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Fernando Alonso.
El año que Alonso dejó de ser rojo
fórmula 1

El año que Alonso dejó de ser rojo

La temporada de F-1 será recordada por el éxito de Mercedes y Hamilton y el rotundo fracaso de Ferrari y el asturiano, que regresa a Mclaren

d. sánchez de castro

Sábado, 27 de diciembre 2014, 00:10

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Cuando la pretemporada de Fórmula 1 arrancó en el circuito de Jerez hubo dos grandes previsiones que se cumplieron a la perfección: Mercedes había creado un gran coche y Ferrari olía a pufo un año más. Ambas se confirmaron y acabaron como solo pueden acabar los grandes westerns: el sheriff Hamilton se llevó toda la gloria y el vaquero solitario Alonso cabalgó solo hacia el atardecer. La primera carrera del curso, el Gran Premio de Australia, ya dejó entrever cómo sería el resto de la campaña. Nico Rosberg se llevó la victoria mientras su compañero de escudería tuvo que abandonar y el asturiano se conformó con una cuarta posición que repetiría en Malasia, donde Hamilton estrenó su marcador.

La tercera prueba, Bahréin, dejó entrever lo que iba a ser la tónica habitual. Para los anales de la historia quedó esa batalla rueda a rueda entre los pilotos de Mercedes, una lucha que luego se recrudecería tanto dentro como fuera de la pista. Lo que fueron abrazos y risas en el podio del circuito bahreiní se acabaron tornando en miradas de odio, acciones más o menos sucias y una pelea que de no ser por su absoluta superioridad hubiera acabado mucho peor para los de Mercedes.

Mientras, Alonso entró en los puntos casi de casualidad: noveno y gracias. De hecho, esa fue la carrera en la que se marcó el principio del fin en el Ferrari que conocíamos hasta el momento. Con Luca Cordero di Montezemolo presente, la Scuderia cuajó una de las actuaciones más pobres que se recuerdan en épocas. No por el resultado en sí, con sus dos pilotos noveno y décimo, sino por la imagen. Stefano Domenicali no supo dónde meterse, mientras Montezemolo empezó a afilar la guillotina. ¿Quién le iba a decir que también él iba a pasar por la quilla meses después? La salida de Domenicali, sustituido por Marco Mattiacci (otro que tampoco acabó en su puesto en este 2014), no fue más que la constatación de lo que se estaba viviendo en el seno de Maranello: todo un homenaje al famoso camarote de los hermanos Marx.

El asturiano empezó a cansarse y ante un enfervorecido público español solo acabó sexto, la posición que más repitió en la temporada y en la que terminó en la general al final. Cuarto en Mónaco, sexto en Canadá, quinto en Austria, sexto en Gran Bretaña y nuevamente quinto en Alemania, la oportunidad de regresar al cajón se le presentó en Hungría, donde todo comenzó hace ya once años. Y se acabó. Alonso no volvió a bañarse en champán para Ferrari, mientras que empezó a hablar más seriamente con McLaren y Honda. La decisión la tomó en verano, precisamente donde ya no se mordía la lengua y hablaba claramente de unas carencias más que notables de su equipo. Abandonar en Italia ante sus tifosi por un problema mecánico fue algo que le dolió más por la imagen dada que por el resultado.

El cruel Japón

Mientras el Mundial se confirmó como cosa de dos, con un Hamilton inmenso y un Rosberg que se deshizo cual azucarillo, Alonso siguió con su calvario. La pesadilla se vio agravada en lo emocional por lo ocurrido en las últimas vueltas en Japón, con el grave accidente de Bianchi. El sábado tuvo su dosis de emoción, aunque fuera de la pista. Ese día empezó a intuirse la marcha del líder de Ferrari. Red Bull anunció que Sebastian Vettel abandonaría el equipo para dirigirse a Maranello.

En Abu Dabi se confirmó el secreto peor guardado de la Fórmula 1: el regreso de Alonso a McLaren. El recuerdo de la nomenclatura McLaren Honda es el mejor argumento posible para creer que 2015 será mejor que 2014, algo relativamente fácil ya que este año que está a punto de terminar ha sido el de peor resultado de Alonso desde 2009.

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