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Paisajes insólitos que parecen de otro planeta

Parajes de la Tierra pueden parecer lugares de fantasía debido al abanico cromático que les dota de una misteriosa naturaleza pictórica. El charco de los Clicos en Lanzarote o el desierto de Wadi, en Jordania, son algunos de ellos

David López

Jueves, 31 de julio 2014, 17:37

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La erosión y los procesos evolutivos o volcánicos han originado en puntos remotos de la Tierra algunos parajes que parecen de otro planeta. Lugares que uno imagina en un relato de ciencia ficción o en un libro de aventuras. En ocasiones, la fantasía también puede nacer de un extraño abanico cromático que dota al lugar de una misteriosa naturaleza pictórica. En la isla canaria de Lanzarote, por ejemplo, el charco de los Clicos deslumbra por el contraste que ofrece el agua del mar (azul), la playa (negra) y el lago (verde). Os presentamos ocho paisajes que el paso del tiempo y la mano del hombre han logrado convertir en pequeños mundos perdidos para disfrute del viajero. Ocho escenarios naturales de los que el cine ha sabido dar buena cuenta.

Géiseres de Sol de Mañana. Bolivia

Fruto de la actividad volcánica, el entramado de géiseres de Sol de Mañana se halla en Potosí, al sur de Bolivia. Sus estampas de lava humeante, fumarolas y rocas licuadas podrían haber sido una localización de ensueño para las fantasía antediluvianas de Roger Corman ('Yo fui un cavernícola adolescente', 'Viaje al planeta prehistórico') o la Hammer ('Hace un millón de años', sí, la que convirtió a Raquel Welch -y su bikini- en un icono cultural). A nadie se le escapa (cómo no, al Gobierno y a numerosas empresas privadas) la posibilidad de explotar su potencial geotérmico en la producción de energía eléctrica. Su equivalente europeo se ubica en Islandia, donde se pueden visitar las calderas turquesas de Askja, a las que sólo se puede acceder entre junio y octubre. En la NASA comprendieron que, efectivamente, se trataba de un paraje de otro planeta: utilizaron la zona como lugar de entrenamiento para los astronautas del programa Apolo.

Monolito gigante de arenisca de Uluru. Australia

El director australiano Peter Weir siempre tuvo claro que el suyo era un país marcado por lo sobrenatural, por la magia primitiva (véase 'Picnic en Hanging Rock' y 'La última ola' para comprobarlo). Una realidad que podemos constatar en el corazón del desierto de Alice Springs. Allí se alza Uluru, una montaña de arenisca roja de 348 metros de altura y un contorno de 8 kilómetros que los aborígenes estimaban como lugar sagrado. El monolito natural, uno de los más grandes del planeta, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1987.

Los monasterios de Meteora. Grecia

Los monasterios de Meteora (literalmente, 'en el aire'), una serie de construcciones que datan de hace más de 500 años y recibieron en 1988 la consideración de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, se elevan a una altura de 600 metros sobre el valle del Peneo, en las cumbres de un imponente conjunto de formaciones rocosas de color grisáceo a las que la acción del mar dotó de su característica fisonomía. Están habitados desde el siglo XIV por cristianos ortodoxos, si bien algunos ermitaños ya se asentaron en las cuevas en torno al año 1050. Con un retraso considerable (han transcurrido más de dos años desde que tuviese su premiere en la Berlinale), el pasado 18 de julio llegó a la cartelera española 'Meteora', un drama romántico dirigido por el griego Spiros Stathoulopoulos que, más allá de su sosegado retrato de un amor imposible, dejaba para la posteridad algunas panorámicas realmente impactantes del lugar. Otra curiosidad: varias secuencias de 'Sólo para sus ojos', duodécima película de la saga Bond (la quinta con Roger Moore), se filmaron en el abadía de la Santísima Trinidad.

Lago General Carrera. Argentina-Chile

El segundo lago más grande de América del Sur, de origen glaciar, es una de las joyas de la Patagonia. Sin duda, la mayor atracción del Chelenko (su nombre indígena) son las capillas de mármol macizo, pulidas y labradas como consecuencia del efecto que la erosión ha ejercido durante 300 millones de años sobre la roca caliza, el cuarzo y la limonita de un islote.

Desierto de Wadi Rum. Jordania

Thomas Edward Lawrence (Lawrence de Arabia para la eternidad, cortesía del clásico del séptimo arte firmado por David Lean con Peter O'Toole en el papel estelar) aseguraba en su libro de memorias, 'Los siete pilares de la sabiduría', que el desierto de Wadi Rum, al sur de Jordania, era un lugar solitario e inmenso, como tocado por la mano de Dios'. Los arcos de roca y los sorprendentes volúmenes de arenisca trufan este páramo de dunas rojas donde el viajero suele fotografiar los petroglifos tallados por el antiguo pueblo nabateo hace más de dos mil años.

Las terrazas de Yuanyang. China

Situados en la prefectura de Honghe, al sur de la provincia de Yunnan, los arrozales de Yuanyang, que ocupan cerca de 24000 hectáreas, combinan la montaña, obra de la naturaleza, y las terrazas, un artificio humano. La región está habitada mayoritariamente por la etnia hani, que ha transformado el paisaje a lo largo de 1300 años, 'esculpiendo' bancales de arroz en las laderas de los montes, entre los 1000 y los 2000 metros de altitud, permitiendo que el terreno sea apto para el cultivo. La insuperable gama cromática depende de la época del año y la hora del día: dorados al amanecer, plateados si las nubes dominan el cielo, tonos rojizos cuando las algas se extienden a lo largo de sus bifurcaciones...

Zabriskie Point. Estados Unidos

No es la primera vez que hablamos en este espacio del Valle de la Muerte. Un paisaje árido y desolado en pleno desierto californiano. En la sierra de Armagosa (conocida por su río de aguas amargas) se encuentra Zabriskie Point, una depresión ondulada, que debe su nombre a un magnate de la minería, compuesta por los sedimentos de un lago que se secó hace cinco millones de años. Ni un atisbo de vida, solo polvo y arena: silencio, soledad y geología extrema. En los setenta, durante su etapa americana, Michelangelo Antonioni enmarcó allí la espléndida 'Zabriskie Point', hoy una película de culto (su banda sonora se empapó del espíritu de la década, con temas de Pink Floyd y Grateful Dead) que en su momento sufrió un duro varapalo crítico y comercial, impidiendo que el cineasta italiano repitiese el éxito que cuatro años había logrado con 'Blow up'. El lugar también ilustra la portada de uno de los mejores discos de U2, 'The Joshua Tree' (1987). Dicen que contemplar el amanecer y el atardecer desde su mirador es una experiencia única, casi surrealista.

Isla encantada de Socotra. Yemen

Gracias al proceso de especiación, el mundo perdido que soñó la literatura o el cine existe. El aislamiento geológico de la isla de Socotra, así como sus rigurosas condiciones medioambientales (un clima tropical desértico), han originado una flora y fauna endémica sin parangón. El archipiélago, un paraíso para la botánica, cuenta con más de 300 especie vegetales que no se pueden encontrar en ningún otro emplazamiento del planeta, caso del árbol sangre de dragón. Lástima que el peligroso contexto sociopolítico de Yemen no sea propicio para descubrir este arca de Noé del Índico.

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