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De dorar la píldora al que te den morcilla

De dorar la píldora al que te den morcilla

Todas las frases hechas tienen su anécdota detrás. Un profesor de Alicante explica el origen de algunas de las 30.000 que tiene recopiladas

IRATXE LÓPEZ

Sábado, 23 de agosto 2014, 01:33

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¡Váyase usted a la porra! No malinterprete el lector la contundente demanda. Nada más lejos de nuestras intenciones que mandarle a paseo. Al contrario, quédese y siga leyendo. Así entenderá que este reportaje tiene como misión desvelar algunas de las anécdotas escondidas tras los dichos populares, sus sorprendentes orígenes, el árbol genealógico que les da sombra, esos por qué, cuándo y dónde. Como el del rotundo 'vete a la porra' gritado en pleno enfado sin sospechar que mandamos a quien nos altera a un lugar de castigo, pues llamaban porra a un colosal bastón que portaba el tambor en los antiguos regimientos, un garrote clavado al suelo señalando el lugar al que acudirían los soldados para sufrir arresto por faltas leves.

Son casi inabarcables las frases hechas que utiliza nuestra lengua, tantas que a lo largo del tiempo la mayoría se volatiliza sin dejar huella. Las que acaban diluyéndose en la nada con el paso de los días las denomina el director del Departamento de Traducción e Interpretación de la Universidad de Alicante, Pedro Mogorrón, generacionales. "Duran lo que la generación que las inventa, como ha sucedido con 'Irse de guateque', por ejemplo". Las otras, sólidas, suma de palabras impertérritas al devenir de los siglos, se llaman multigeneracionales, como la popular 'Quien fue a Sevilla perdió su silla', cuya explicación ha de remontarse a tiempos de Enrique IV, cuando fue concedido el arzobispado de Santiago de Compostela a un sobrino del arzobispo de la capital hispalense. Parece que andaba por entonces el reino de Galicia nervioso. Creyó el sobrino que tomar el cargo iba a costarle sudores o muerte por lo que pidió ayuda al tío, Alonso de Fonseca, que allá se fue mientras dejaba al otro su puesto de la ciudad sevillana. Mal cambio. Tras restablecer paz y sosiego en las tierras norteñas quiso volverse Alonso al calorcito del sur pero su familiar directo le había cogido gusto al trueque. Para despegarlo de la silla debió ordenar el Papa la devolución ipso facto del cargo y más de un amigo del usurpador colgó de la horca por orden real. Ahora se pronuncia la oración al perder el puesto abandonado, aunque en general no haya riesgo de ahogamiento.

Sin aire ni tiempo libre anda el profesor Mogorrón tras poner en marcha su estudio sobre las expresiones diatópicas. Lleva más de 30.000 sentencias clasificadas, y eso que ha decidido centrarse en las que arrancan con infinitivo. Junto a su equipo de Frasytram (Fraseología y Traducción Multilingüe) ha analizado 2.500 novelas del siglo XX y XXI, además de medios de comunicación publicados los últimos diez años. "Hay temas que se repiten mucho, especialmente referidos al físico, estar gordo o delgado, al tiempo atmosférico y vital, a comer y beber en exceso, la muerte o el dinero".

De economía precisamente va 'Estar sin blanca', una de las manifestaciones que puede abarcar su trabajo. La blanca era una moneda antigua de vellón, sin valor apenas, utilizada en época de Felipe II, que suponía exactamente la mitad de un maravedí. A los desastres de la dama de color opuesto, la negra, se refiere otro de los enunciados aprovechables de cara al listado, 'Echarle a uno el muerto'. En pleno Medievo, cuando en el término de un pueblo aparecía el cadáver de una persona asesinada, si no conseguían averiguar la identidad del criminal la población debía abonar una multa por el homicidio, de ahí que los vecinos procuraran trasladar esos cadáveres a la villa de al lado. Y de comida, o de su falta, habla 'Andar a la sopa boba', que era lo que hacían antiguamente los estudiantes de letras más pobres cuando se mantenían a base del caldo cocinado en los conventos, normalmente de los Capuchinos, donde a las doce en punto repartían el estimado manjar.

