasta entre 40 y 170 kilocalorías por hora. Hay investigaciones que afirman que cien risas equivalen aproximadamente a entre 10 y 15 minutos en una bicicleta estática.

  • Los investigadores han demostrado que la presión arterial sistólica y diastólica aumenta durante el ejercicio. Lo mismo ocurre cuando te ríes. Esa elevación es crítica porque cuanto más ejercitemos el corazón más baja se mantendrá nuestra presión arterial y menos tendrá que esforzarse el corazón el resto del tiempo.

  • Dos de las mayores amenazas a nuestra salud son la vasoconstricción y una reducción de la vasorreactividad. Estas afecciones están a menudo provocadas por el estrés. Los médicos recomiendan hacer ejercicio porque la actividad aeróbica afloja los vasos sanguíneos. Y también la risa, ya que disminuye la rigidez y aumenta la reactividad vascular, con lo que aumenta el flujo de sangre en las zonas del cuerpo que la necesitan.

  • La risa también suprime los niveles de glucosa en los diabéticos y les ayuda a superar la neuropatía diabética.

  • La risa mejora el sistema inmunológico, reduce las sustancias químicas relacionadas con la hinchazón de las articulaciones de la artritis, e incluso ayuda a quienes padecen alergia a combatir la dermatitis.

La risa no es un acto exclusivamente humano, pero sí lo es la capacidad de percepción del humor, aunque cada vez más se experimenta con inteligencia artificial para lograr robots capaces de detectarlo. De momento, éstos son capaces de elaborar chistes como el siguiente: «¡Qué clase de asesino tiene fibra moral? Un asesino de cereales» (en castellano se pierde la semejanza fonética entre cereal killer y serial killer). Si quiere comprobarlo visite la web del proyecto The Joking Computer y obtenga su chiste. Este fenómeno extremadamente complejo que es el humor está relacionado con la cognición social, de ahí que lo que consideramos gracioso cambie según el entorno, la época o la educación de cada uno. «Así un chiste, siempre imbuido de una particular y sorpresiva incongruencia entre lo que la racionalidad cognitiva esperaba percibir y el significado otorgado a lo realmente percibido, origina una controversia que al ser detectada por nuestro cerebro produce una emoción positiva (circuito de recompensa) cuyo resultado es la alegría, la risa o ambas cosas», explica el doctor Manuel Arias, Coordinador del Grupo de Humanidades e Historia de la Neurología de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Este circuito de recompensa, llamado de la dopamina por el papel que este neurotransmisor juega, es importante para las emociones y también para la memoria, ya que es el responsable de que sigamos tomando decisiones acertadas, tras las que el cerebro se autorrecompensa.

Así el humor conecta directamente con el sistema de producción del placer del cerebro, como también hace la comida y el sexo. De hecho, y como explica el doctor Weems, lo que provoca la risa no es el contenido del chiste, sino la manera en que nuestro cerebro elabora el conflicto suscitado por él. También nos reímos a veces tras superar situaciones incómodas, cuando nos liberamos de algo que percibimos como una amenaza e incluso buscamos el humor en situaciones tristes, como sucede en los tanatorios.

RISOTERAPIA

El motivo es que el humor nos proporciona alivio y en entornos trágicos permite que los participantes aborden sin tapujos sus emociones. Uno de los más famosos ejemplos de este tipo de humor es la historia de Gerald Santo Venanzi, un capitán de la Fuerza Aérea de Trenton, Nueva Jersey. Durante una misión sobre Vietnam del Norte fue hecho prisionero junto con otros compañeros. Sometidos a un trato brutal, y al ver la desolación que le rodeaba, Venanzi intentó divertir a los demás prisioneros con un número cómico. Como los guardias pensaban que era un trastornado le dejaron hacer y los demás pudieron disfrutar de una suerte de entretenimiento que a Venanzi le acabó granjeando la Estrella de Plata, la tercera condecoración más importante que un militar puede recibir en tiempos de guerra.

Variaciones con la edad

Las personas de edades distintas se ríen de cosas distintas, algo que tiene que ver con nuestro desarrollo cognitivo. Así estudiar el humor de los niños permite ver en qué fase cognitiva se encuentran. Por ejemplo, los menores de 6 años no distinguen entre una mentira y un chiste porque no son capaces de diferenciarlos. Igual les sucede con las mentiras, piadosas o no, la ironía y el sarcasmo. Uno de los grandes retos de los niños es el pensamiento operativo: la capacidad de razonar de manera abstracta.

Este desarrollo no acaba en la infancia y al envejecer perdemos flexibilidad cognitiva y nos cuesta más aprender y abordar nuevas situaciones con una mente abierta. Esto quedó demostrado por el psicólogo alemán Willibald Ruch, quien en 1990 examinó a sujetos con edades comprendidas entre los 14 los 66 años para descubrir que el gusto por un determinado tipo de humor cambia con la edad. Por ejemplo, a medida que envejecemos nos gusta menos el humor absurdo y más el incongruente.

