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arantza furundarena
Jueves, 28 de agosto 2014, 01:02
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A Cristiano Ronaldo, de 29 años, le han nombrado «el hombre vivo» más cachas del mundo. No es por dudar de los muertos, pero tienden a moverse poco y es bastante improbable que superen en forma física al delantero portugués. Vale, que quieren decir que ha habido hombres en la historia, ahora ya desaparecidos, quizá tan atléticos o más que Cristiano... Puede ser. Ahora mismo se me ocurren dos: Johnny Weissmüller y Victor Mature. El primero hizo de Tarzán en la gran pantalla (y algunos dijeron que la mona Chita era más inteligente que él). El segundo encarnó a Sansón en 'Sansón y Dalila'. Sansón representaba la fuerza bruta, pero ahí la lista era Dalila. Lejos de ir a más, Weissmüller y Mature acabaron sus días en películas como 'Won Ton Ton, el perro que salvó Hollywood'. Quiere esto decir que el tiempo no da para todo y que quien cultiva en exceso la forma (física en este caso) suele olvidarse del fondo.
Con sus proporciones perfectas y su musculatura impecable, Ronaldo protagoniza la portada de la revista masculina Mens's Health del mes de septiembre. Aparece en calzoncillos, su prenda fetiche (le han debido de decir que le sientan bien porque en cuanto puede, venga o no a cuento, el hombre se queda en paños menores), tiene un balón de reglamento bajo el brazo, el pelo repeinadísimo y la mirada perdida. Más que un futbolista, parece el último modelo de androide fabricado en Japón. Hasta tiene nombre de robot: CR7. Pero a este autómata le ha salido un punto débil: su propia ambición. La ansiedad por ser cada vez mejor le consume. Lo dicen sus compañeros. Es lo malo de haber nacido hombre y aspirar a máquina.
«Siempre intento mejorar -declara en la revista de la que es portada-. Mañana seré mejor que hoy, y el año que viene seré mejor que este año. Si marco 50 goles, quiero 55». Alguien tendrá que decirle a este insatisfecho insaciable que eso no siempre será así. Que algún día marcará solo 25 e incluso menos de 15. Y que es muy probable que acabe sus días jugando en un equipo modesto, lo que viene a equivaler a figurar en el reparto de 'Won Ton Ton, el perro que salvó Hollywood'. Pero este prodigioso artilugio, capaz de chutar a casi 130 kilómetros por hora, esprintar 33 veces en un solo partido y saltar en vertical con los pies juntos unos 80 centímetros, tiene para su suerte algo que lo humaniza: su hijo de cuatro años. Cristiano Ronaldo Jr. es el punto de deshielo del hombre vivo más atlético (y robótico) del mundo. Ese niño es uno de los pocos seres (junto con su novia, Irina Shayk) capaces de relajarle los músculos, bajarle el 'merengue' y conectarle con su propia infancia de niño humilde en un suburbio de Madeira.
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