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Madrid 'roba' a Andalucía la herencia de la duquesa de Alba

Madrid 'roba' a Andalucía la herencia de la duquesa de Alba

El caso demuestra que, a veces, una baja presión fiscal se convierte en la opción más rentable de las arcas públicas

Manu Alvarez

Miércoles, 26 de noviembre 2014, 19:22

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El reciente fallecimiento de la duquesa de Alba acaba de poner sobre la mesa una cuestión trascendental en materia fiscal, tras conocerse que será Madrid y no Andalucía la que ingresará el producto del Impuesto de Sucesiones. La diferencia entre una y otra opción es simplemente abismal, y demuestra que la fiscalidad tiene también un componente de mercado que los poderes públicos no pueden obviar. Más aún, este caso, y no es el único, es la prueba palpable de que un territorio con mayor presión fiscal que otro cercano, lejos de ingresar más, hace justo lo contrario: recaudar menos.

¿Donde vivía más días al año Cayetana Fitz-James? ¿En el Palacio de Liria de Madrid o en el de Dueñas de Sevilla? Si uno hace un detallado análisis de la prensa del corazón, de la que era personaje habitual la fallecida, lo cierto es que cuando menos puede albergar una duda más que fundada. Pero Cayetana de Alba aseguraba a Hacienda que al menos la mitad más uno de los días del año los pasaba en Madrid, de ahí que su domicilio fiscal estuviese en esta última comunidad. Fuese o no riguroso su cálculo, lo cierto es que ningún asesor fiscal sensato -ni siquiera uno andaluz- le hubiese recomendado declarar lo contrario. Madrid, comparado con Andalucía y con otras zonas de España, no es un paraíso fiscal, pero sí un balneario. Y el resultado económico de esa jugada, lejos de ser malo, resulta muy rentable para el Ejecutivo autonómico que preside el popular Ignacio González. Quizá porque aplica esa filosofía adjudicada al exmandatario chino Den Xiaoping de que negro o blanco, lo importante del gato es que cace ratones. Que, traspuesto a la materia en cuestión, sería algo así como bajos o altos, lo importante de los impuestos es que consigan recaudar; y cuanto más, mejor.

En la vida...

En vida, y por tributar en Madrid, la duquesa se ahorró el Impuesto de Patrimonio, ya que mientras este tributo se aplica de una u otra manera en la práctica totalidad de las comunidades autónomas, no existe en el territorio de la bandera estrellada. Gratis total. La comunidad gobernada por el PP no oculta que esta es una estrategia de gancho para atraer contribuyentes de rentas altas, que encuentran así una política en la que ambas partes salen ganando: el contribuyente se ahorra el Impuesto de Patrimonio millonario en casos como éste y Madrid ingresa el tramo autonómico de sus declaraciones de IRPF.

... Y en la muerte

Pero además de esa justificación en vida, muchos contribuyentes tienden a ubicarse en balnearios fiscales -como lo fue el País Vasco en materia de Sucesiones hasta el pasado año- que propician una herencia 'low cost'. Si el patrimonio a heredar por los hijos de Cayetana de Alba fuese como apuntaba la revista norteamericana 'Forbes' de unos 3.000 millones de euros -al margen de que una parte fue donado en vida y de que haya también un porcentaje nada desdeñable de bienes considerados como Patrimonio Histórico, que cuentan con una exención del 90% en cualquier territorio-, no cabe duda de que merecía la pena ser contribuyente madrileña y no sevillana.

Que unos hijos hereden de una madre semejante patrimonio en Sevilla puede costar en torno a 1.140 millones de euros en el Impuesto de Sucesiones. Esto es, algo más de un tercio del total. Por el contrario, la misma operación en Madrid puede liquidarse por una cifra cercana a los 11 millones. No llega al 4%. ¿La razón? Pues tan simple como que Madrid bonifica con un 99% la cuota tributaria del impuesto en cuestión. La ecuación está clara. Madrid, con una presión fiscal baja, recaudará en este caso en torno a 11 millones. Andalucía, supuestamente más dura en esto de apretar al contribuyente -tanto que se le escapan de las manos-, no ingresará euro alguno.

El fenómeno, aunque llamativo, no es nuevo, y Madrid con su política fiscal amable ha captado en la última década muchos ingresos tributarios que le han llovido por la huida desde otras comunidades autónomas. En concreto, del País Vasco ha asumido la tributación de las Sicav -las sociedades de inversión de las grandes fortunas-, que se domiciliaron en la capital española en 2010 después de que las haciendas forales aumentasen del 1% al 28% su tributación. Hasta entonces, las diputaciones ingresaban poco de estas sociedades debido a su bajo tipo de gravamen. Ahora, simplemente, no ingresan nada y la recaudación se ha trasladado a la Agencia Tributaria, al igual que, también, el IRPF de sus gestores.

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