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Culto, vehemente y fan de El Señor de los Anillos

Culto, vehemente y fan de El Señor de los Anillos

Alfonso Alonso, que fue alcalde con 32 años, es un gran discutidor, culto, inteligente y dotado de una capacidad de improvisación fuera de lo común, lo que ya demostró en la capital vasca y después en la portavocía del grupo parlamentario popular

Francisco Góngora

Martes, 2 de diciembre 2014, 19:47

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¿Qué se puede esperar de un chico de familia bien vitoriana que lo pasó muy mal de joven por la ausencia del padre y estudió Románicas en contra del criterio utilitario al uso, y que prefiere una ingeniería o Derecho? Un amigo de la infancia recordaba hace unos años, cuando dio el salto a Madrid, que era un chico «raro. Mientras nosotros leíamos novelas juveniles él leía a los clásicos: Homero, Ovidio, Plutarco. Las lenguas muertas, especialmente el latín, siempre le apasionaron». En realidad, la literatura fue su consuelo en los momentos duros y ese maestro invisible que le ayudó a entender el mundo. Un punto de indisciplina y rebeldía juvenil laminada con una responsabilidad prematura y mucha adaptación al medio. «Al segundo año de Filología, me convencieron de que hiciera también Derecho, que es una carrera con más provecho», confesó una vez.

Militante en el Partido Demócrata Popular (PDP) desde los 17 años y en el PP a los 22, Alfonso Alonso fue alcalde de Vitoria desde junio de 1999 a mayo de 2007. Su elección como portavoz adjunto del Partido Popular en el Congreso significó su vuelo hacia Madrid como un ave migradora en busca de nuevos horizontes. La ciudad de Vitoria, cuya historia conoce al detalle -otra de sus pasiones además del mus, y de el mundo de El Señor de los Anillos-, lo ha visto crecer, primero entre libros y luego entre micrófonos, cimientos de casas, baldosas, zanjas, centros cívicos o reuniones de vecinos. Fue alcalde a los 32 años, sin apenas haber ejercido como abogado, ni aprendido a ser concejal, cuando muchos de su generación siguen en la casa familiar. «Ha sido un padre para sus hermanos. La vida le ha hecho madurar desde joven», decía su amigo y ex asesor Pablo Gay-Pobes.

Culto y vehemente

Camina apresurado y en línea recta impulsado por su propia ligereza, pero no siempre llega en punto a las citas. Aparentemente distante cuando mira a su interlocutor es cariñoso y amigo de sus amigos. Caótico, gran discutidor, culto, inteligente, dotado de una capacidad de improvisación fuera de lo común, su vehemencia le ha acarreado problemas con la oposición, al tiempo que le ha hecho ganarse el respeto de todos.

Por todo eso, Ramón Rabanera, el ex diputado general y su antecesor en la presidencia del PP en Álava, apostó por él. Se la jugó, aunque hubo quien le dijo que era una barbaridad, tan joven e inexperto. «Si no sale alcalde, me estrujan», señaló después el entonces senador por Álava, que vio cumplida la idea que se hizo de él. «En política, como en la vida, hay que tener suerte también. Si la tiene, su futuro es brillante. Hasta ahora lo ha hecho muy bien», decía, como un augurio.

Liberal de pensamiento, su defensa de las bodas entre homosexuales o la mesa fallida con presencia de Batasuna al principio de su mandato en 1999 fueron ejemplos de los nuevos tiempos que quería imprimir a su partido y al PP vasco, aunque finalmente claudicó a la ortodoxia. Era el aire fresco y renovador que necesitaba el PP y que transmitió también a su sucesor en el cargo de alcalde conservador, el actual Javier Maroto, que logró la Alcaldía tras un cuatrienio socialista. Pero Alonso ya mostró en la capital vasca maneras de "animal político", que se han visto acrecentadas y reconocidas con su paso por Madrid, desde el Congreso hasta el Ministerio.

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