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Mocito Feliz muestra un periódico con su foto.
Mocito Feliz, el anónimo más famoso de la tele

Mocito Feliz, el anónimo más famoso de la tele

Este malagueño de 42 años lleva casi dos décadas colándose en los planos de los personajes de la farándula y siguiéndoles allí donde van

Virginia Melchor

Martes, 1 de julio 2014, 00:46

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"Coronación de Felipe VI: Empiezan a llegar distintas personalidades, expresidentes, presidentes autonómicos... No hemos visto la llegada del Mocito Feliz". Es uno de los mensajes que dejaron en el perfil de Twitter de Enrique Jiménez (Málaga, 1972), conocido como Mocito Feliz, el pasado 19 de junio. Con más de 2.000 seguidores en esta red social, es el anónimo más famoso de la televisión. Se cuela en todos los planos en los que hay un personaje del mundillo rosa. En la cárcel de Alhaurín de la Torre, durante el ingreso de Julián Muñoz, en la clínica sevillana tras el parto de Chabelita, en un estreno teatral en Madrid junto a la duquesa de Alba... Todo por unos instantes de protagonismo que no van destinados a él. Su omnipresencia seguro que ha incitado a más de un espectador a jugar al buscando a Wally con la tele.

Este peculiar malagueño sueña con ser famoso desde pequeño. Se desvive por conseguirlo. "Estar delante de una cámara es la gloria terrenal", dice. Desde hace 18 años, dedica su vida a seguir a los habituales de la farándula por todas partes. Siempre a la espera de que aparezcan la Pantoja o el Ortega Cano de turno, merodea por las calles por donde pisan y se abre paso entre incómodas mareas de paparazzis y reporteros. Su única esperanza es que alguien se fije en él y le dé la oportunidad de abandonar su angustioso anonimato. Cuentan las malas lenguas que en uno de estos juicios mediáticos tuvieron que atarle a un árbol para que las reporteras pudieran hacer las conexiones en directo sin su aparición estelar en pantalla. Pero en el Festival de Málaga del 2012, pisó la alfombra roja como las grandes estrellas. Fue el protagonista de su propio documental, 'El famoso desconocido', del director malagueño Ignacio Nacho, en el que se le presenta como un verdadero fenómeno sociológico, "consecuencia de nuestro tiempo".

Su fama de chupacámaras número uno la ha cosechado a base de kilómetros y numerosos viajes. Presume de conocerse al dedillo todas las estaciones de autobuses de España. Pero, ¿cómo se costea sus innumerables desplazamientos? Aparte de su paga -tiene una minusvalía del 65%- recibe "propinillas" por cantar en bodas. También actúa todos los viernes en un tablao flamenco de Torremolinos y tiene otra cita semanal en una discoteca sevillana. Además, pide en las calles de Málaga. Pero no por caridad, sino para exhibir su arte. Su gran ilusión es asistir como invitado al programa de Maria Teresa Campos, 'Qué tiempo tan feliz'. "Ella me lo tiene prometido, pero me da largas", dice. También sueña con que le adopte la duquesa de Alba. "No es por dinero", sonríe. Pero "lo más de lo más" sería salir en una película de Torrente.

Su inagotable persecución a famosos le ha permitido hacerse amigo de su admirada Isabel Pantoja. "Me trata muy bien, me da dos besos y de vez en cuando me invita a sus conciertos. Me quiere mucho la señora Pantoja", cuenta. Jesulín de Ubrique también es su debilidad. "Mocito, ponte detrás de mí que llevas aquí el mismo tiempo que yo", suele decirle. Y Belén Esteban también le corresponde. "Cuando he ido al bar de Fran, nunca me han cobrado el bocadillo", agradece. María del Monte, Rocío Jurado, Santiago Segura... La lista es larga. No hay famoso que se precie que no tenga su foto con el Mocito.

Entregado por completo al encuadre, tiene una red de contactos que le permite estar al corriente de todas las convocatorias de la crónica rosa. Pero no revela sus fuentes, porque "faltaría al secreto profesional". Su mano derecha es Álvaro, su becario. Sigue la pista de los famosos y después le da el chivatazo a Mocito para que no se le escape ni uno. También dispone de un equipo que trabaja su presencia en las redes sociales. Un día normal en su vida empieza con 'El programa de Ana Rosa' y sigue con 'Sálvame'. Se traga toda la programación que incluye cotilleo. Su constante búsqueda de la fama tiene luces: su madre, que siempre que le ve salir en la tele, "se ríe mucho". Y también sombras: su padre, que no ve con buenos ojos el hambre de flashes de su hijo. Éste desconoce que Mocito sería un gran famoso. Sin exclusivas a base de talonario ni declaraciones con monosílabos. Frente al "¡dientes, dientes!" de su querida Pantoja, el provocaría sonrisas, muchas sonrisas.

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