Hambre de frases hechas tuvo José María Iribarren, autor de una de las recopilaciones más detalladas sobre este asunto: 'El porqué de los dichos'. Pretendía el abogado, periodista, escritor y lexicógrafo hallar el sentido de testimonios enfermos de Alzheimer, viejas locuciones repetidas en charlas a pie de calle sin saber de qué padre o madre provenían. Husmeando en libros y tratados acabaría con su desamparo. Estableció así que los cuadrilleros de la Santa Hermandad fueron los progenitores pasivos de 'A buenas horas mangas verdes'. Regularizados en el mandato de los Reyes Católicos, era este cuerpo de guardianes del orden un operativo poco puntual que vestía uniforme de mangas verdes y coleto. Juzgaban y castigaban delitos, especialmente los cometidos en caminos, pero su tendencia a las disolutas costumbres españolas en vez de al rigor inglés acabó desgastando la autoridad conferida. Menos remoto es el origen de otra de las entradas añadidas por Iribarren, 'Despedirse a la francesa'. Nacía de una moda impuesta en Francia durante el siglo XVII, cuando resultaba finísimo abandonar las reuniones sin pronunciar un triste "adieu". Una leve sutileza, eso sí, estaba permitida para avisar de la marcha, mirar el reloj disimuladamente. Con el tiempo cambió el hábito y acabó resultando poco educado este antipático uso.

Con doble sentido

No hay duda de que cada territorio tiene sus costumbres, igual que tiene sus frases hechas. Da fe de ello Mogorrón, que ha encontrado similitudes y diferencias en las distintas comunidades españolas y países de habla hispana. Ni se le ocurra aconsejar a una tinerfeña 'poner las barbas a remojo' (como la ilustración de la derecha), porque en vez de instarla a ser precavida le estará recordando que se le pasa la edad de casamiento. Comprender, por su clarísima imagen, que si en Chile nos acusan de 'Andar abrazando farolas' quieren advertirnos de nuestra ebriedad no implica que entendamos que 'Alzar un tanate' en Costa Rica sea montar un buen lío o 'Hacer añapas' un objeto signifique hacerlo trizas en Argentina. "Muchas de estas expresiones incluyen voces indígenas o locales. Hay que saber que la añapa es una bebida alcohólica a base de maíz, algarroba o mistol que se prepara triturando las semillas en el mortero para poder deducir el sentido", comenta el experto. En Canarias si se te va la cabeza no estás como una cabra sino como una baifa y en México no te peleas con una mujer sino que te agarras el chongo. '¡Ángela María!', dirían los testigos en un altercado de este tipo sin saber que lo correcto para expresar su sorpresa sería gritar '¡Ángel a María!', por aquello de la cara que debió de poner la Virgen cuando el arcángel San Gabriel le anunció su embarazo sin intervención masculina.

Recopilar en un catálogo tal cantidad de datos y variaciones, algunas imposibles de encontrar en el Diccionario de la RAE o el del Uso del Español de María Moliner, facilitará el trabajo especialmente a los traductores, víctimas de la voracidad del lenguaje por apropiarse novedades casi imposibles de trasladar a otro idioma.

"Con el tiempo perdemos y añadimos expresiones y no hay una norma exacta que explique cuáles se mantienen o la razón. Quién nos dice que dentro de unos años aquello que soltó Sofía Mazagatos de 'Estar en el candelabro' no forme parte del acervo común", reflexiona Mogorrón antes de volver a perderse entre periódicos y libros, dispuesto tal vez a 'Pasar la noche en blanco', como lo hacían quienes iban a ser armados caballeros el día anterior a su nombramiento, insomnes, vestidos con una túnica nívea símbolo de pureza, para encontrarse limpios de cuerpo y alma al recibir la Orden de la Caballería.

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