Sólo química

Como si se tratase de una versión petarda de Elle ladore (Jeanne Herry, 2014), la comedia gala en la que una espléndida Sandrine Kiberlain vivía una fantasía groupie con su cantante favorito, Sólo química degenera en pasarela de cameos fugaces por la que desfilan desde Bibiana Fernández y Martina Klein hasta la it girl Miranda Makaroff. Muchos nombres, pero poca chispa, escasa atención por los pequeños detalles que prenden la llama del humor, y exceso de supuestos alocados (mención especial a una flashmob) que delatan lo a ciegas que tantea el director a su público.

En su defensa cabría el argumento de que Albacete emplea la ironía para invitar a la reflexión sobre el mecanizado de la cultura juvenil, pero no existe coartada crítica que logre enmascarar el ritmo atropellado de una película que se siente a gusto contagiándose de los peores vicios del trash televisivo.

Toda la responsabilidad recae sobre Alejo Sauras y Ana Fernández, que hacen lo justo para sobrevivir a una misión suicida, aunque se nota que ambos circulan con el cinturón de seguridad puesto cuando el errático control que ejerce el director sobre el material de rodaje invitaba a una parodia desde dentro de la parodia que hiciese saltar por los aires una ficción acartonada y estéril.