Borrar
Jorge Zepeda Patterson posa con el Premio Planeta.
"El periodista tiene una ventana privilegiada para asomarse al abismo"

"El periodista tiene una ventana privilegiada para asomarse al abismo"

El , concedió una entrevista a EL CORREO en 2013 con motivo de la publicación de su novela 'Los corruptores'

César Coca

Jueves, 16 de octubre 2014, 08:46

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Jorge Zepeda Patterson (Mazatlán, México 1952), último ganador del Premio Planeta, tiene una larga experiencia periodística en diferentes puestos en la jerarquía de una Redacción. Ha sido director de diarios como 'El Universal' y 'Público' y ahora está al frente de un medio digital. Sus conocimientos sobre la cara oculta del poder y el ejercicio de la violencia a todos los niveles aparecen en 'Los corruptores' (Ed. Destino), una novela ambientada en el México de este final de 2013, pero que cuenta una historia que puede pasar aquí mismo o en cualquier país occidental. De hecho, la novela está siendo ya traducida a unas cuantas lenguas. Zepeda, que ha estado en España para presentar su libro (aquí transcurrirá además una parte de su segunda novela, con los mismos personajes), ha contado en sus páginas muchas cosas que conoce pero que no puede publicar en un diario porque no tiene soporte documental que lo avale. En cambio, le sirve la literatura, como explica en esta entrevista.

- ¿Un periodista que sabe muchas cosas que no puede contar en un medio está abocado a ponerlas en una novela?

- Lo que no puedes apoyar en documentos o con una fuente que dé la cara no debe ser publicado en un periódico, pero no por ello es menos cierto. La novela da salida a muchas de esas historias. El ejercicio del periodismo es imprescindible pero resulta insuficiente, sobre todo en países donde el tejido institucional es débil; donde lo importante no se dirime en el Parlamento, sino en oficinas privadas o restaurantes de lujo, adonde los periodistas no llegan.

- Y deberían llegar.

- La burocracia ha hecho del secretismo una religión. El reto del periodista es iluminar esa opacidad. A mí la literatura me ha brindado una ventana adicional para entender el poder.

-¿La mezcla de personajes reales y de ficción borra los límites entre la crónica y la novela?

- Es una mezcla deliberada, claro. Pretendo que los lectores vean el relato como algo verosímil. Los protagonistas fundamentales son personajes de ficción pero le aseguro que se comportan de una manera muy afín a como lo hace la clase política. El periodismo se obliga a lo verificable. La literatura, a lo verosímil.

Hacer frente a la corrupción

-¿Esta novela solo podría haberla escrito un periodista?

- Un periodista o un observante acucioso de los hombres y las mujeres del poder. Un periodista, y más un director, que se sienta de manera frecuente con numerosos altos cargos de cualquier gobierno empieza a dominar sus códigos. Una de las cosas que llega a conocer, por ejemplo, es que todo hombre de poder tiene un brazo derecho que es quien le logra los imposibles: lo mismo le gestiona un pasaporte un domingo por la tarde que un concierto de Maná para una fiesta de cumpleaños de la hija del presidente... y cosas peores. Muchas veces, ni siquiera tiene oficialmente un cargo importante. Pero su trabajo lo es. Mucho.

- ¿Dónde se encuentran los mayores focos de resistencia ante la corrupción y la violencia: en los medios de comunicación, en el mundo intelectual...?

- En México pensábamos que había una reserva moral en la oposición. Pero después de tantos años de gobiernos del PRI, los dirigentes del PAN que llegaron al poder no fueron diferentes, y los del PRD en la alcadía de la capital, tampoco. En los noventa se pusieron de moda en toda Latinoamérica los candidatos que no eran políticos profesionales. Ya ve lo que sucedió: cuando alcanzaron el poder fueron iguales o peores, y encima con falta de oficio.

- ¿No hay esperanza? ¿No se puede esperar resistencia civil a la corrupción?

