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Elpidio Silva, con su novia, a su llegada al TSJM.
Elpidio Silva, un juez rompecorazones en el banquillo de los acusados

Elpidio Silva, un juez rompecorazones en el banquillo de los acusados

El magistrado procesado por encarcelar en dos ocasiones a Blesa, expresidente de Caja Madrid, rehace su vida con Eliana Camps, la número dos de su partido RED en las listas europeas y 14 años menor que él

PALOMA FLÓREZ

Lunes, 14 de julio 2014, 01:34

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Elpidio Silva, el juez que alcanzó el estrellato al encarcelar en dos ocasiones al expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa y que pretende erigirse en el azote de la corrupción en España con un verbo flamígero y demagógico, está a punto de pasar de las páginas de tribunales y sucesos a las del 'corazón'. El combativo magistrado, apartado de la carrera judicial desde febrero tras ser acusado de prevaricación por poner entre rejas al exbanquero supuestamente sin indicios suficientes -se encuentra a la espera de que el tribunal que le juzga dicte sentencia-, es un conquistador nato, según sus allegados; un seductor con un enorme gancho entre las mujeres, pese al gesto adusto y apesadumbrado que suele acompañarle en sus comparecencias públicas. Sus relaciones pasadas le han llevado a desahucios y denuncias. Ahora, su corazón lo ocupa Eliana Camps, de 40 años -él tiene 54-, la número dos en las listas al Parlamento europeo de Renovación Democrática Ciudadana (RED) que encabezaba el propio Silva. La pareja se esfuerza en pasar desapercibida, aunque se casará en agosto en el Ayuntamiento de Nueva York, según han publicado algunos medios.

Eliana Camps militó durante 17 años en el PSC. Tras impugnar el resultado de las primarias celebradas por este partido de cara a las europeas -perdió contra Javier López-, se unió a RED, el partido de su ahora prometido, que sufrió un severo varapalo en las urnas al conseguir sólo 105.155 y fracasar en su intento de obtener un acta de eurodiputado.

Elpidio Silva es un hombre de éxito entre las mujeres. Se cuida, es inteligente y, cuando quiere conquistar a alguna, se vuelca y le dedica todo el tiempo que sea necesario, explican personas de su entorno. Pese a ello, sigue soltero y algunas de sus relaciones han acabado en escándalos sonados. Una supuesta examante, que dice haber sido víctima de sus "exorcismos" y de su "magia negra", le ha acusado de filtrar correos electrónicos de Blesa y de pincharle a ella el teléfono, lo que le llevó a "temer por su seguridad" al creer que "le enviaría un sicario". Aunque la Policía considera de "escaso valor probatorio" esas palabras, la mujer mantiene la condición de testigo protegido de la juez Susana Polo, que ha imputado a Silva por un supuesto delito de revelación de secretos. Él lo negó todo en redondo al declarar el pasado viernes ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, al que sólo acudió después de que le amenazara con detenerle tras no haberse presentado a dos citaciones.

Otro incidente con una ex acabó también ante la Justicia. En 2009, Silva fue declarado en rebeldía y condenado por una colega a abonar 7.115 euros a la inmobiliaria que le alquilaba un piso de la Gran Vía de Madrid que había compartido con una mujer. El juez abandonó el hogar -probablemente al romperse la relación-, lo que desencadenó el impago de la renta. El juez tuvo que responsabilizarse de esa suma ya que el contrato figuraba a su nombre.

"Merienda de negros"

Silva está apartado cautelarmente de sus funciones judiciales por el Consejo General del Poder Judicial desde el pasado 4 de febrero tras ser acusado de un delito de prevaricación continuada -adoptar decisiones injustas a sabiendas- en el 'caso Blesa' al abrir, de forma "improcedente" y sin indicios que las sustentaran, unas diligencias ya archivadas contra el banquero, que acabaron con sus huesos en la cárcel. La primera vez que le imputó fue por la concesión de un préstamo de 26,5 millones al expresidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán, y la segunda por presuntas irregularidades cometidas durante su gestión en Caja Madrid, como la compra del banco City National Bank de Florida. El juez se enfrenta a una petición de 30 años de inhabilitación.

Ingresó en la carrera judicial en noviembre de 1991 por el denominado tercer turno, reservado a juristas de reconocido prestigio. De joven había obtenido el expediente más brillante de su promoción al licenciarse en Derecho Público después de que, con apenas 16 años, se hubiera proclamado campeón de España juvenil y por equipos de ping pong. Es un obseso de la excelencia, con buen dominio del inglés, el francés y el italiano; y autor de frases flamígeras, en su 'cruzada' anticoorrupción, que recuerdan a las pronunciadas por Pablo Iglesias, el fundador de Podemos: "En España hemos creado un paraíso fiscal para los corruptos. SI los jueces no participáramos en esa merienda de negros, esto no pasaría", ha proclamado.

Los integrantes de la Comisión Disciplinaria del Poder Judicial le tachan de conflictivo. Suma múltiples quejas y expedientes abiertos, y ha sido considerado ayutor de faltas graves por sus métodos profesionales. Además, se le acusa de falta de motivación en algunas resoluciones y de retrasos "injustificados" en la tramitación de los recursos. Incluso llegó a ser suspendido durante tres meses en 1994 por desatender el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de San Roque (Cádiz) y por "obstaculización de sus funciones inspectoras" en 2009, aunque el Supremo estimó su recurso.

Su rostro no era conocido hasta el momento en el que decidió convertirse en verdugo de banqueros, en un supuesto azote de la corrupción. Bajo esa imagen se presentó a las elecciones europeas del 25 de mayo, en las que cosechó su sonado fracaso. Al menos esa aventura parece haberle servido de algo: para encontrar a su media naranja. La tenía cerca, en las listas de RED: en el número dos.

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