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El Barça se impone en la montaña rusa
jornada 21

El Barça se impone en la montaña rusa

El Villarreal se adelanta dos veces en el Camp Nou, pero acaba derrotado en un choque vibrante que resuelve Messi

CRISTIAN REINO

Domingo, 1 de febrero 2015, 00:07

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Un buen Barça, que fue capaz de remontar dos veces el resultado, confirmó este domingo que está en el mejor momento de la temporada y derrotó a un gran Villarreal, que le tuvo contra las cuerdas. El equipo de Luis Enrique tiene fe, cree en lo que hace, está muy fuerte mentalmente y se llevó los tres puntos en un partido loco, vibrante, con muy poco orden, a la vieja usanza, y que en ocasiones se asemejó a un combate de boxeo, en el que los dos púgiles se golpearon sin apenas protegerse. Los azulgrana mostraron más pegada, porque Neymar y Messi están muy enchufados, y mantienen el pulso con el Real Madrid.

El Barcelona tuvo que nadar casi todo el partido a contracorriente, ante un Villarreal muy valiente, bien plantado en el campo, ordenado atrás y que salía con criterio al ataque. Los de Luis Enrique arrancaron explosivos, muy intensos, con ganas de resolver cuanto antes. Con el once de gala, con la única excepción de Rafinha, que actuó en el lugar de Rakitic, los catalanes fueron desde el principio a por el partido, con un Messi muy participativo, un Luis Suárez, peligroso, pero sin puntería, y un Neymar en estado de gracia.

Los amarillos, en cualquier caso, esperaban bien armados, con las líneas muy juntas, muy eficaces en las ayudas defensivas y dejando a Vietto, Giovani y Cheryshev para lanzar unas contras endiabladas. Bruno y Pina cerraban por el centro y el Barça solo provocaba peligro cuando conseguía superioridad en las bandas, entre Iniesta y Neymar o entre Alves y Messi.

Luis Suárez, en el 7, en el 12 y en el 20, pudo poner a su equipo por delante, pero se le vio que no define con claridad. Necesita quitarse presión y eso solo lo conseguirá a base de los goles que no acaban de llegar. Esfuerzo, entrega y colocación tiene, está donde tiene que estar, si bien sigue negado con el gol. A medida que Suárez y el Barça erraban sus ocasiones, el Villarreal se iba creciendo. Sin perder el dibujo, sus contras cada vez tenían más profundidad.

Hasta que a la media hora, una contra muy larga, acabó en los pies de Mario, que disparó desde el borde del área, bastante desviado, pero Cherysev metió el pie y lo cruzó directamente a la red. Los hombres de Luis Enrique no merecían tanto castigo y a raíz del tanto castellonense tuvieron sus peores minutos. El submarino amarillo vio la luz, cogió confianza y por momentos se sintió más cómodo. Sin embargo, el cuadro barcelonista no perdió los papeles y tuvo la virtud de que siguió con su plan inicial, que hasta el gol le estaba dando resultado, al menos en el juego. Cuando la primera parte estaba casi muerta, se asociaron Rafinha y Messi, el hijo de Mazinho buscó puerta, atajó Asenjo y el rechace lo aprovechó Neymar para igualar el partido.

Tras la reanudación, el Barça se fue a por el partido, pero a las primeras de cambio cayó a la lona. A Piqué se le escapó un control en el centro del campo, Giovani condujo casi hasta la línea de fondo y desde allí hizo el pase de la muerte para Vietto. Golazo del Villarreal en el 51, que por segunda vez se ponía por delante. Al equipo azulgrana le tocaba remontar de nuevo. No desfalleció, no bajó los brazos y mantuvo la intensidad. Casi a la jugada siguiente, Rafinha hizo el empate y confirmó que el partido estaba maravillosamente loco. El Barça empató muy pronto y casi sin tiempo de respirar Messi se sacó un conejo de la chistera en forma de derechazo a la escuadra. Cinco minutos de alto voltaje, de ida y vuelta, de intercambio brutal de golpes, que benefició a los blaugranas, que exhibieron más pegada. Aún quedaba más de media hora, pero a parte de un gol bien anulado al Villarreal por fuera de juego de Víctor Ruiz y un posible penalti a Neymar, el partido ya no podía aguantar más sobresaltos. Luis Enrique sentó a Busquets, fijó a Mascherano en el centro del campo y por fin el encuentro encontró el equilibrio que no tuvo nunca. El Villarreal, agotado, acabó tirando la toalla.

     

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