- Quizá la esperanza esté en los jóvenes, pero también con reservas. Muchos practican un culto al éxito para el que las convicciones morales estorban. Hay un dicho popular en mi país: "Quien no transa, no avanza". La cultura del éxito termina premiando los atajos.

- Su país ha dado en el último medio siglo algunos intelectuales de enorme peso. ¿Siguen teniendo influencia social?

- El intelectual tiene en México un peso desproporcionado e incluso paradójico: los medios registran muy bajas ventas y sin embargo algunas columnas gozan de una influencia muy grande. Pero el poder tiene muchas formas de atraerlos. No por el cohecho, sino por el cortejo. Acaban cediendo solo por ser invitados a la mesa del presidente de vez en cuando. Se ablandan.

- En su novela aparece la violencia de los cárteles y la del Estado. ¿Cómo se puede vivir en un país donde, de media, cada día mueren asesinadas más de 70 personas?

- Porque la sociedad tiene una gran vitalidad y la vida cotidiana transcurre al margen de todo ello. Yo nunca he presenciado un homicidio o un asalto violento. Hemos dejado de hacer cosas, eso sí. No vamos de noche por ciertas zonas de la ciudad, o evitamos las carreteras secundarias. Salvo en las "zonas calientes", el crimen organizado es un telón de fondo de la sociedad. Ni siquiera es percibido como el primer problema, según dicen las encuestas.

- Hay un momento en su libro en que los personajes discuten sobre la conveniencia de que el Estado se alíe con los cárteles digamos "organizados" para luchar contra los más caóticos y violentos. Parece descorazonador.

- Es que el crimen organizado es temible, pero lo es mucho más el desorganizado. En este no hay códigos, ni interlocutores válidos.

Legitimidad

- ¿El hecho de que los resultados electorales sean con frecuencia discutidos ha restado poder y legitimidad a los gobiernos mexicanos?

- A la caída del PRI pasó, a otra escala, como en Rusia: con la alternancia, los poderes "de facto" ampliaron su presencia. Hubo una gran expansión del crimen organizado, crecieron los millonarios y sus fortunas, los gobernadores se hicieron reyezuelos, los monopolios aumentaron sin que nadie los frenara...

- ¿La alternancia democrática les sentó mal?

- Cuando perdió el PRI y llegó lo que algunos llamaban "primavera democrática", nos creímos suecos. Pero lo que se produjo fue una gran decepción. Las instituciones fueron endebles ante los demonios que se desataron y ahora los poderes "de facto" tienen tal fuerza que son capaces de neutralizar cualquier intento por ponerles coto. Peña Nieto ha llegado a la presidencia con las manos atadas.

- Muchos dicen que la mejor literatura de hoy en español está en Latinoamérica y en los periódicos. ¿Lo cree así?

- Si la literatura está insuflada de vida, parece obvio que sociedades con experiencias muy intensas deben generar una literatura similar. El periodista tiene por ello una ventana privilegiada para asomarse al abismo. Eso por un lado. Por otro, en la escritura hay algo artesanal, una destreza que hay que adquirir y que el periodista trabaja desde el momento en que hace su primera nota.

- ¿Teme que su novela pueda ocasionarle problemas con la clase política o con los cárteles?

- Sin duda. Lo doy por sentado. He dirigido periódicos críticos, en ciertas épocas tuve que llevar guardaespaldas y fui pareja de Lydia Cacho, que también estuvo perseguida. Sé de lo que hablo. Sin embargo, debo decirle que los verdaderos héroes son los colegas de provincias. Los que trabajamos en el Distrito Federal estamos en general más "blindados". De todos modos, contra lo que a veces se piensa, la mayor parte de ataques a los periodistas proceden del poder político. Desde el año año 2000 han muerto o desaparecido en México 72 colegas, y siguen cayendo. Muertes y amenazas terminan causando una gran censura, que es algo muy terrible.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios