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Delphine Boël ayer a la entrada del juzgado en Bruselas.
¿Es su padre el rey Alberto de Bélgica?

¿Es su padre el rey Alberto de Bélgica?

Empieza el juicio. Delphine Boël solo quiere ser reconocida. Según el ADN, quien la crió no es su padre

EIDER BURGOS

Miércoles, 24 de septiembre 2014, 00:16

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Delphine Boël (Uccle, 1968) quiere demostrar de una vez por todas que de supuesta, nada. Que verdaderamente es hija del rey Alberto II de Bélgica. Ayer comenzó en Bruselas el juicio que esclarecerá por fin este asunto, que salió a la luz hace cinco años.

La escultora belga prefirió no pronunciarse en público, pero sí lo hizo su abogado: «Su ambición no es el dinero ni formar parte de la familia real, sino acabar con un estigma. No ser etiquetada más como una posible hija ilegítima». Delphine se ha fijado dos objetivos: que se demuestre que el exmarido de su madre, Jacques Boël, no es su verdadero padre, y que, en cambio, sí lo es el monarca.

Lo primero ya lo ha conseguido gracias a una prueba de ADN, lo que le ha costado ser desheredada. Lo segundo, está por ver. Hasta junio del año pasado, Alberto era inmune a cualquier proceso judicial por su condición de rey. Fue entonces cuando abdicó en favor de su hijo Felipe alegando problemas de salud. Justo un mes antes, la artista había llevado el caso a los tribunales. El exjefe de Estado puede seguir negándose a realizar las pruebas genéticas, pero se tendrá en cuenta en el fallo.

La primera vez que se oyó hablar de Delphine Boël fue en 1999, cuando el periodista y escritor Mario Danneels publicó una biografía sobre Paola de Bélgica, la reina consorte. En el texto no solo hablaba de ella, sino que desvelaba que Delphine era hija de Alberto y de la baronesa Sybille de Selys-Longchamps, con quien mantuvo una relación durante 18 años.

El monarca jamás ha admitido la paternidad, pero en el discurso de Navidad de ese mismo año admitió ante su pueblo que la relación con su esposa pasaba por un momento difícil.

De probarse el parentesco, Delphine no tendría derecho a acceder al trono. Un honor reservado para los hijos «directos, naturales y legítimos» del rey. Tampoco sería princesa, ni llevaría el nombre de 'de Bélgica'. Sí podría llevar el apellido de su padre y heredar.

A esta belga de 46 años el periplo judicial le ha perjudicado en lo personal y lo profesional. Además de ser rechazada por el hombre que la vio crecer, a principios de mes confesó en la revista 'Paris Match' que ya no lo tiene fácil para exponer su trabajo. «Varios galeristas me han acusado de aprovechar la situación en beneficio propio y otros han dicho tener miedo a la reacción de palacio si me contrataban». Ser reconocida como hija sería el fin de sus problemas.

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