En cuanto a las virtudes de la risa, hay muchas situaciones en las que ésta facilita y mejora la calidad de vida, e incluso beneficia a nuestro organismo. Históricamente, y como señala el doctor Arias, en la Edad Media, tras aquellos grandes banquetes de los nobles, aparecían los bufones con sus juegos y chistes porque «parece ser que la risa facilitaba la digestión». Pero además la risa ayuda a la relajación, de modo que está demostrado que en personas con dolor crónico reír eleva el umbral del dolor; en pacientes con cuadros demencias las sesiones de risoterapia hacen que necesiten menos tranquilizantes neurolépticos y baja su índice de agitación, y en casos de Trastornos por Déficit de Atención se utilizan terapias basadas en la risa y el humor que les hace más fácil centrarse. «En resumen, la risa en general es beneficiosa salvo cuando es patológica, porque entonces indica que el cerebro funciona mal», agrega el experto de la SEN.

Humor terapéutico

Para quienes tienen dificultad a la hora de afrontar el estrés, los psicólogos pueden enseñar técnicas: «Una de ellas es la risoterapia, que trata de canalizar elementos de generación de emociones positivas para generar un cambio. La idea es que pensemos: Si analizo fríamente esto, que para mí era muy estresante, veré que no tiene tanta importancia y lo encararé mejor. Una actitud que mejorará sin duda nuestra calidad de vida», afirma el doctor Óscar García, director del Departamento de Psicología de la Universidad Europea de Madrid (UEM).

Según el doctor Weems, los estudios demuestran que el humor también nos hace más inteligentes y es una suerte de ejercicio para nuestro cerebro. «Además, como ejercicio emocional reduce la ansiedad el triple que el hecho de sentarse y descansar. La simple inactividad no hace ningún bien al cerebro», explica en su libro. Hospitales como el General de Nueva York a través de su Programa de humor terapéutico distribuye tebeos y vídeos cómicos a sus pacientes y atestigua que han observado un 50% de disminución en el estrés. Pero como matiza el doctor García, «la risa por sí sola no nos va a curar si tenemos un cáncer, una gripe o una pierna rota, pero nos ayuda a vivir mejor esos periodos. La risa nos causa sensaciones de plenitud, vitalidad, alegría , nos aporta energía y esos elementos favorecen que los tratamientos se lleven de otra manera, mejor». En definitiva, la risa, cuando no es negativa, incrementa la salud psicológica y es un buen protector, eso sí, tiene que estar apoyada por una nutrición responsable, unos buenos hábitos y un ejercicio físico adecuado diario. Por cierto, cuando la risa es fingida tan sólo es un «mecanismo de defensa o de socialización que, eso sí, no activa el circuito de la dopamina», agrega el experto de la UEM.

Risa patológica

Vayamos ahora a un hecho insólito. En enero de 1962, en Kagera (Tanzania) se dio lo que podemos calificar como una epidemia de risa. En aquella ocasión algunas alumnas de un colegio comenzaron a reír a carcajadas de un modo incontrolable y fueron contagiando a otras. Pasaron los meses y la risa cada vez afectaba a más gente, hasta que casi cuatro meses después cesó. «En esta ocasión las risas no fueron fruto de algo divertido sino fruto de una histeria colectiva provocada por la tensión de un importante cambio social. En el anterior mes de diciembre el país se había independizado de Gran Bretaña y la escuela había abandonado la segregación racial. Además, las alumnas eran adolescentes y las presiones para ellas fueron tremendas», explica Weems. En resumen, estas niñas experimentaron una crisis nerviosa. Y es que la risa también puede ser provocada por la tensión, la ansiedad o como consecuencia de una lesión nerviosa (risa patológica).

«Cuando la risa se presenta sin un estímulo específico, no se relaciona con un cambio afectivo o su intensidad y duración están fueran del control del sujeto que la padece hablamos de risa patológica. Con cierta frecuencia, la risa patológica se torna en llanto o se alternan ambos fenómenos: el cuadro clínico se denomina síndrome de incontinencia emocional», explica el doctor Arias. Éste puede ir asociado a un trastorno del comportamiento y sensación de regocijo inapropiada o a una disociación voluntaria-emocional. En el primer caso las causas son enfermedades como el Síndrome de Angelman, esquizofrenia, psicosis maníaco-depresiva, demencia frontotemporal, enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, Alzheimer, enfermedad de Wilson y trastornos conversivos. En el segundo, es síntoma de ictus, esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica, traumatismos, Parkinson, atrofia multisistémica, parálisis supranuclear progresiva, epilepsia (crisis gelásticas), tumores, malformaciones vasculares y cerebelitis. En este caso, obviamente, la risa no produce los beneficios que suele, sino que es un indicador de que algo no funciona. «Eso sí, uno no se muere por un ataque de risa si no por la patología que lo causa», concluye el experto de la SEN.

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