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Xabier Egaña concluye sus murales en Antezana, con «pinturas que hacen pensar»

Xabier Egaña concluye sus murales en Antezana, con «pinturas que hacen pensar»

Están los cinco muertos del 3 de marzo de 1976 en Vitoria, una venus del Paleolítico, un hombre caído del caballo, como San Pablo...

Domingo, 26 de noviembre 2017, 00:15

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Xabier Egaña (Getxo, 1943) ya ha finalizado sus pinturas en la iglesia de Antezana de Foronda, un templo que ahora invita a reflexionar sobre las injusticias de este mundo, con también algunas referencias al evangelio. Han sido más de 400 metros cuadrados de murales: 88 metros en el pórtico, y 353 en el interior del templo. Queda la inauguración oficial, que se llevará a cabo en enero, pero los murales de las amplias paredes del templo ya se pueden ver en todo su esplendor. Las últimas pinturas, las realizadas a lo largo de este otoño, no son tan figurativas, porque Egaña quería rematar el trabajo con unas imágenes completamente diferentes, con predominio de líneas, si bien también en esta última fase hay algún elemento figurativo, y también palabras. En una de las zonas aparece la palabra ‘Misericordia’, en la otra ‘Amén, aleluya”.

Hace dos semanas se retiraron todos los andamios. La inauguración de la ‘nueva’ iglesia de Antezana de Foronda, situada en uno de los extremos del aeropuerto de Vitoria-Gasteiz, se hará en enero, porque el promotor de los trabajos, el profesor universitario Diego Bermejo, que vive en esa localidad, se encuentra ahora trabajando en Estados Unidos.

«Vi que convenía rematar los trabajos con unos murales con menos elementos, con descanso temático y descanso para la vista», ha declarado Xabier Egaña. Está aliviado, después de pasarse dos años haciendo bocetos en su estudio de Arroa, y sus seis temporadas largas -de dos o tres meses- trabajando en la iglesia entre andamios, pintando escenas variadas con colores vivos. Atrás ha quedado el episodio de peritonitis gangrenosa, que sospecha le acaeció a resultas de la tensión.

El pintor Xabier Egaña, hace dos semanas en el interior de la iglesia.
El pintor Xabier Egaña, hace dos semanas en el interior de la iglesia.

En los últimos dibujos se ve una pareja que parece volar, mientras la mujer soporta en la mano una llama, «que es la luz del cuadro ‘Guernica’, confiesa el artista. Y en el otro dibujo se ve a un hombre, una mujer y un niño.

«La gente del pueblo me ha dicho: ¿Ya te vas? Han sido seis años de relación cercana e intensa; desde que comencé a trabajar en el pórtico de entrada, en junio de 2012. Primero viví en casa de Diego Bermejo, luego en la casa que había sido la del médico del pueblo. Los domingos, tras la misa, que se hace en la capilla, el párroco Pablo Corres les decía a los feligreses: «Hala, vamos a ver qué ha hecho Xabier esta semana».

Egaña llevó bocetos a la iglesia de Antezana, pero a veces no eran «los que iban a misa». Lo explica así el artista: «Al final, casi todos los dibujos previstos se han movido, han cambiado. Las paredes chillan, murmuran, y hay que hacerles caso. A veces surgen temas de repente. Por ejemplo, un día me encontré entre los papeles la foto de Ferida Osmanovic, y un artícilo de Umbral sobre el tema. Ya recordarás, la mujer bosnia que se ahorcó porque en la guerra le habían matado al marido. Decidí que debía llevar ese tema a las paredes de Antezana. Lo que aparece ahí son solo los pies de la ahorcada».

A lo largo de los trabajos, las humedades dieron más de un quebradero de cabeza. «La capa freática está a tan solo 60 centímetrros del suelo de la iglesia, y en algunas zonas bajas las pinturas han quedado dañadas. Las volví a pintar, pero no pienso volver a hacerlo si vuelven a salir las humedades».

Egaña está orgulloso de los trabajos: «Creo que son pinturas que hacen sentir. No son de temática estrictamente religiosa. Lo mismo que Dante escribió y dio carácter religioso a algo que estaba en la calle, yo me hago eco de las cosas también de la calle. Intento mover un sentimiento, una lectura de la vida. En el momento en que acabo de pintar, los actores son los espectadores, la gente que entra en la iglesia».

¿Pero cómo llegó a Antezana? La figura clave es Diego Bermejo, catedrático de filosofía y de ética de la Universidad de Deusto, que ha trabajado en los campus de Bilbao y San Sebastián, y reside en ese pequeño pueblo alavés. Estaba interesado en diferentes acciones para relanzar Antezana y pensó que estaría bien decorar la iglesia, sobre todo después de que unos pocos años antes se consiguiera hacer el retejado, implicando a varias instituciones, y como un modo de dar vida a la comunidad.

Bermejo conocía varios trabajos de Egaña y tenían un amigo común: Joxe Arregi, el franciscano que abandonó la orden tras un enfrentamiento con el obispo Munilla y da clases también en la Universidad de Deusto. «Elegí a Egaña porque es un gran artista y porque hace un arte cercano al pueblo, comprensible. El arte religioso siempre ha sido didáctico, y en este caso también hay un toque de didactismo», comentó Bermejo en 2013.

Primero, el atrio

Egaña pintó en una primera fase el pórtico exterior, el atrio. Aquello fue como una tarjeta de presentación plagada de rojos, amarillos y azules. Se ve a un hombre que se abraza a un crucero, como buscando la fe. También aparece un hombre caído de un caballo, alegoría de la conversión de San Pablo. Otra persona sostiene una careta en la mano. «Todos ocultamos algo, todos mostramos una imagen estudiada», comentó el el artista. Luego, en el año 2014, comenzó a pintar en el interior. En la base se aprecian también varias lápidas del cementerio judío de Praga, y arriba unas figuras esquemáticas, que parecen volar. «Son los cinco muertos del 3 de marzo de 1976 en Vitoria», confesó el pintor.

Más tarde, en 2015, Egaña pintó lo que llamó «la parte tierra». Aparecen unos alfareros y una escena de vendimia. Y, al lado, se ve el boceto de «la gran diosa madre», una Venus paleolítica de grandes pechos y caderas. Al lado, plasmó tres mujeres «que plantean un Dios femenino, frente al Dios de ordeno y mando».

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